Por de Jack Nicas de The New York Times para AM Guanajuato

Se hizo famoso denigrando personas en la televisión. Lanza duros ataques contra sus críticos en línea. Porta un revoltoso corte de cabello que se ha convertido en meme. Y hoy es el líder de la extrema derecha de su país.

Donald Trump y su ascenso a la presidencia estadounidense en 2016, comparte algunas similitudes sorprendentes con el hombre detrás del momento que se desarrolla en la actualidad en Argentina, la nueva sensación política del país, Javier Milei.

Milei, un economista libertario y comentarista televisivo, solía ser visto como un actor secundario en la contienda presidencial argentina, al que ni los medios de noticias ni sus rivales tomaban en serio. Pero actualmente, tras una campaña impetuosa y desde una postura de outsider basada en la promesa de que solo él puede solucionar los profundos problemas económicos del país, es el favorito para ganar los comicios este mismo domingo o pasar a una segunda vuelta el próximo mes.

Milei, de 52 años, ya ha trastocado la política de su país de 46 millones de habitantes. Sus promesas de eliminar el banco central de Argentina y abandonar su moneda en favor del dólar estadounidense han dominado el debate nacional, y al mismo tiempo han ayudado a impulsar un mayor colapso en el valor del peso argentino.

Sin embargo, ha sido su estilo político belicoso el que le ha ganado comparaciones con Trump, así como una preocupación generalizada en Argentina y la región sobre el daño que su gobierno podría infligir en la tercera economía más grande de América Latina.

El escándalo como estrategia política

Milei ha atacado a la prensa y al papa; ha declarado que el cambio climático forma parte de la “agenda socialista”; calificó a China, el segundo socio comercial más importante de Argentina, de asesina; prometió la desregulación del mercado legal de armas; afirmó que es víctima de un fraude electoral; cuestionó las elecciones presidenciales más recientes en Estados Unidos y Brasil; y sugirió que los disturbios de extrema derecha que siguieron a esos procesos electorales habían sido complots de la izquierda.
 
“Muy claramente es un mini Trump”, dice Federico Finchelstein, un argentino que dirige el departamento de historia en la New School en Nueva York y estudia a la extrema derecha en todo el mundo.
 
Milei, Trump y Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil, son todos practicantes destacados de la corriente moderna de la política de extrema derecha, dijo Finchelstein, marcada por la vulgaridad, los ataques a las instituciones, el descrédito de los medios de comunicación, la desconfianza en la ciencia, el culto a la personalidad y el narcisismo.

“Trump es un ícono de esta nueva forma de populismo extremo”, afirmó Finchelstein. “Y Milei quiere emularlo”.

Milei ha aceptado con beneplácito las comparaciones con Trump, a quien ha llamado “uno de los mejores presidentes” en la historia de Estados Unidos. Ha utilizado gorras con el eslogan en inglés de “Make Argentina Great Again” (“Haz que Argentina sea grande de nuevo”) y, al igual que Trump, ha forjado su campaña en mayor parte en las redes sociales. Y en los dos meses previos a la votación del domingo, le concedió una entrevista a una personalidad televisiva estadounidense: el expresentador de Fox News, Tucker Carlson.

El grupo de campaña de Milei rechazó repetidas solicitudes de entrevista con The New York Times.

Con dos maestrías en economía, Milei puede llegar a sonar como profesor en ocasiones, cuando opina sobre la política monetaria y una corriente del libertarismo que sigue llamada anarcocapitalismo.

Ha llamado al Estado “una organización criminal” que “vive de una fuente coactiva de ingresos llamada impuestos”. Además, afirma que lo impulsa una misión de reducir el gobierno y eliminarlo de las vidas de las personas, comenzando con el banco central argentino.

Sus ideales libertarios también lo han hecho menos conservador en algunos temas sociales. Ha dicho que mientras el Estado no tenga que pagar por ello, podría apoyar la legalización de las drogas, la inmigración abierta, el trabajo sexual, los derechos de las personas trans, el matrimonio igualitario y la venta de órganos.

Sin embargo, ha calificado al aborto de “asesinato” y ha prometido someterlo a referendo en Argentina, donde ha sido legal desde 2020.

El sorpresivo ascenso

Milei sorprendió a las encuestadoras en agosto cuando ganó las elecciones primarias de Argentina, con cerca del 30 por ciento de los votos. Desde entonces ha liderado en las encuestas, superando a sus dos principales rivales: Sergio Massa, político de centroizquierda y ministro de Economía del país; y Patricia Bullrich, exministra de Seguridad de derecha.
 
Milei ha recibido una cobertura periodística casi general durante la campaña, tanto por sus propuestas económicas radicales como por su personalidad excéntrica. Es un autoproclamado profesor de sexo tántrico con cinco perros mastines clonados. Su novia es una imitadora profesional de una de sus archirrivales políticos. Su directora de campaña y principal asesora política es su hermana.
 
Al igual que Trump, Milei habla sobre la importancia de la imagen, como cuando le dijo a Carlson que su pasado como portero de futbol semiprofesional y cantante de una banda de covers de The Rolling Stones conforman una “combinación atractiva en términos de producto televisivo”. Milei hace casi siempre la misma mirada con el ceño y los labios fruncidos en todas las selfies que se toma con los votantes, lo que también hace recordar a Trump.
 
El estilo característico de Milei, una chaqueta de cuero, una melena indomable y patillas largas, está diseñado para evocar al personaje de los cómics Wolverine, según Lilia Lemoine, una artista de cosplay profesional quien también es la estilista de Milei y se está postulando para el Congreso en su fórmula. Esto, según Lemoine, es porque, al igual que Wolverine, “él es un antihéroe”.

