La diferencia fue que Claudia Sheinbaum operó. Desde varios días antes de que el alcalde Adrián Rubalcava rompiera con el PRI y con la alianza opositora, había estado en contacto personalmente con la candidata presidencial morenista. Cuentan mis fuentes que se chateaban directamente por Whatsapp y que le ofreció lo que él quisiera, hasta un espacio en el gabinete, con tal de que fracturara a la alianza de oposición durante el proceso de definición de la candidatura a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

Y Rubalcava rompió. Ni él quería seguir en la alianza ni la alianza quería seguir con él. Se habían perdido el afecto y la confianza. El dirigente nacional priista, “Alito” Moreno, trató de cerrarle la puerta del registro para que no compitiera por la candidatura porque ya había pactado con el PAN que sería para Santiago Taboada, luego se la volvió a abrir y finalmente se la cerró, en definitiva. Terminaron insultándose por celular. Otra salida para un Alito Moreno que sigue minimizando a todos los que se van. Dice que no le quitan un voto al PRI, que él tiene la estructura, el partido y la base electoral. Pero ya son muchos: Quirino, Pavlovich, Aysa, Osorio Chong, Ruiz Massieu, Eruviel, Fayad y este fin de semana, Murat y Rubalcava.

Claudia Sheinbaum operó para robarse a Rubalcava y Xóchitl Gálvez ni metió las manos para solucionar el problema. La candidata presidencial opositora hasta públicamente dijo que ese no era su asunto. Muchos en la alianza no lo consideran ni siquiera robo porque en espíritu y en acción política, Adrián Rubalcava juega del lado de Morena desde hace tiempo. Pero en nada suma que al arranque oficial de las precampañas su rompimiento marque agenda y genere la sensación de vacío del lado de PAN-PRI-PRD.

Rubalcava, alcalde en Cuajimalpa de la Ciudad de México que llegó impulsado por el PRI, llevaba varios días construyendo su narrativa de salida, incluso navegando en el terreno de la ignominia: minimizó el escándalo de espionaje de la Fiscalía de la Ciudad de México -aun cuando él era una de las víctimas- y abiertamente apoya la reelección de la fiscal Ernestina Godoy, que ha demostrado haber convertido a la dependencia en un penoso apéndice de los intereses políticos de Sheinbaum.

Estaba más cerca de Morena que de la alianza opositora. En la coalición nunca logró repuntar en las encuestas para la Jefatura de Gobierno de la capital del país. Nombres iban y venían, entraban y salían de la contienda, y Rubalcava permanecía estancado. A últimas fechas, protagonizó una suerte de telenovela política en redes sociales -placer culposo- con la alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, quien lo llegó a llamar “Antorcha Humana”, para elogiarlo por encima de Omar García Harfuch al que apodaban “Batman”. Fue su único éxito propagandístico.

Ahora está al servicio de Morena, Claudia Sheinbaum y López Obrador. Antorcha de Troya. Veremos qué premio le toca por doblarse ante el régimen y evidenciar la falta de operación política en la oposición. Mal arranca la campaña para la alianza. El oficialismo logró sortear con éxito su proceso de definición de candidaturas. Al final, no se fueron Monreal ni Marcelo. Se quedaron Harfuch, Lomelí, Mier y hasta el papá del Checo. La oposición no puede presumir de lo mismo.  

 

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Gsz

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