El quehacer de escribir, desde tiempos inmemoriales, ha sido también por escritoras, al igual que ocupado por hombres. Sin embargo, la trascendencia de la presencia de las mujeres en este noble oficio por muchos años estuvo oculta.

Lo referido en la frase con la cual se abre está columna, da cuenta de los muchos años durante los cuales, el anonimato fue una realidad para ellas, para las mujeres escritoras cuyo quehacer transformó desde las sombras nuestra realidad social.

Virginia Wolf escritora británica considerada una de las más destacadas figuras del feminismo internacional, bien pudo haber hecho la referida cita durante su etapa de más alta productividad, al menos, hace unos 100 años, ¡más de 100 años!

Con ello en mente, y así, ocultas atrás de algunas iniciales o nombres masculinos, muchas mujeres escritoras tuvieron que recorrer largos caminos para ser tomadas en cuenta como una posible opción de publicación, quienes corrieron con mayor suerte publicaron o incluso hasta fueron leídas.

Citado anonimato, producto de la desigualdad y la segregación, impidió para muchas de ellas ser reconocidas; sin embargo, nunca impidió la trascendencia de su obra para, hoy, constatar su importante aportación en la construcción del acervo cultural y educativo de la humanidad.

Para todas las mujeres escritoras que jamás fueron identificadas como tales, desde esta columna nos sumamos a su reconocimiento con motivo del Día Internacional de las Mujeres Escritoras.

Y también para recordar con ello, contribuciones de singular relevancia surgidas de la emoción, remembranza, sentimientos e investigación que después de su puesta en blanco y negro trajeron a la luz, novelas, tratados técnicos y científicos o poesía, así como también, importantes textos de denuncia, filosóficos o vinculados a cultos diversos. Así en todos los géneros, habremos de encontrar la indeleble huella dejada por importantes mujeres escritoras.

¡Para todas, nuestro sencillo y sentido agradecimiento!

Y aunque por muchos años no existió reconocimiento a la labor del género femenino en este oficio, se hace necesario citar qué “a penas”, así separado “a penas” como todas las conquistas de las mujeres, apenas hace muy pocos años -en 2016 para precisar- fue cuando en España, con motivo de las festividades religiosas en honor a Santa Teresa de Ávila, se crea el Día Internacional de las Mujeres Escritoras, celebración de fecha variable, toda vez que corresponde con el día laboral más cercano a la fecha de inicio de las festividades referidas.

Con apenas poco más de seis años y después de muchos de ellos de oficio y creación de grandes obras, este recién transcurrido 15 de octubre se celebró tan importante quehacer de indudable valor para el desarrollo intelectual, emocional y técnico de la humanidad.

En México es necesario decir que la labor de muchas escritoras nos ha acompañado en la educación, poesía, disenso, así como en la transformación de la sociedad a través de la lucha feminista. Desde Sor Juana Inés de la Cruz hasta autoras contemporáneas como Ángeles Mastreta, María Elena Poniatowska o Guadalupe Loeza que suman al acervo cultural de nuestro México su obra intelectual.

Con esta celebración del Día Internacional de las Mujeres Escritoras y en particular lo relacionado con nuestra lucha feminista y por la democracia, hoy es posible decir que:

La libre expresión también es nuestro derecho, un derecho por el cual combatimos, uno que con miedo tomó una pluma para darnos alas a través de la escritura y llevarnos a contar nuestras heridas, cicatrices, amores, sueños y también a construir leyes, justicia, conocimientos y desarrollo.

Así, nuestra escritura dejó huella, una huella que empezó como una tenue línea de tinta en el abismo del anonimato y la segregación; una huella constante con la que pudimos guiarnos, reinventarnos, sostenernos y comprobar, ¡que existimos!

En la opresión nació la lucha, en el abatimiento la esperanza, la luz en la oscuridad y cuando el dolor arreció la fuerza y la furia de la palabra combativa, de la denuncia y la consigna ¡somos las palabras que no pudieron quemar!

Con esas palabras y nuestras acciones logró tomar sentido, desde tiempo atrás, la frase “nos sembraron miedo y nos salieron alas”.

¡Alas para tomar lo que nos corresponde por derecho!  ¡Para tomar lo que es nuestro!

¡Porque ya no es, ni será el silencio el espacio que ocupemos! Porque no habrá más un México sin nosotras, porque seguiremos construyendo nuestra realidad.

¡Construyendo FEMINISMOCRACIA!

¡Con las mujeres de frente y los derechos al centro!

Sirva también este espacio para reconocer a grandes mujeres escritoras hidalguenses, quienes en el ejercicio de este oficio, son luchadoras incansables por hacer realidad, desde sus trincheras, día tras día, nuestros derechos de igualdad, los de carácter político y de acceso a la justicia.

Mi gratitud a Leyla Chávez Arteaga, Josefina Hernández Téllez, igualmente a Marcela Lagarde y mi doula Yolotl Guerrero Corzón.

Hasta la próxima…

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