Guanajuato.- “Mi gran sueño es que haya una cura”, confesó Dylan Axel Ramos, de 11 años, quien vive con diabetes tipo 1.
“Con mi diagnóstico me sentí mal porque mi vida cambió. A otros niños que viven con diabetes me gustaría decirles que saldremos adelante en nuestra vida dulce. Vivir con diabetes no me hace diferente, es complicado pero no imposible”, dijo optimista.
Dylan fue diagnosticado el 26 de septiembre del 2020 tras presentar síntomas como mucha hambre y sed, orinar bastante y después perder hasta cinco kilos de peso en una semana.
“Nos dimos cuenta porque él siempre ha sido muy delgado y casi no comía, 22 días antes del diagnóstico comenzó a comer bastante y pensé que era algo bueno, fueron dos semanas así y a la tercera ya no comió. Nada más tomaba agua y orinaba mucho.
“Un día se puso muy mal y lo llevé al IMSS donde estuvo internado 10 días. Lo dieron de alta y yo estaba en blanco porque el sector salud no nos enseña nada, yo no sabía cómo le iba a inyectar la insulina, qué le iba a dar de comer. Fue un cambio muy drástico”, contó Lupita, mamá de Dylan.
¿Qué es la Diabetes tipo 1?
La diabetes tipo 1, juvenil o de inicio en la niñez, se caracteriza por una producción deficiente o nula de insulina por el páncreas. Es la menos común.
El 95 % de quienes padecen diabetes sufren la del tipo 2, que aparece en la edad adulta y de la cual se registran más de 10 mil casos nuevos en Guanajuato cada año. Casi tres cuartas parte de los pacientes que sufren diabetes en el estado son mujeres.
El Instituto de Salud Pública de Guanajuato precisó que esta enfermedad es la segunda causa de muerte en México y en el estado, después de las enfermedades del corazón, pues en 2022 se registraron cinco mil 637 defunciones por diabetes tipo 2.
La señora Lupita recordó que en busca de ayuda para aprender cómo cuidar a su hijo acudió a una plaza de la ciudadanía en Las Joyas, donde viven, y la nutrióloga del lugar le recomendó ir a la Asociación Mexicana de Diabetes en Guanajuato ubicada en la colonia San Isidro.
En dicha asociación no solo conoció más casos como el de su pequeño sino que le enseñaron a ella y a Dylan cómo inyectar la insulina, medir la glucosa, contar calorías y hasta el tipo de alimentación que debe tener.
Él sabe inyectarse y pincharse sus dedos, la asociación nos ha ayudado bastante porque los educan a cómo hacerlo y a contar los carbohidratos porque se debe de inyectar la insulina según lo que coma”.
“Su alimentación se compone de dos verduras, dos carnes, tres cereales, un vaso de leche, cuatro grasas, todo indicado por un nutriólogo y eso se debe de cuidar para mantener su salud estable”, compartió la señora.
Es indispensable la insulina
Lupita, la mamá de Dylan Axel, destacó que la insulina es la vida de su hijo debido a que si no se inyecta puede incluso morir, este medicamento se lo otorga el IMSS donde actualmente es atendido, pero a veces le informan que no hay.
Yo no me voy hasta que me la dan, a mí no me interesa si hay o no, me ha tocado ir hasta San Francisco del Rincón por la insulina porque es un medicamento indispensable para mi hijo, la que él usa cuesta mil 600 pesos un frasco que dura 28 días”, detalló.
Como parte de sus hábitos para tener un control de su diabetes, Dylan practica futbol y asiste a la asociación donde convive con más niños en su misma condición.
“Mis papás son diabéticos y una hermana, le pregunté al doctor que si eso era un factor y me explicó que no porque la diabetes tipo 1 no es hereditaria, simplemente el páncreas deja de funcionar.
“Decirles a los papás que están en una situación similar que sí se puede, no es imposible, hay que buscar apoyo de asociaciones. Ellos no son diferentes, son niños iguales a los demás, simplemente no producen insulina”, expresó.
La cifra comprende gastos por medicamentos, pruebas rápidas en consultorios, las valoraciones que se hacen a los pacientes, consultas médica y paramédica y los estadios de laboratorio.
En el segundo nivel, que no se incluye en este cálculo, se contemplan hospitalizaciones y cirugías, entre otros factores.
Viven todos con diabetes
Apenas a sus cuatro años, Thiago tuvo que dejar de comer dulces, entre otros alimentos que un niño de su edad disfruta sin mayor problema, pues fue diagnosticado con diabetes tipo 1.
Su mamá, Elizabeth Hernández compartió que tras recibir la noticia buscó las maneras de aprender, pues acudió a cursos de alimentación y leyó libros para entender cómo funciona el sistema endócrino.
