En el Salvador, durante 2015 se cometieron seis mil 656 asesinatos intencionales y luego de las medidas impuestas por el presidente Nayib Bukele se fueron disminuyendo paulatinamente hasta la cifra de 2022 en que se registraron 495, más de seis mil homicidios dolosos menos.
A la par, todos los índices delictivos, especialmente las extorsiones, los secuestros, los asaltos e incluso violaciones descendieron drásticamente en la misma proporción.
Hoy se informa que deben estar tras las rejas unos 70 mil presuntos integrantes de pandillas (que más que simples pandillas, eran grupos de la delincuencia organizada), denominadas Maras, como la Salvatrucha y la 18, especialmente.
Todos estos resultados han permitido a Bukele convertirse en el gobernante con mayor aprobación en el mundo (93 %), dejando atrás al Primer Ministro de la India, Narendra Modi, que tiene un 71 % y al que posee el segundo sitio, López Obrador, con un promedio del 64 %.
Los recientes hechos de violencia ocurridos en Ecuador (especialmente la toma de una de las televisoras más importantes del país) provocaron que el presidente Daniel Noboa les declarara la guerra a los cárteles criminales.
Pero no solo eso hizo Noboa, sino que anunció medidas como las del método Bukele de perseguir y encarcelar a los delincuentes, no sin antes haber decretado Estado de excepción y ahora con el anuncio de construir prisiones de máxima seguridad como las de El Salvador.
Al hablar de todo esto, no podemos, digo, dejar de pensar en la situación que vivimos en México y en qué medida sería o no posible adoptar un método como el de Bukele para de una vez por todas empezar a terminar con la violencia y la inseguridad que nos tiene en vilo, noche y día.
Sin embargo, tendríamos que ver las circunstancias de cada país y el porqué en un lado fue posible lograr la utopía como la de El Salvador (Bukele), y en los otros no es tan fácil.
Bukele no llegó ahí por su cara bonita sino por su tenacidad que ha estado incluso por encima de la ley y la Constitución salvadoreña. Ahora sí que se encamina a ser como él mismo se ha denominado “El dictador más cool del mundo mundial”.
Bukele ha logrado el control de los otros poderes como el Judicial y el Legislativo y no tiene oposición en nada de lo que pueda o no determinar o decretar. La reelección está vedada en la Constitución, pero con reformas legales ha abierto la posibilidad de ser de nuevo Presidente.
En este momento Bukele tiene licencia (aunque siga mandando) para inscribirse en el entrante proceso electoral del que por supuesto sería el triunfador indiscutible por su popularidad.
Tenemos que ver otras diferencias que tienen Ecuador y México con relación a El Salvador, tanto de territorio como de población e incluso de configuración geográfica, que es determinante para perseguir al crimen o para que se escondan los delincuentes.
El Salvador tiene 6.3 millones de habitantes, Ecuador tiene 16.9 millones y México registra 129 millones a 2023.
Hemos visto que en México los precandidatos tanto a gobernadores como a la Presidencia de la República se centran en el tema de la seguridad pública y el combate a la delincuencia, pero hasta que les permitan veremos cuáles serán sus propuestas, sus fórmulas, y si es que alguno quiere emular al método Bukele.
Yo creo que lo que ha faltado en México ha sido una gran voluntad de todos los órdenes de gobierno que dejan a la deriva al pueblo, quien ha tenido que tomar la justicia por sus propias manos y sus propias vidas.
Una vez concluido el proceso electoral y terminadas las controversias de quiénes serán los ganadores, se tendrá que exigir que, de una vez por todas, los órdenes de gobierno y los Poderes, trabajen por lo primero que exigimos: seguridad, justicia y paz.
RAA