Se acabó el sexenio del Presidente AMLO y así como logró algunas de sus promesas, fracasó en cantidad de otras, con no tan buenas intenciones. En su propósito de desaparecer los organismos autónomos y evitar contrapesos, se focalizó en la Suprema Corte de Justicia y en el INE Instituto Nacional Electoral. Sin abundar en las causalidades que tiene y en cómo ve él al poder y al mundo, la realidad es que las instituciones en nuestro querido País, tienen todavía gracias a la Constitución, algunos contrapesos para que podamos ser gobernados sin depender solo del poder o voluntad de un solo hombre (o mujer).
El INE es uno de los órganos constitucionales autónomos de México con funciones de máxima autoridad electoral y se encarga de celebrar y regular los procesos electorales y nombrar las directrices a las que se sujetarán los participantes de dichos procesos. Crearlo le costó décadas a la izquierda histórica, pues en la práctica, el PRI tenía el control de las elecciones desde la Comisión Federal Electoral y así aseguraba el “carro completo” en las elecciones. Entre las funciones del INE se incluyen: organizar elecciones en todo el territorio mexicano, tanto federales como locales (en cuyo caso se coordina con los organismos públicos locales electorales como el IEEG); organizar los procesos de participación ciudadana, tales como la iniciativa ciudadana, consulta popular o revocación de mandato; administrar el Registro Federal de Electores y, con él, expedir la credencial para votar (coloquialmente llamada “INE”); difundir con exclusividad la información pública sobre los procesos electorales; intervenir, si hay solicitud, en los procesos de elección interna de los partidos políticos; promover por distintos métodos la participación ciudadana en la vida pública, la preeminencia del sistema democrático y el ejercicio libre del voto; normar los tiempos de radio y televisión para todos los involucrados en los procesos electorales y vigilar el uso de los recursos públicos entregados a órganos electorales y partidos políticos.
El INE fue creado el 10 de febrero de 2014, en sustitución del Instituto Federal Electoral, (IFE) tras la reforma política-electoral de 2014. Goza de altos niveles de aceptación y confianza entre la ciudadanía, mayor incluso que los también altos niveles que tiene el Presidente AMLO. Tiene un aparato “caro”, es cierto, porque en el presupuesto asignado por el Congreso, se incluyen las “prerrogativas” electorales a los partidos políticos, pues el sistema electoral se basa en la desconfianza que por décadas incubamos los mexicanos, precisamente por los fraudes electorales que hacía el PRI, como el de 1988 orquestado por Bartlett, el consentido del Presidente AMLO.
Todo el sexenio y aún antes en sus 3 campañas electorales, AMLO denostó, ofendió, atacó, insultó, al INE y a los Consejeros Electorales. Toda clase de calificativos como los que les surten a los árbitros, los jugadores que no saben perder. Pero las elecciones son como un partido de basquetbol en donde se requieren videos y árbitros por lo complicado y rápido de las jugadas, donde los jugadores entran al partido aceptando las reglas y a los árbitros y así es como se juega “limpio”. Pero cuando alguno de los contendientes no sabe perder e insiste en que las reglas y el árbitro están “vendidos”, a lo largo del partido estarán acusando y protestando. Con todo, el INE ha fungido como árbitro en numerosos procesos electorales donde mayoritariamente ha salido victorioso el partido del Presidente y él mismo, fue votado abrumadoramente por el pueblo.
Pero el Presidente ha insistido en tener el control del INE y/o desaparecerlo, para que desde la Secretaría de Gobernación se pueda tener el control del registro federal de electores y las elecciones puedan ser organizadas por consejos electorales (actualmente evaluados por perfil profesional) que sean nombrados por votación e incluso los representantes en las casillas (actualmente definidos por sorteo o insaculación). Solo que, en su sexenio, afortunadamente, no pudo desaparecer al INE, aunque sí, le redujo presupuesto. Le falló su Plan “A”, intentó el “B” y busca como “C” tener el control absoluto del Congreso para controlar el INE. No lo logrará. La democracia y la cultura política han avanzado en México. El País del futuro será construido siempre con contrapesos; con pluralidad; con democracia electoral para un futuro en el quepamos todos, y no solo, el partido del Presidente AMLO.