León, Guanajuato.- Sé que como a mí, a ti también te pasa: encontrar juguetes que fueron parte crucial de la infancia es de las cosas más bonitas que puedes encontrar en la Feria de León. 

Caminando por la Explanada Bicentenario, ya casi llegando al Palenque, tras una pelea por una concha gigante en la panadería San Sebastián, me encontré con esta joya que pensé en el olvido: ¡Los títeres de rancheritos y del chavo del 8!

Muchos crecimos con estos monitos. Foto: Juanita Crespo. 

Es que, en todo hogar que se respete había un títere ya sea propiedad de tu abuelito, tío o de alguien que presumía su habilidad de titiritero. 

Cuando era niña, se vendían al por mayor dentro del Centro de Convenciones -ahora Poliforum- y ahora que los encontré fue como reencontrarse con un viejo amigo y para otros un terror de su niñez.

Nunca supe manejarlos, se requería de cierta habilidad, pero el niño que lo lograra se convertía en el más popular de la cuadra o de la escuela. 

Los títeres de la nostalgia. Foto: Juanita Crespo. 

Otros le tenían miedo, no por su aspecto, sino por las historias que contaban los niños más grandes. 

Decían que te iban a jalar los pies en la noche y que caminaban por la cocina para robarse la comida, otros que te iban a ahorcar…ya saben, historias para hacerte llorar. 

Yo tuve un recuerdo un poco trágico: una vez una compañerita llevó el títere a la primaria, como todos querían jugar con él, lanzó a su muñeco para librarse de ellos, y me tocó que un rancherito me diera un cabezazo en la cara, ese día supe lo que era un chipote. 

Había más juguetes. Foto: Juanita Crespo. 

Cuando los vi este semana en la feria, desbloqueé ese recuerdo, me dio mucha risa -ahora me río, pero ese día me dolía mucho la cara-; al preguntarle a mis hermanos sobre los muñequitos todos dicen los mismo: ¡Ay! a mí me daban miedo. Dio otro vistazo al puesto del señor que los vendía, un artesano de Michoacán que se pone de las 10 de la mañana a las 11 de la noche. 

Tenía guitarritas de madera, eran frágiles, muchas antes de llegar a casa ya tenía rotas las cuerdas. 

Estaba el valero, justo mi papá (q.e.p.d) era fan de ellos, otro infaltable para las generaciones que se entretenían fuera del celular. 

Esos fueron los juguetes que nos forjaron, lejos de las pantallas de celular, estaban las historias que tenías que crear para convertir a ese juguete en el protagonista de un multiverso paralelo al tuyo. 

¡Nos vemos en la feria! 

 

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