Son muchos y poco el espacio. Caminar cuesta trabajo entre empujones y cuerpos vestidos de guinda, con banderas que agitan y consignas que gritan, quienes no están dispuestos a ceder su lugar.

El evento de Claudia Sheinbaum en un terreno cubierto de grava, a un costado de la carretera Pachuca-Ciudad Sahagún, en Mineral de la Reforma, es la analogía perfecta de lo que pasa en la vida política de la entidad, previo a que Morena defina a sus candidatos para las alcaldías y diputaciones locales y federales. 

El revuelo que generaba el PRI en sexenios pasados, previo a la postulación de candidatos y en visitas de sus aspirantes presidenciales, ahora se trasladó a Morena luego de la alternancia en el gobierno de Hidalgo.

 Son muchos los “suspirantes” en el partido guinda, pero pocas las candidaturas: es la oportunidad de tomarse una selfie a lado de la exjefa de gobierno de la Ciudad de México. Nadie se quiere quedar afuera, todos empujan, dan codazos para hacerse notar. 

Van por una foto, alguna señal desde las alturas de la cuarta transformación que incline la encuesta o el acuerdo político a su favor para conseguir la nominación a la presidencia municipal, diputación local o federal o, ya de perdida, alguna regiduría. 

Así, el encuentro político adquiere otro sentido, un sutil nerviosismo lleno de tenaz expectativa

Acá llega Cuauhtémoc Ochoa entre abucheos, pues ya tiene asegurada la candidatura al Senado. En otro lado, la presidenta del DIF de Mineral de la Reforma, Shadia Martínez Lozada organiza una valla con sus simpatizantes para abrirle paso a la “doctora”. 

Por allá caminan por separado el secretario de Seguridad Pública de Hidalgo, Salvador Cruz Neri, así como de Gobierno, Guillermo Olivares Reyna, y de Educación, Natividad Castrejón, con tal de ocupar sus espacios en el mitin. 

Llega Claudia Sheinbaum. Más aplausos, muchos gritos de presidenta, presidenta, redoblan los empujones en medio de la algarabía y el estruendo desordenado de tantas almas en tan poco espacio. 

Afuera, los autobuses estacionados a un costado de la carretera esperan a los pasajeros para llevarlos a sus lugares de origen. A unos metros, el edificio de Colosio sin fiesta, desierto en una tarde de domingo. Recuerdos de un pasado que perdura.

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