Fue en el otoño de 1978. Unión de Curtidores, el Equipo del Pueblo, recibía en casa a los Tiburones Rojos del Veracruz. 

Los locales, que jugaban en el histórico estadio de La Martinica, llegaban con cierta regularidad al duelo de la ronda número siete de la temporada 1978-79. El destino y sus azares, colocó a los cuereros en un peculiar predicamento cabalístico con su récord colectivo asociativo al número dos: dos victorias ante Cruz Azul y Deportivo Neza; dos empates ante Tampico y Atlante y dos derrotas ante Atlético Potosino y Toluca

Por eso, el jueves 19 de octubre, las cosas debían salir diferentes a como diera lugar, pero como el balompié es analogía de la vida misma, todo tenía un alto precio por pagar y, frente a su gente, Curtidores y Tiburones dieron cátedra de cómo instaurar cerrojos en el mediocampo. 

Hugo Dávila abrió la cuenta de penal a los 34’, pero Isidro Caballero no tardó en responder con el empate para los escualos a los 36’. A partir de ese momento, las redes de la visita parecieron reticentes al júbilo de ponerse a bailar con un arquero escualo que se encargó de protegerlas de los feroces pero a la vez sorprendentes disparos del rival. 

Entre la imposibilidad de acercarse y romper por completo el muro defensivo jarocho, una genialidad salió de la chistera gracias a una figura corpulenta, desequilibrante y llamativa por su largo cabello que le rozaba los hombros. 

Corría el minuto 51 cuando el balón cayó en la banda izquierda de Lucas Francisco Zacarías, quien se echó a correr algunos metros con la esférica. Acompañante predilecta de sus botines, la ‘caprichosa’ fue el as bajo la manga cuando entró de lleno en el área grande. Danzando al son del vitoreo, recortó hacia dentro para quitarse al defensor que lo correteó sin éxito y, de forma categórica, hacer estallar de alegría La Martinica con un disparo que fue directo al ángulo izquierdo del guardameta. Fue el quinto gol de su autoría en los primeros siete partidos del torneo. 

Lucas Zacarías en un juego del Unión de Curtidores. Foto: Cortesía.

“Es el gol que más recuerdo de mi trayectoria por la importancia que generó en el juego que estaba cerradísimo y con ese ganamos el partido. El recordar ese tipo de cosas es volver a vivir y te llena de nostalgia de esos momentos que ya se fueron”. 

Cuarenta y seis años después, es así como lo recuerda Zacarías, quien con total claridad en sus palabras, se dice tranquilo y estable tras atravesar problemas de salud que lo aquejaron en los últimos días. 

“Tuve algunos ataques de epilepsia y me llevaron a hacer muchos exámenes, pero ya me siento muy bien aunque todavía faltan por realizarme estudios para saber exactamente donde es el origen”. 

Con el apodado Equipo del Pueblo, Lucas se hizo de un lugar especial en el deporte leonés. Foto: Cortesía.

La fe es la motivación de un fuerte carácter que, con el pasar de los años, se encuentra en lo más alto de su persona. Por eso, con el recuerdo de un cercano pasado donde seguía derrochando calidad en la liga de veteranos y apoyaba a los jóvenes con su mentoría en el proceso de formación, recalca su bienestar y la buena vibra que emana en su círculo social. 

“Primero Dios vamos a salir adelante, yo me siento bien, pero esto sí me puso un poco alerta. Confío en que todo comenzará a salir mejor y, a toda esa afición que me mandó mensajes de cariño y aliento, les agradezco mucho”, concluyó. 

*Con datos de RSSSF e información de Gabriel Márquez.

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