Siendo por demás triste y lamentable la muerte por ahogamiento de SIETE cadetes del Ejército en Ensenada por imprudencia de los mandos castrenses, que los mandaron al mar embravecido con todo y su equipo puesto, algunos sin saber nadar, sirve la tragedia para indicarle al Supremo Politburó de esta atribulada nación en manos de quién están colocando la operación del País.

Aclaramos: nada tenemos contra los militares; hemos conocido a muchos y podemos afirmar que hay en nuestro Ejército gente preparada, inteligente y capaz. Pero, como en toda organización, también hay personas impreparadas, imprudentes e incapaces, a quienes no se les pueden confiar VIDAS ajenas, pues las decisiones que toman resultan catastróficas.

TODOS ellos han sido preparados y educados para UNA SOLA COSA: ser soldados, esto es, pelear en defensa de nuestro territorio. NO han sido preparados para operar aerolíneas, ni para distribuir medicamentos y enseres médicos, o administrar aduanas y aeropuertos.

Imaginen lo que sucediera si el teniente coronel que aventó a la muerte a los cadetes bajo su mando en Ensenada fuera el mismo que controla un aeropuerto o un hospital. No sólo las MUERTES de estos pobres cadetes debemos llorar, sino también las MENTIRAS, la opacidad que ha rodeado este episodio trágico.

Habiendo sucedido éste el 20 de febrero, la Sedena se tardó una semana para empezar a notificar a los familiares -uno de ellos esposo y padre de tres hijos- y apenas se informó a la opinión pública nacional de la tragedia el 4 de marzo. Dijo el Secretario de la Defensa que se investigaba la hipótesis de que los soldados ahogados en el mar, abrumados por olas de CUATRO METROS, habían perecido en una “novatada”.

Lo de la novatada no es verdad, los cadetes estaban a escasos días de GRADUARSE, no iniciaban su curso, fue más bien una soberana pendejada ordenada por el teniente coronel que los comandaba en el Centro de Adiestramiento “El Ciprés”. Una en la que si el responsable fuese juzgado en una corte civil sería merecedor de ser acusado de “homicidio culposo”.

Pudo haber habido MÁS MUERTOS: ONCE elementos del grupo se mantuvieron a flote mientras las fuertes corrientes los arrastraban hacia el mar en una playa en la que ondeaban banderas ROJAS de advertencia. Cuatro de ellos lograron salvarse, en tanto fueron recuperados los cuerpos de SIETE de sus compañeros ahogados en altamar. ¡Vaya manera de entrenar a los cadetes: flotar o morir!

Volvemos a lo que les decíamos al inicio de este opus: ¿en manos de quién está poniendo el País el Tlatoani Tabasqueño? ¿De dónde saca este señor que TODOS los militares son capaces de llevar -mejor que nadie- las labores que les tocan a las instituciones civiles creadas y reguladas por las LEYES emanadas de la Constitución?

¿Quién le dio la autoridad para desaparecer todo el SERVICIO CIVIL mexicano?, y USURPAR las funciones que les corresponden a las diferentes dependencias creadas específicamente para dar mantenimiento a nuestras carreteras, operar nuestro espacio aéreo, atender a pacientes, dotarlos de medicinas, construir las obras públicas del País con total transparencia y con licitaciones al mejor postor.

Apegándose al viejo mito de Goebbels, el ministro de Propaganda de Hitler, de que una mentira repetida muchas veces se convierte en verdad, afirma el Tlatoani que involucra al Ejército quesque para erradicar la corrupción. Ello, cuando hay evidencia -y quejas públicas- de que la corrupción en las ADUANAS bajo control militar está igual O PEOR que antes.

Normalistas de Ayotzinapa le tumbaron la puerta de PALACIO NACIONAL, “su” residencia porque, habiendo prometido aclarar el crimen de los 43 y habiéndose autonombrado “investigador principal” del mismo, no ha hecho más que ENCUBRIR a los mandos militares que -según testigos- colaboraban con los CAPOS e incluso, ayudaron a desaparecer a parte de los estudiantes.

¡Y aún así sigue vendiendo el cuento de que con el Ejército se acaba la corrupción! Pese a “denunciar” la corrupción, el Tlatoani NO HA PRESENTADO NI UNA SOLA DENUNCIA contra grupos o personas que él afirma que son corruptos.

En cambio, a los que SÍ LO SON los encubre y protege, y a algunos incluso les dará FUERO con diputaciones o senadurías. ¡Pobre México! ¿En manos de quién estás?

 

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