Así se llama la última película de Eduardo Verástegui, el guapo, aunque controvertido, actor y productor católico y Provida. Es una película muy dura, porque el tema lo es: la trata de niños para prostituirlos. 

Yo sabía un poco sobre eso, pero hasta la hora en la que vi el filme, me di cuenta de lo grave que es la situación. Yo creo que todos deberíamos verlo, para prevenir y atacar este cáncer que hiere tan profundamente y que puede acabar con nuestra sociedad… porque cuando se daña a un niño nos quedamos sin futuro. 

La cinta inicia como tantas historias que nos han contado y que se repiten y repiten a lo largo de la humanidad, pero pareciera que no aprendemos: la niña pobre (9 ó 10 años) que quiere ser famosa y que convence al papá de que la lleve al famoso “casting” con la que parece ser una “gran empresaria”. En este caso hay una pequeña variante: la “empresaria” ve al hermanito (7 u 8 años) y le pide que también lo lleven. Al llegar al lugar de la prueba le dicen al papá que se vaya… ¡ojo, papás! ¡Nunca, nunca, nunca dejar a nuestros hijos con desconocidos, bajo ningún motivo o circunstancia! ¡Por más que te prometan lo que te prometan! ¡Ya pasó con Gloria Trevi y su banda, y ha pasado desde hace siglos y lo peor, es que seguirá pasando si lo permitimos! 

De ahí, la sorpresa es el modo de trasladarlos de un país a otro sin que las autoridades se den cuenta. Desde Honduras se los llevan a Colombia en un contenedor, pasando por México y hasta llegar a EU, que es el principal “consumidor”, al igual que Europa. En algún momento, separan a los hermanos, y es entonces que la niña le da a su hermanito una medalla de San Timoteo y desde ahí que utilizan su amor para obligarlos a que hagan lo que los traficantes quieren sin llantos ni problemas… y si no, la solución son los golpes o las drogas. ¡Qué terrible, Dios mío! ¿Qué ha tenido que pasar para que haya gente que esté tan dañada que realice este tipo de acciones? ¿Realmente el dinero que ganan lo vale?  Pues según el filme, sí, porque dicen que “una dosis de cualquier droga solo se consume una vez, en cambio un niñito lo pueden vender de 10 a 12 veces por día, los 365 días del año, en consecuencia, es un negocio mucho, pero mucho más redituable”. 

Según datos de Forbes, 2.5 millones de personas son víctimas de la trata de personas en el mundo; y se producen por lo menos 32 mil millones de dólares al año, según un dato de la ONU del 2016. De estos, 1.3 billones de dólares que equivalen al 4.1% son generados en América Latina. Así de terroríficas las cifras. 

La película está tratada magistralmente porque aunque se entiende la situación, no se ve ninguna escena explícita… aunque te genera un coraje, una tristeza, una impotencia indescriptibles. 

Timothy Ballard (en la película el otro atractivo actor, Jim Caviezel) es un agente del Departamento de Seguridad Nacional de EU, que trabaja en el Grupo de Trabajo sobre Delitos de Internet contra Niños, y trabajó como agente encubierto para el Equipo de Salto de Turismo Sexual Infantil. En la película se ve cómo atrapa y procesa a un pederasta y rescata al hermanito que para agradecerle, le regala la medalla de San Timoteo, quien además lleva justamente su nombre. Él se conmueve tanto, que decide buscar a la niña para reunirla con su familia y porque desea ver una luz de esperanza entre tanto horror.  Y así monta una operación en Colombia para tratar de localizarla y de rescatar más chiquillos en la misma situación. Lo hace, y entre los traficantes que logran detener está una ex Miss Colombia. Pero en los niños rescatados no está la hermanita.

Entonces sigue una parte que a mí me parece un poco exagerada (tipo “Rambo”), y creo que no tiene mucho sentido con la historia principal, aunque la parte interesante es la situación del tráfico de cocaína, como en las sierras de Colombia (y de todo el mundo) tienen gente de todas las edades sembrándola, recolectándola y produciéndola. Hasta allá va el policía y logra el rescate de la niñita, para devolverla a los brazos de su padre y de su hermano. Un final feliz entre millones de tragedias.  

Sale uno del cine con el corazón apachurrado, los ojos y la mente bien abiertos y atentos; así como con las ganas de ayudar y hacer algo por esos pobrecitos pequeños, criaturitas de Dios que han caído en las garras de estas asquerosas organizaciones.  

El Sr. Ballard es el fundador y director ejecutivo de las organizaciones sin ánimo de lucro “Operación Ferrocarril Subterránea” y “The Nazarene Fund”. Organiza actividades a nivel nacional e internacional para detener la trata de menores de edad. Y aunque algunos la han cuestionado (yo creo que justamente por “molestar” a las organizaciones delictivas), al parecer ha detenido a 750 traficantes y rescatado a miles de víctimas. 

De verdad, queridos lectores, ¡hay que hacer algo, lo que sea: donar dinero, dar tiempo, investigar… pero sobre todo, cuidar a nuestros niños! No podemos seguir haciéndonos de la “vista gorda”… ¡porque la realidad saldrá a enfrentarnos!

LALC

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