Lo diagnosticaron el 5 de diciembre del 2019. Mi hijo es un claro ejemplo de que sí se puede tener un buen control, a sus ocho años ha dado mucho y lleva un excelente control”.
“Para mí fue una noticia triste porque había escuchado de la diabetes tipo 2 y decirle a un niño de cuatro años que para que él pueda comer necesita inyectarse insulina y que ya no va a poder comer dulces o la misma cantidad como lo hacía es complicado”, expresó.
Recordó que en Thiago todo comenzó con dolores musculares en rodillas, descontrol de esfínteres, pérdida de peso, resequedad en los labios, sed en exceso, ojos hundidos y ojeras.
“Nos dimos cuenta porque a mi hijo desde muy pequeño le ha gustado el futbol, me decía que le dolían los pies y un día me lo llevé a que le hicieran estudios de rutina.
“Me informaron que los niveles de azúcar de Thiago en ayunas estaban en los 480 y que era necesario que le hicieran más estudios y que lo llevara con un endocrinólogo pediatra. Lo llevé a un hospital particular donde lo atendieron por un año porque por la pandemia no había mucho acceso al IMSS”, platicó.
Ahí les aconsejaron acudir a la Asociación Mexicana de Diabetes donde al igual que a Dylan y a su mamá les enseñaron cómo vivir con esta enfermedad.
Elizabeth destacó que también es muy importante el apoyo familiar, por lo que en casa usan el lema de: “Todos vivimos con diabetes” y llevan la misma alimentación de Thiago.
“Todos comemos lo mismo y no decimos que Thiago es diabético, le llamamos condición para que él se sienta arropado y hasta ahorita mi hijo está muy bien. La ventaja es que le gusta el deporte y con el apoyo psicológico entendió que sí puede comer ciertas cosas pero en determinados momentos y cantidades.
No necesitas tener diabetes para empezar a cuidarte, sino saber comer. Es abrigarte en la medicina, en los doctores y en la familia. Él sabe inyectar la insulina y sabe contar carbohidratos”, dijo orgullosa.
Para la conmemoración de este año el lema es “Si no es ahora, ¿cuándo?” y el círculo azul, símbolo utilizado en este simboliza la vida y la salud, el color azul representa al cielo que une a todas las naciones.
Brindan atención a 70 niños y adolescentes
A través del programa “Live for child” de la Federación Internacional de Diabetes, 70 niños y adolescentes que viven con diabetes tipo 1 reciben educación y orientación sobre su condición en la Asociación Mexicana de Diabetes Guanajuato, ubicada en León.
Marcela Paredones Troncoso, coordinadora del área de Salud y Nutrición de dicha asociación adelantó que la intención es que el próximo año este programa se extienda a 140 menores.
“Porque hay más pero necesitamos encontrarlos para darles el apoyo. Esta asociación funciona desde hace 35 años y trabajamos en educar a las personas que viven con diabetes y también a sus familiares.
Cuando recién son diagnosticadas las personas tienen muchas preguntas porque se escucha mucho que a alguien con diabetes se le puede amputar un pie, perder la vista o el funcionamiento de su riñón”, mencionó.
Subrayó que parte de la labor de la asociación es explicar a los pacientes qué es la diabetes y que vivir con esta enfermedad no es una condena de muerte, ya que si se tienen ciertos cuidados se puede tener una buena calidad de vida.
Esta asociación ofrece a bajo costo atención en nutrición, psicología, oftalmología, dental, así como talleres y cursos para pacientes, sus familiares y profesionales de la salud.
“El año pasado cerramos con la atención a ocho mil 900 personas y este año hasta octubre tenemos un registro de seis mil personas atendidas, entre asesorías, atención en el módulo dental, cursos y talleres.
“En los niños normalmente los síntomas de que tienen la glucosa o la azúcar alta son cansancio, dolor de cabeza, muchas ganas de orinar, bajar de peso, mucha hambre, calambres y visión borrosa.
“En muchos casos se dan cuenta que es diabetes tipo 1 porque se empiezan a enfermar y tienen que internarlos porque hay vómitos y deshidratación; la mayoría de los casos de esta diabetes se dan cuenta porque los hospitalizaron”, explicó.
Paredones Troncoso recalcó que estos pacientes requieren insulina desde el momento del diagnóstico el cual se puede dar desde los cero años, incluso recordó que la paciente más pequeña que ha atendido la asociación es de dos meses y compartió que su hijo fue diagnosticado a los ocho meses.
“Una persona educada en su condición de salud es la que más vive, la educación es el tratamiento definitivo, si no conoces lo que tienes es muy difícil tomar acción y la terapia ayuda a ver la enfermedad como una nueva condición de vida”, finalizó.
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