Los tiempos turbulentos han llegado. Las elecciones se vienen encima con toda su carga de tensión y sorpresas. Las dos principales candidaturas se han definido, siendo, la de Acción Nacional determinada por la voluntad del gobernador de Guanajuato, desconocedor de los postulados doctrinarios del partido. Los militantes azules, antes llamados “místicos del voto”, decidieron convertirse en “adoradores del dedo”. Así, atestiguamos una tristísima incongruencia. Enfrente, mediante un método demoscópico poco convincente, Morena decidió quién será su candidata. Por lo menos, en este caso, se optó por cubrir las apariencias, presentándonos a una sorpresiva triunfadora, que nadie tomaba en cuenta.
Libia García (PAN) y Alma Alcaraz (Morena) protagonizarán una interesante contienda electoral en Guanajuato, que comienza bajo signos de inequidad, frente a una autoridad comicial de dudosa eficacia, que permite el juego sucio a través de la clientelización y compra de votos al mayoreo. Este instituto y la fiscalía electoral son dos pasmados testigos de hechos electorales delictivos. Pero no hacen nada. Seguramente los comicios se ensuciarán y quien resulte ganador, podría no tener la legitimidad necesaria para gobernar a los guanajuatenses si logra el triunfo a billetazos, comprando la elección. Doña Brenda Canchola y su corte (IEEG) quedarán en entredicho y la gobernadora electa sin autoridad.
Luego de más de treinta años de gobernar el estado, el PAN arranca con desventaja. Se sabe que los estudios muestran que más del 60 % de los ciudadanos desea que haya un cambio de gobierno. Esta condición impone al oficialismo la necesidad de maniobrar con mucha astucia y sin cometer errores. Pero comienzan mal. Como ya hemos advertido desde este espacio, su candidata ha empeñado sus simpatías con algunos politicastros impresentables, que acabarán manchando desde el inicio su imagen. Es el caso de su participación en un evento, en Guanajuato capital, de propaganda política organizado, utilizando fondos públicos, para apoyar a la esposa del alcalde. Allí Libia se lució a su lado, manchando su imagen. También se ha equivocado en sus acciones iniciales de divulgación. Anuncia su próxima separación de la Secretaría de Desarrollo Social en un evento con acarreo masivo de personas, de la misma tesitura del que marcó su arranque de campaña anticipada, repartiendo tarjetas “Mujer Grandeza”. Si su adversaria, que es contadora pública, le lleva las cuentas, podrá acreditarle, por lo pronto, más de 600 millones de pesos de gasto ilegal, desviado a su campaña anticipada. También debería darse cuenta de que AM confirma con imágenes los acarreos y su costo, en cada evento que se organiza. Empezar una aventura de esta magnitud, embarrándose de lodo, frente a ciudadanos hastiados de la corrupción, resulta suicida. Pero parece no importarle.
Alma Alcaraz, un tanto desconocida, puede ser un dardo envenenado. Con amplia experiencia legislativa, formada en Acción Nacional, la novel candidata morenista ha sido tres veces legisladora, especializándose en temas de fiscalización y anticorrupción. Durante su participación, como diputada panista en la LX Legislatura federal, fue una firme defensora del gobierno de Vicente Fox en San Lázaro. Su perfil parece combinar sus conocimientos técnicos con los políticos. Puede ganar muchos votos en la clase media, aunque también, al no ser un personaje radical, podría perder simpatías entre sus partidarios morenistas. Convivir con figuras de oscuro pasado, como los Prieto, significará un recorrido muy peligroso. Tanto como el que ha tomado Libia aliándose con el impresentable Alejandro Navarro y sectores del viejo PRI de la capital.
Uno de los temas fundamentales que habrá de tocarse a profundidad durante esta campaña, será la cuestión de la inseguridad, la violencia y el narcomenudeo que flagelan a los guanajuatenses y están frenando el desarrollo económico de la entidad. Por lo pronto, desde el 14 de junio la diputada Alcaraz, solicitó desde la tribuna del Congreso, la remoción de Carlos Zamarripa, el tristemente célebre Fiscal de Guanajuato. Su posición es clara. Pronto deberemos conocer la opinión de Libia al respecto. ¿Con Z o sin Z?
Con sus cerbatanas siempre alistadas, los jíbaros, un pueblo indígena, habitantes del Amazonas, son certeros cazadores lanzando dardos envenenados con curare, un potente veneno extraído de la mezcla de varias plantas. Al ser herido por el dardo, solo se sentirá, inicialmente, un pequeño pinchazo. Luego su potente neurotoxina producirá una parálisis progresiva que terminará en asfixia. Por ello hay que cuidarse de los dardos envenenados: parecen inocuos pero pueden ser mortales.
CA