Salamanca, Guanajuato.- Con la Navidad, la esperanza florece para Esteban Sánchez Rivera, un comerciante de 70 años que lleva 20 años viajando desde Zitácuaro, Michoacán, a Salamanca para vender Nochebuenas.

En los últimos años, Esteban ha enfrentado bajas ventas y pérdidas económicas. Para esta temporada navideña, ofrece las Nochebuenas de tamaño regular a 50 pesos, y las flores más pequeñas las vende a 4 por 100 pesos.

“Ya tiene como cinco años que la venta de la Nochebuena se cayó, yo sigo haciéndole la lucha, pero hay poca venta. Ahora sí dije: si Dios me permite regresar a mi casa, yo creo que ya no voy a venir, ya no voy a invertir, porque ya tengo 72 años y trabajo como si tuviera 30. Me gusta trabajar, pero ya no queda nada de la venta”, comentó Esteban.

Esteban cultiva las Nochebuenas con dedicación durante todo el año. Trabaja con fragmentos del tallo, realiza podas, aplica fertilizantes y enraizadoras. Cuando la planta alcanza cierta altura, la vuelve a podar y la coloca en una maceta.

El siguiente paso es introducir la planta en un espacio cerrado herméticamente, y durante un mes, la planta se rocía con agua todos los días cada 20 minutos. Posteriormente, se permite que la planta entre gradualmente en contacto con el aire.

“Es un sufrimiento muy fuerte para quienes sembramos Nochebuenas, allá en Zitácuaro habemos gente pobre que nos endeudamos con las cajas para poder realizar esos trabajos, pero a veces no nos sale y quedamos endeudados, tenemos que vender lo poquito que tenemos para pagar”, señaló el comerciante.

Esteban recuerda que hace poco más de una década eran tiempos mejores. Les permitían vender la flor en las calles cercanas al mercado Tomasa Esteves, y el producto se comercializaba más. Actualmente, para venir a Salamanca, tiene que invertir alrededor de 32 mil pesos en gasolina, hospedaje, alimentos y pagar a un particular por un espacio para vender.

Esteban cultiva las Nochebuenas con dedicación durante todo el año. Foto: Alejandro García Vizcaíno.

Con 70 años a cuestas, Esteban vive solo. Su esposa decidió tomar otro camino, sus hijos ya son adultos e hicieron su vida. En su natal Zitácuaro, lo espera su pequeña cabaña de madera, rodeada de flores y naturaleza, donde cultiva las Nochebuenas y encuentra felicidad viviendo el ocaso de su existencia.

Yo vivo en un jacalito de madera, yo toda mi vida he sido pobre, ahorita ya tengo más de 70 años y me gusta trabajar, pero por más que le hago, por más que trabajo y trabajo nunca he podido tener una casita o un cuartito de material porque no me alcanza y ahí me voy a morir en mi jacalito de madera”.

LALC

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *