El Día de Muertos es una celebración católica y profundamente romana. El Día de Muertos moderno y el miccailhuitl, “día de muertos”, la celebración a los muertos de los mexicas, son cosas muy distintas.
Los mexicas recordaban a sus muertos en el huei miccailhuitl, “gran día de muertos” (nombre del décimo festival anual) que se realizaba en la veintena Xócotl Huetzi, que quiere decir “cuando madura la fruta”, del 24 de agosto al 13 de septiembre.
Es decir, celebraban veinte días y para ello cortaban un árbol llamado Xócotl, le quitaban la corteza, lo adornaban con flores y alrededor de este desollaban mujeres, decapitaban niños, sacrificaban prisioneros y animales y realizaban danzas frente al fuego toda la noche y se subían a los techos de las casas y llamaban a sus muertos.
En la mayoría de las ciudades de Mesoamérica no enterraban a sus muertos, los incineraban. Los únicos personajes a los que les construían féretros y mausoleos eran a los gobernantes de algunas urbes, como Palenque, Monte Albán, por mencionar algunas.
El 2 de noviembre (originalmente 1 de noviembre) fue impuesto por el Papa Gregorio III, en el año 741, para celebrar el Día de todos los Santos y Todas las Almas; exactamente lo mismo que celebraban los ingleses en la iglesia ortodoxa, llamado All Hallow’s Eve (Vigilia de Todos los Santos), que en Estados Unidos transmutó en Halloween.
En el siglo X el Abad de Cluny de Francia inventó Las fiestas de Todos los Santos y de Fieles Difuntos, para celebrar a los santos y mártires anónimos que habían muerto en los primeros tiempos del cristianismo y que no tenían celebración en el calendario ritual católico. En el siglo XIII la Iglesia romana formalizó la celebración en el calendario litúrgico.
En el día de Todos los Santos colocaban un inmenso altar para exhibir las reliquias de personajes santos: huesos, cráneos, tierra de donde fueron enterrados o ropa. El altar de muertos tiene origen europeo y no prehispánico.
En la fiesta de Todos los Santos, se llevaba a cabo una peregrinación, iglesia por iglesia, hasta llegar a la catedral, para ganar indulgencias. El número de reliquias visitadas era equivalente a los años de perdón obtenidos. En su camino compraban pan o dulces de azúcar, a forma de reliquia. Actualmente se pueden conseguir en estas fechas calaveras y panes con forma de hueso de Todos Santos. Al llegar a la catedral, el sacerdote bendecía estos panes y dulces para que los feligreses los colocaran en sus casas, generalmente en la mesa junto al santo familiar.
En los reinos de León, Aragón y Castilla preparaban dulces (con forma de huesos, cráneos y hasta esqueletos completos) y panes (con forma de niños cubiertos con azúcar rosada o panes redondos con los huesos alrededor) para la celebración del día de Todos Santos, a los que llamaban “alfeñiques”, los cuales sólo podían comprarlos la gente adinerada. Dicha costumbre se exportó de España a la Nueva España.
Será durante el gobierno de Lázaro Cárdenas cuando un grupo de intelectuales argumentó que el día de muertos tenía origen prehispánico y el presidente Lázaro Cárdenas, tan afecto a un nacionalismo propio de la época, lo estableció tal cual.
Típico de gobiernos nacionalistas que buscan emparentar su administración con la historia nacional sin importarles si esta empata y es fiel tal como sucedió.
¿Tú lo crees?… Sí, yo también.