Sin poderlo asegurar bajo juramento me parece que la navidad y el año nuevo son, fechas que mueven poderosamente a la sensibilidad de las personas para dejar en los olvidos lo mal acontecido y renovar propósitos de mayor esperanza.

Sea de forma espiritual, por la recordada fecha del nacimiento de Jesús… o por el simple olvidar gelideces traviesas e indignas.

La bendición que tiene el humano de poder caminar sobre etapas siempre mudables en su vida le genera la gracias de poder llegar a ser mejor en sus días, meses o años aún por cursar.

Y claro, sin profundizar demasiado, habrá que tener presente que en un camino por andar debe de abrazar un verdadero propósito de enmienda y una conducta suficientemente rígida para alcanzar nuevos horizontes apetecidos.

Los seres humanos, igual que toda su circundancia, se dice que vivimos inmersos en un constante proceso de cambio.

Así pues, sabemos que una mosca doméstica tiene una vida entre los quince o veinticinco días y conocemos que un árbol de olivo puede estar erecto más de dos mil años.

Y así, casi sin percatarnos de fechas imperceptibles o notorias, pasan sus vidas miles de seres en la cercanía de su natural vecindad entre la nuestra.

Partiendo de una forma estrictamente personal me he dado cuenta de que no soy ya el yo de ayer y que mañana dejaré de ser el yo que soy ahora… así, en ese constante devenir disfruto la gracia de corregir senderos pasados para situarme sobre horizontes que clara y nítidamente entreguen esperanza sobre las inmediateces del por llegar.

Comentarios a: femacswiney@hotmail.com

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