Queridas víctimas de esta columna que camina a los 30 años. Como habrán visto en estas líneas, le he atinado a la probabilidad de ocurrencia de hechos, basados en la estadística. Algo tendría que quedar con décadas de aprender y enseñar de modelación matemática. Lo mismo la victoria en la interna del PAN de Sheffield, o la apretada victoria de Márquez sobre el buen Juani o la primera plana de este periódico donde solitarios, afirmábamos que Bárbara ganaría la Presidencia de León sobre Salim. Considero que hay una dosis de mirar y medir todo objetivamente, pero también, de leer bien las variables que intervienen en el sistema y así, construir un modelo.
León, nuestra maravillosa ciudad tiene enormes desafíos a futuro, pero el principal, el estructural, es el agua. También es enorme el problema de la pobreza que tiene sumidos en la desesperanza a cientos de miles y a ellos deberemos voltear. La delincuencia, reflejo de ella, ni se diga, en una ciudad que sigue teniendo la medalla por tener la tasa de autos de lujo más alta del País. Solo que ese gen conservador que por siglos hemos desarrollado en León, resultado de generaciones migrantes que han trabajado en paz y con base en el esfuerzo, es el sustento de la convivencia armónica que tenemos y busca conservar lo que hoy somos y poseemos.
Aquí he escrito cantidad sobre cómo se formó la cultura leonesa desde las cuatro grandes migraciones y porqué la religiosidad y ese sentido de que Él está en nosotros, nos hace fraternos y serenos frente a la realidad social en este ecosistema árido. Podría escribir un libro sobre el origen de ese pensamiento conservador, el que nos hace gustar la realidad presente y nuestro pasado y rechazar las propuestas de que esto cambie y porqué sé respeta aquí, al que gana. Nuestra Feria es el lugar enorme de aprendizajes de vida y nos da muchas respuestas a las preguntas de porqué somos como somos. Nos encontramos en ella y nos festejamos existencialmente por estar apretados en medio de música, comida y luces. Así somos los leoneses y así seremos en unas generaciones más. Trabajamos para vivir y vivimos para trabajar y no nos gusta la violencia ni los conflictos. Los malosos foráneos traídos por el crimen ya también respiran aquí y les identificamos, desde las residenciales del norte hasta los suburbios con guaridas y volteamos hacia otro lado para imaginar que se van para siempre.
RAA
La probabilidad es hija de la estadística y esta nace por los datos reales de lo que la gente prefiere. México tendrá al menos otro sexenio ahora con Claudia como primera presidenta y Libia será aquí la primera gobernadora y Ale será reelecta como alcaldesa. El País eligió a las mujeres como aquellas que tienen la capacidad de conciliar y de administrar los recursos con las manos limpias. El electorado tendrá un voto diferenciado y espera el abrazo femenino y la esperanza de que nos ofrecerán un futuro que será mejor. No espera que sean la Cruella de Vil de las películas que amenaza, vocifera y espanta.
Aquí se trata de que invoquemos lo mejor que tenemos como seres humanos y pensar en los ríos de chiquillos que iluminan su rostro en la Feria sin imaginar lo cruento de este sexenio, el más sangriento de la historia del País y que les digamos –aún con la duda interior-, que el futuro es maravilloso. Por eso, aseguro que el México de la paz y el trabajo necesita ya de concordia y de paz. Aseguro que encontraremos las fórmulas para calmar nuestra sed a pesar de que el presidente AMLO nos deje como herencia histórica el habernos quitado al agua solo por pensar diferentes a él. León es hoy un mosaico de proyectos de vida que coinciden en que quieren que la ciudad sea como la Feria, ese espacio donde todos coincidimos olvidando las diferencias que nos alejan. Se trata por eso, de que, en junio, la gente salga a votar seleccionando a su líder. El electorado leonés votará por la concordia y el trabajo, no por los discursos de división, descalificación y odio, sino por esos que nos permitan a todos, volver a darnos la mano.
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