Por Miriam Jordan, de The New York Times, en exclusiva para AM Guanajuato
A diario, las ambulancias los llevan a hospitales en El Paso, Texas; San Diego; y Tucson, Arizona, mientras se retuercen de dolor con fracturas expuestas de brazos y piernas, cráneos rotos, columnas destrozadas. Los hombres y mujeres llegan en camillas flanqueados por agentes con el uniforme verde de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
“Los veo y ya sé que es otra caída desde el muro”, asegura Brian Elmore, médico de urgencias del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Tecnológica de Texas en El Paso.
Esos pacientes son migrantes que impactaron contra el suelo cuando intentaban escalar el muro que separa a México y Estados Unidos en largos tramos de la frontera.
En los últimos años, en un intento por detener la inmigración no autorizada, el gobierno de Estados Unidos ha ampliado la longitud y la altura de las fortificaciones, y el gobierno de Biden autorizó un nuevo tramo. Pero muchos inmigrantes no se han dejado intimidar por las barreras y, para cientos de ellos, el resultado han sido lesiones incapacitantes que requieren varias operaciones quirúrgicas, según médicos que trabajan en hospitales estadounidenses cerca de la frontera.
El muro, la ‘brillante’ idea de Trump
No existe un recuento completo de las lesiones y muertes relacionadas con el muro, pero los médicos que laboran a lo largo de la frontera han estado intensificando sus intentos de monitorear y estudiar las lesiones y muertes relacionadas con las caídas. Afirman que el aumento en los últimos años es significativo, incluso teniendo en cuenta el aumento de las detenciones en la frontera, y que la afluencia de pacientes gravemente heridos está sobrecargando los hospitales estadounidenses en la zona fronteriza.
Atender a los pacientes puede imponer una carga financiera considerable porque los inmigrantes por lo general carecen de seguro, pero a menudo requieren de cirugías complejas y atención hospitalaria prolongada.
“El problema está empeorando cada vez más y el sistema hospitalario está sufriendo un gran impacto”, dijo Jay Doucet, jefe de la unidad de traumatología de UC San Diego Health, que está a unos 24 kilómetros del cruce fronterizo Tijuana-San Ysidro.
El costo de atender a pacientes migrantes en los dos centros de traumatología de San Diego, UC San Diego Health y Scripps Mercy Hospital, ha aumentado de 11 millones de dólares entre 2016 y 2019 a 72 millones entre 2020 y junio de 2022, la última cifra disponible.
La actual red de barreras, que data de la década de 1990, comenzó durante la presidencia de Bill Clinton, y desde entonces cada gobierno ha erigido barreras. “El muro” fue un elemento central de los planes de Trump para la inmigración.
Con Biden no fue diferente
Los agentes realizaron más de 2.4 millones de detenciones en el año fiscal que finalizó el 30 de septiembre, un récord en un momento en el que más personas que nunca huían de sus países de origen por una confluencia de razones, como agitación política, crisis económica y condiciones climáticas extremas.
Cuando se le pidió que comentara sobre las caídas desde el muro y su efecto en los hospitales fronterizos, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) dijo en un comunicado: “El mensaje de la CBP para cualquiera que esté pensando en ingresar ilegalmente a Estados Unidos por la frontera sur es sencillo: no lo haga. Cuando los inmigrantes cruzan la frontera de manera ilegal, ponen sus vidas en riesgo”.
Adam Hosein, profesor asociado de filosofía en la Universidad Northwestern, quien estudia la ética de la política fronteriza, dijo que los migrantes que habían cruzado desiertos y selvas para huir de una vida de privaciones actuaban bajo “extrema coacción” para el momento en el que llegaban a las puertas de Estados Unidos.
“Estas son personas dispuestas a arriesgarlo todo para llegar aquí”, dijo Hosein, autor de un libro sobre la ética de la migración. “El muro está teniendo poco o ningún efecto y al mismo tiempo está causando daños extremos, de los cuales Estados Unidos es responsable”.
Rosmarie Cepeda, de 40 años, llegó a Ciudad Juárez, México, a principios de mayo luego de una travesía de meses, procedente de Venezuela. Dice que intentó usar la aplicación móvil del gobierno de EE. UU, para hacer una cita e ingresar a El Paso por un puerto fronterizo oficial. Pero la demanda de turnos es tan intensa que no consiguió una y decidió arriesgarse.
Cepeda, madre tres hijos que debe mantener en Venezuela, dijo que no tuvo opción más que trepar el muro.
Al caer hacia la oscuridad, Cepeda se desplomó al suelo y se hizo añicos el pie y la parte inferior de la pierna izquierda. La llevaron a un hospital de El Paso donde se sometió a varias cirugías para enderezar y componer sus huesos. Estuvo meses en silla de ruedas.
Alexander Tenorio, neurocirujano de la Universidad de California en San Diego, ha operado a migrantes con laceraciones en el cuero cabelludo que llegan hasta el cráneo. Otros sufrieron daños cerebrales que afectaron permanentemente su capacidad para hablar, caminar y cuidar de sí mismos. Muchos necesitaron intubación para respirar, tuvieron que someterse a varias cirugías y permanecieron durante meses en el hospital.
El año pasado, la Universidad de California en San Diego tuvo que convertir una unidad de posparto en una sala para las víctimas del muro fronterizo. La atención a migrantes gravemente heridos ha afectado la atención a la población local. Por ejemplo, el tiempo de espera para los procedimientos de columna aumentó de tres días a casi dos semanas.
“Esto es solo en nuestro centro, y solo atendemos traumatismos graves”, dijo Tenorio, quien testificó ante el Congreso en julio y es coautor de tres artículos sobre lesiones neurológicas traumáticas asociadas con la altura elevada del muro.
“Es una historia desgarradora y desconocida de sufrimiento humano innecesario”, afirmó.
Los coyotes a menudo colocan escaleras improvisadas contra el muro del lado mexicano, las cuales mantienen en su lugar mientras los migrantes llegan a la cima. Es en el descenso, aferrándose sólo a los barrotes del otro lado, a menudo de noche, que los migrantes a veces resbalan o se sueltan demasiado pronto y se precipitan desde alturas peligrosas hacia suelo estadounidense.
A lo largo del sector de El Paso, un tramo de 418 kilómetros de la frontera donde las barreras varían en altura de 5 a 9 metros, las fracturas de las extremidades inferiores son las más comunes y, a menudo, resultan en varias fracturas de huesos que requieren más de una cirugía. Una triste realidad que se vive de la misma manera, no importa el partido del habitante de la Casa Blanca.
RSV