El Ejército Mexicano no es de los más poderosos del mundo en materia bélica, aunque haya subido posiciones, pero lo que sí se puede decir es que es de los que tienen más recursos financieros al haberse convertido en un consorcio empresarial.
En días recientes, el presidente López Obrador anunció que el mantenimiento de las carreteras del país le sería dado a la Sedena, y luego explicó que serían las del sureste del territorio mexicano.
Lo preocupante es lo que señaló el Colegio de Ingenieros Civiles de México, en cuanto a que desde hace tiempo ya se les venían cancelando los contratos para obras de mantenimiento en todo el país, lo cual afecta a cientos de pequeñas y medianas empresas.
El argumento del Presidente fue que muchas empresas de este ramo son corruptas, pero no señaló a ninguna en particular y los ingenieros le pidieron que haga denuncias y presente pruebas.
El asunto de fondo es que esta es una tarea empresarial más que se le da a la Sedena, que se suma a las docenas de ocupaciones de este tipo que ya tiene por encargos y decretos presidenciales.
Si el nuestro no es el Ejército más rico del mundo, nos dice Luis Miguel González, de El Financiero, que si fuera una persona sería el tercer empresario más rico del país, sólo detrás de Carlos Slim y Germán Larrea.
Por supuesto que sería uno de los más influyentes del mundo, digo yo, digno de las listas de Forbes.
Como consorcio constructor y administrador ya registrado, nuestro Ejército tiene cuatro aeropuertos, dos trenes (el Maya y el Transístmico), una línea aérea, control de aduanas, su propio banco (Banjército), y ahora el mantenimiento de la red carretera, etc.
Los activos de Sedena serían hoy de alrededor de los 20 mil millones de dólares si es que no se le siguen otorgando más funciones y empresas en concreto.
Las preguntas son: ¿Todo esto está bien? ¿No debería enfocarse en su función principal de garantizar la integridad, la independencia y la soberanía de la Nación? ¿No debería de dedicarse en combatir a la delincuencia organizada (principalmente los cárteles del narcotráfico)?
No dudo que el Ejército pueda ser buen administrador porque tiene de todo tipo de profesionistas y hay capacidad de administración, pero no empresarial sino militar.
Por otro lado, no va a ser un buen empresario que pueda tener y presentar sus balances de números rojos y negros porque por decretos presidenciales no está obligado a transparentar nada, porque sus empresas son asuntos de “seguridad nacional”.
¿Constitucional y legalmente puede el Ejército ser empresario? Lo que pasa es que hay subterfugios por los cuales sí puede realizar esta función, incluso en la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, indica que puede realizar obras y acciones que tiendan al progreso del país.
Nuestras Fuerzas Armadas también pueden ser constructores y fabricantes de todo tipo de insumos y bienes, pero se indican estas funciones especialmente cuando se está en estado de guerra y en este momento no lo estamos.
No hay una guerra declarada en contra de nadie, ni de naciones ni de enemigos internos, por lo que el Ejército debería estar enfocado, entre otros asuntos, en que “en caso de desastres prestar ayuda para el mantenimiento del orden, auxilio de las personas y sus bienes y la reconstrucción de las zonas afectadas”.
Por supuesto que nos viene a la mente la reciente devastación ocurrida en Acapulco, por el huracán Otis, y cuya reconstrucción ya se hubiera concretado con tantos recursos y capacidades de nuestro Ejército.