Lo que debería ser solo un artículo para desear Feliz Navidad y Año nuevo y hablar de lo que hemos hecho y los proyectos y buenos deseos, se convierte además en una reflexión sobre la violencia en Guanajuato y el país.
Tres masacres se dieron en nuestro estado en menos de un mes, primero los seis jóvenes estudiantes en Celaya, que fueron levantados y luego encontrados muertos cerca de un campus de la UG.
Luego cuatro personas asesinadas y dos heridas en una barbería de Salamanca y finalmente el ataque durante la posada en Salvatierra, con 11 muertos y 14 heridos.
Los medios nos hacen recuento que en la entidad han muerto 60 personas tras masacres solo en 2023 y que en la República suman 61 masacres de manera directa en contra de jóvenes, en lo que va del actual sexenio.
Una de las acepciones de masacre es la que tiene que ver con un ataque artero y premeditado en el que mueren de tres a más personas, y en ese tenor es en el que estamos hablando.
Hay una total impotencia porque sabemos que no solamente es decir “ya basta”, porque para que eso suceda tienen que pasar muchas cosas, principalmente acciones de parte de las autoridades que se ve que no tienen otro interés que el político, el encono y la confrontación.
En medio de esas disputas queda la sociedad civil a la que solo le quedan las manifestaciones y la exigencia de justicia y paz, además de pedir el desagravio porque en todos los casos se criminaliza a las víctimas.
En el caso de los jóvenes celayenses, el Presidente dijo que era por asunto de drogas porque fueron a comprarlas en un territorio contrario a un grupo delictivo y resulta que las necropsias, según la Fiscalía, revelaron que resultaron negativas a esas sustancias.
Y no contento López Obrador, volvió a decir que lo de Salvatierra era por asunto de drogas y no creyó del todo que solo porque a los intrusos no se les dejó entrar a la posada, versión que según la Fiscalía se fundamentó en las declaratorias de más de 30 personas.
Luego tuvimos al gobernador Diego Sinhue evitando hablar del tema ante la insistencia de los reporteros, no sabemos si por no confrontar al Presidente o por no ir en contra de lo que ahora ha señalado la precandidata panista, Libia García Muñoz Ledo, en cuanto a la necesidad de cambios en los mandos de la Seguridad del estado.
Definitivamente la virtual candidata del PAN tiene que ofrecer algo distinto a los guanajuatenses porque en muchos temas no se tienen avances importantes, en especial en la lucha contra la violencia y la inseguridad.
Creo y espero que por eso el eslogan de su campaña es “Un nuevo comienzo”, porque eso significa una ruptura con la forma tradicional de enfrentar los problemas que tiene Guanajuato.
Esa postura la reflejó Libia al señalar lo que ocurre en el estado en temas de violencia desmedida, donde los delincuentes en general y los grupos del crimen organizado actúan de manera tan atroz y displicente, abrigados por la impunidad que rebasa el 90%.
Dijo que se requieren cambios en los mandos de las dependencias de Seguridad a nivel estatal y, sin nombrarlos, tiene que ver con el Fiscal General (vitalicio) Carlos Zamarripa y el Secretario de Seguridad Pública, Alvar Cabeza de Vaca, que también es vitalicio, si no legal, sí de facto.
Pero lo que tendría que reflexionar Libia es que no únicamente se necesitan cambios de mandos, sino de estrategias completas en las que no se puede actuar en solitario, sino que se tiene que hacer realidad la coordinación efectiva con la Federación y con los municipios.
Como es claro que llegará una mujer a la Presidencia de la República y una mujer a la Gubernatura, pues los ciudadanos tenemos la esperanza de que se dé la resiliencia finalmente.
Nuestra esperanza y deseo ferviente es que la paz y la seguridad pública se puedan convertir en realidad o, por lo menos, que inicie ese camino en 2024 para lograrlo…
RAA