Con las acciones autocráticas de López Obrador es fácil entender la preocupación de Moody’s y los posibles efectos en los inversionistas.
Si fuera lógico y prudente el Gobierno federal tomaría muy a pecho las advertencias que divulgó la calificadora internacional Moody’s que señala que el potencial de cambios regulatorios e intervenciones -como desaparecer los organismos independientes- anularán en su mayor parte las ventajas que podría tener México con el fenómeno del “nearshoring”. Ello ya que esta tendencia del Gobierno de la Cuarta Trastornación genera desconfianza en los inversionistas.
O sea que, con su terquedad y sesgo autocrático, el Tlatoani en turno está tomando decisiones en su último año de Gobierno que perjudicarán a México y su economía.
Dice Moody’s: “El riesgo se intensificará a medida que el Gobierno se apresure a completar sus proyectos emblemáticos y acelere los procesos administrativos, incluyendo el Tren Maya, la refinería Dos Bocas y el Corredor Interoceánico del Istmo de Santo Domingo de Tehuantepec”.
Esta aceleración aumenta el riesgo de intervención del Gobierno como la revocación de los títulos de concesión cuando están relacionadas con dichos proyectos, señaló Moody’s. Esta intervención del Gobierno en el sector empresarial enfriará aún más la confianza de los inversionistas, afirmó.
Una industria que particularmente considera la calificadora en riesgo de intervención gubernamental es la de la minería. Sin duda consideran factor indicativo de una tendencia la “estatización” del litio, acto que ha dado pie a una controversia interpuesta por una compañía minera china que posee una concesión para extraer litio en Sonora.
O, seguramente, consideran igualmente la requisición de un pedazo de vía concesionada a particulares para integrarla al proyecto del Transístmico, o la orden de que todos los concesionarios de ferrocarriles en México deben operar pasaje.
Decisiones todas arbitrarias y chicharroneras, reñidas por completo con la operación de un orden democrático, más bien compatibles con las autocracias.
Es muy fácil entender la preocupación de Moody’s, como también se pueden prever los efectos en los inversionistas de las preocupaciones de consideración que reveló.
Poco o nada ayudan los dichos y los hechos del Cacique Macuspeño, quien afirma disparates como el de que la transparencia -elemento esencial para el funcionamiento de una verdadera democracia- es una “creación de los oligarcas” para despojar al País. Ello cuando es, en los hechos, totalmente lo opuesto: es un mecanismo ciudadano, democrático, para asegurar que ningún gobernante saquee al País.
Seguramente el Emperador Lopezuma cree que sus seguidores receptores de dádivas le compran su versión fantasiosa de los hechos en México, pero quienes saben realmente cómo debe operar una democracia capitalista con libertad de emprender, con mercados libres y con tratados de libre comercio, saben que lo que afirma el tabasqueño son patrañas.
¿A quién cree este señor que puede convencer de que el INE -y otros organismos autónomos- debe desaparecer por ser un instrumento de los oligarcas para saquear a México?
Él mismo y sus partidarios apoyaron la creación del IFE, hoy INE, para garantizar en México elecciones administradas por un organismo autónomo. O sea que cuando este señor aspiraba a llegar al poder le parecía perfecto que existiera un IFE-INE, pero ahora que ya está en el poder -y no lo quiere dejar- este organismo, y otros más, le estorban porque “no sirven para nada”.
¿Cómo que no sirven para nada? Éstos hicieron posible que él y sus serviles partidarios llegaran al poder: Lopezuma ejerce hoy el poder como autocrático Emperador gracias a la existencia del IFE-INE y de los Tribunales Electorales y también gracias a que el entonces Presidente Vicente Fox le perdonó el desafuero al que se hizo merecedor merced su desacato a la orden de un juez vía la violación a un amparo.
O sea que quien hoy despotrica contra los organismos autónomos les debe su eventual llegada al poder a éstos.
Su caprichuda actitud, su desempeño autocrático, por supuesto que genera desconfianza, nadie puede vivir y ser productivo cuando todo depende de la voluntad de un solo hombre plagado de defectos, con arraigados resentimientos y un total desconocimiento del funcionamiento de las democracias modernas industrializadas.
Se quedó corta Moody’s, no es desconfianza: ¡es pavor! lo que genera.