Un nuevo comienzo llegó al Estadio Domingo Santana. Después de una temporada de edificar la idolatría e identidad en la Liga Mexicana de Sóftbol (LMS) con las Bravas de León, el equipo varonil regresó al diamante con el inicio del campamento de primavera.
Como en cada año, la ilusión está renovada, sin embargo, tal como sucedió en el 2023, la paciencia ya no está garantizada. El objetivo es claro: dejar de ser solo un equipo animador y transformarse en uno competitivo que se aleje del sótano de la Zona Sur y pelee, de tú a tú, frente a los Diablos Rojos del México, Pericos de Puebla y Leones de Yucatán, quienes se erigen como las potencias de la zona.
Son cuatro años consecutivos en los que Bravos se queda con el mínimo de actividad en los juegos establecidos dentro de la temporada regular. Ante esta sequía, no es sorprendente admirar el pesimismo y frustración que existe en la mayoría de los fanáticos leoneses.
Claro está que su lealtad jamás será negociada, pero también tienen derecho a expresarse y vaya que lo han hecho en esta temporada baja.
A diferencia de años anteriores, veo a una gente mayormente exigente en cuanto a la calidad del roster se refiere y lo expresan mediante redes sociales.
Como lo dije en la introducción: la paciencia ya no está garantizada. Es una obligación dejar de lado la mediocridad de ser los sotaneros y, de verdad, aspirar a algo más que una simple temporada regular.
Dentro de lo malo, está lo bueno. Sí, existe un cierto apego a los peloteros extranjeros por el gran número de refuerzos de cara a esta próxima temporada (más de 10), pero mientras sean de un calibre distinto a lo que nos han tenido acostumbrados, la afición no lo va a recriminar.
Hombres como Eddy Díaz, Wendolyn Bautista, Samuel Adames, Leandro Castro y Micker Adolfo, están obligados a encontrar regularidad y ganarse a la afición con gratas actuaciones dentro y fuera de la apodada Fortaleza.
El camino será sinuoso y complicado, más cuando hay solvencia en los demás proyectos del circuito, pero es allí donde el orgullo de vestir la franela de los Bravos de León debe imperar ante cualquier adversidad.
Veremos cómo se van acomodando las piezas del rompecabezas de Rafael Rijo, quien vivirá su primera temporada completa al mando del equipo. No obstante, no lo hará solo, pues contará con la mentoría de leyendas como Heber Gómez y Ramón Esquer, quienes tienen bastante experiencia en el beisbol mexicano.
Por último, está claro que la principal duda a resolver es el pitcheo. Históricamente, desde su regreso en 2017, Bravos ha sufrido con carreras admitidas, jonrones permitidos y bases por bola otorgados.
Tan solo en 2023, fueron el quinto peor equipo en promedio ofensivo del rival con .291; el tercer peor en WHIP con 1.65; el segundo peor en carreras admitidas con 532 y en jonrones permitidos con 91; y el peor de todo el circuito en bases por bola otorgadas con 404.
Los números son fríos y hablan por sí solos.
La problemática es obvia y mucho dependerá del trabajo de Luis Enrique Huerta y Ramón Cairoz, quienes fungirán en la labor de coach de pitcheo y bullpen, respectivamente.
La paciencia, Bravos, ya es poca.
Eso, de antemano, creo que ustedes ya lo saben.
Depende de ustedes mismos cobrarse la enorme deuda moral que se tiene con la leal y apasionada afición de los Bravos de León.
Ojalá se logre en 2024…
PD: Lo había dicho en otro espacio, pero no está demás recalcarlo. Bien por los Bravos en darle oportunidad a talentos como Bryan Lara, Antuan Franco, Junior Peralta e Israel Camacho. Son de casa y será primordial permitirles un avance en su juego individual y colectivo.
-El Dugout del Gabo.