Marcos 12, 28-34
~ Viendo Jesús que había hablado con sensatez, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios” ~
El letrado pone frente a Jesús una discusión de escuela. Jesús le responde desde sus categorías, desde la antigua ley. Solo que la refresca y la actualiza. En el Antiguo Testamento no figuraba el amor a Dios como único mandamiento; se mencionaba, además, el amor al prójimo. Porque Dios era inseparable del hombre. Pero en el uso de la religión, los dirigentes habían traicionado el mandamiento sobre el hombre, mediante la explotación del pueblo. Ejercían un culto que honraba solamente a Dios.
Ahora también me parece que caemos en el mismo error. Si tantas leyes positivas consideraran, aunque fuera un poco, el horizonte de Dios en su relación con el ser humano y el objeto de la ley, es seguro que modificaríamos el paisaje social.
Dios es el valor absoluto ––por eso hay que amarlo con todo el corazón–– y el hombre es el valor relativo ––a tu prójimo como a ti mismo––. Jesús enseñará cómo se vive este mandamiento a plenitud en la institución de la eucaristía (14,22-25; cf. 10,45; 13,37).
La mejor lectura a la respuesta que da Jesús al escriba es esta: quien está por el bien de la persona humana, no está lejos del Reino.
Igual que aquel letrado, nosotros podemos intentar acercarnos al Reino. Solo basta vivir de manera coherente nuestra relación con Dios; Él siempre nos va a remitir a nuestro prójimo.
¿Qué tanto te has acercado al Reino?
Oración:
Señor Jesús, ¡qué bien me viene entender tu mandamiento! Parece que me descansa. No es un mandamiento lejano, sino muy íntimo. Me alegra descubrir que mi relación contigo no está completa si no te amo en mis hermanos; si no los amo como a mí mismo.
Permite que en nuestro hogar y en el trabajo seamos buenos letrados de tu ley. Que nuestra ilustración no nos arranque el calor espiritual de tu amor. Haznos sensibles al sufrimiento humano y déjanos saber cuándo y con quién vivir la caridad. Amén.