El resultado es una legión de seguidores que se asemeja a un culto. En un evento reciente en Salta, una ciudad en el noroeste montañoso de Argentina, Milei iba en la caja de una camioneta mientras miles de votantes se empujaban para verlo de cerca. Sus partidarios llevaban pelucas despeinadas, repartían billetes falsos de 100 dólares con su cara y exhibían arte de sus perros, cuatro de los cuales llevan nombres de economistas conservadores.

“Sí, todos lo califican por loco, por todo, pero qué mejor que un loco para que saque adelante el país”, dijo María Luisa Mamani, de 57 años, dueña de una carnicería. “Porque los que estuvieron cuerdos no hicieron nada”.

Milei tuvo una aparición breve pero no habló. En realidad, el evento fue en gran medida un escenario para generar contenido para redes sociales creado por influencers en edad universitaria a los que no se les paga y que viajan con Milei y lo graban.

Ellos lo han ayudado a construir una enorme presencia en línea así como una intensa base de simpatizantes jóvenes. (la edad legal para votar en Argentina es de 16 años).

Luján López Villa, un estudiante de último año de bachillerato de 20 años, proveniente de la pequeña localidad de Chicoana, dijo que Milei tenía un apoyo casi unánime entre sus compañeros de clase, porque era el candidato cool, a pesar de las advertencias de sus profesores de que sus planes para dolarizar la economía eran peligrosos.

“Nos quieren cambiar el pensamiento para no votarlo”, dijo. “Igual lo seguimos”.

La necesidad del cambio

No sorprende que los argentinos estén ansiosos por un cambio. Décadas de mala gestión económica, gran parte de ella en manos del movimiento peronista en el poder, del que Massa es parte, han sumido a la Argentina en un agujero financiero.
 
En abril de 2020, al inicio de la pandemia, con un dólar se compraban unos 80 pesos; un día de la semana pasada, ese mismo dólar podía comprar más de 1000 pesos. Esas cifras están basadas en un tipo de cambio no oficial que refleja mejor la visión del mercado sobre el peso, parte de un sistema bizantino de controles cambiarios que el gobierno utiliza para tratar de mantener los dólares estadounidenses en el país.

Milei quiere eliminar esas regulaciones cuando sea presidente, en parte haciendo una transición al dólar.

Tanto Milei como varios economistas han dicho que dolarizar la economía muy probablemente requiera de decenas de miles de millones de dólares, pero no se sabe con certeza dónde podría Argentina obtener una inversión de esa escala. El país ya tiene problemas para pagar una deuda de 44,000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional.

Milei tampoco tendría mucho apoyo en el Congreso para la dolarización, aunque ha afirmado que tiene pensado someter el tema a un referendo nacional.

Emmanuel Alvarez Agis, exviceministro de Economía de Argentina durante un gobierno de izquierda, afirmó que si Milei lograra la dolarización, resolvería en gran medida la inflación, pero produciría una serie de otros problemas, incluida la disminución de los salarios reales, una mayor tasa de desempleo y menor flexibilidad para suavizar los efectos de las crisis económicas.

Milei también ha expresado su compromiso con implementar cambios a favor del mercado y con una presencia menor del gobierno, y ha prometido: reducir los impuestos; eliminar regulaciones; privatizar las industrias estatales; cambiar la educación pública a un sistema basado en vouchers y la atención de salud pública a un sistema basado en seguros; reducir el número de ministerios federales de 18 a ocho; y recortar el gasto federal en un 15 por ciento del producto interno bruto de Argentina.

Estos profundos recortes del gasto requerirían reducciones significativas en las pensiones, la educación y la seguridad pública, dijo Alvarez Agis. “No creo que estén discutiendo los números de manera seria”, dijo.

Tras meses de campañas de los candidatos, este domingo será la prueba que determinará si los votantes están dispuestos a darle una oportunidad a Milei. Podría ganar las elecciones de forma directa con el 45 por ciento de los votos, o con el 40 por ciento si tiene un margen de diferencia de al menos 10 puntos porcentuales. Si ningún candidato obtiene algunas de esas condiciones, la contienda irá a una segunda vuelta el 19 de noviembre, entre los dos candidatos con más votos.

Aunque ganó las elecciones primarias, Milei siguió afirmando que hubo fraude electoral y que sus rivales se robaron boletas de su partido de los establecimientos de votación, evitando que los ciudadanos votaran por él. Milei también afirmó que se encontraron boletas de su partido escondidas en una escuela. Su partido no proporcionó ninguna prueba.

Milei dijo que su partido había puesto la denuncia ante las autoridades electorales, pero los funcionarios electorales la cuestionaron.

“No hubo denuncia ni impugnación, ni que ocurriera robo de boletas de modo sistemático”, declaró la Cámara Nacional Electoral de Argentina a través de un comunicado. “Nos preocupa que se hagan declaraciones así sin acompañarlas con presentaciones judiciales para investigar”.

El equipo de campaña de Milei dijo que había reclutado a 100,000 voluntarios para monitorear las mesas el día de las elecciones. Pero en una entrevista televisiva el jueves, Milei afirmó que todavía le preocupaba el robo de votos.

Milei afirmó que el presunto fraude en las primarias le había costado al menos varios puntos porcentuales de apoyo. “Hay unos que dicen que son dos puntos y medio, otros dicen que son tres. Y otros que dicen cinco”, dijo. “Sea al número que sea, puede ser determinante”.

RSV

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