Mitzi Jonelle Tan, de Filipinas, centro, y otros activistas se manifiestan por un cese de fuego en la guerra entre Israel y Hamás en la cumbre climática de la ONU en Dubai, Emiratos Árabes Unidos

En los últimos meses, en pancartas, camisetas, globos y mensajes en redes sociales, ha surgido un símbolo mundial en las protestas contra la guerra Israel-Hamás; la sandía.

Los colores de la tajada de sandía —pulpa roja, cáscara verde y blanca y semillas negras— son los mismos que los de la bandera palestina. De Nueva York a Tel Aviv, de Dubái a Belgrado, la fruta se ha convertido en símbolo de solidaridad, al reunir a activistas que no hablan el mismo idioma ni pertenecen a la misma cultura, pero comparten una causa.

Para evadir la censura, los disidentes chinos crearon el “algospeak”, con el algo de algoritmo y speak, habla en inglés. Son signos taquigráficos que evaden las limitaciones al contenido, como en los memes del osito Winnie the Pooh que se mofan del presidente chino Xi Jinping. La gente alrededor del mundo empezó a usar el algospeak para subvertir los prejuicios algorítmicos en TikTok, Instagram y otras plataformas.

El internet actual abunda en signos pictóricos —imágenes pixeladas, emojis y otros códigos tipográficos— que apuntan al disenso político. El emoji de la sandía es el ejemplo más reciente.

La sandía es parte de la dieta tradicional del Oriente Medio. En Gaza, es parte de una ensalada que originalmente era consumida por las tribus árabes beduinas.

Los jóvenes activistas usan cada vez más el emoji de la sandía al clamar por un cese de fuego en Gaza. El emoji puede confundir a los algoritmos que, según ellos, emplean las empresas tecnológicas para borrar mensajes que contienen palabras clave como “Gaza” o incluso “palestino”.

“Con (el emoji de) la sandía, creo que es la primera vez que veo su uso generalizado como símbolo”. Y eso para mí significa un aumento notable de la censura de todo contenido palestino”, dijo Jillian York, directora para la libertad de expresión internacional de la Fundación Frontera Electrónica.

York, quien reside en Berlín, ha estudiado las políticas de Meta, la empresa matriz de Facebook e Instagram. Las organizaciones que estudian los derechos digitales en el Oriente Medio dicen haber descubierto prejuicios descarados en ambas plataformas.

“La censura es bastante obvia en Instagram”, dijo York. A mediados de octubre, la gente empezó a advertir que si la biografía personal decía “palestino” en inglés junto a la bandera palestina y “Alabado sea dios” en árabe, la app traducía el texto a “terrorista”. Meta emitió una disculpa pública.

La gran repercusión de la sandía se debe también a que contiene semillas. Hay un dicho, atribuido al poeta griego Dinos Christianopoulos, que los activistas citan con frecuencia: “Quisieron enterrarnos. No sabían que éramos semillas”.

JFF

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