La admisión de Cuba el 4 de marzo de que ha pedido ayuda alimentaria para sus niños al Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas recibió poca atención internacional, pero dice mucho sobre el colapso económico de la autodenominada revolución cubana. Es la primera vez que Cuba solicita ayuda del PMA, dicen funcionarios de la agencia. 

Y puede pasar a la historia como uno de los ejemplos más vívidos del fracaso del experimento socialista iniciado por el fallecido jefe guerrillero convertido en dictador Fidel Castro. Cuba pidió ayuda (del PMA) para la compra de leche en polvo con el fin de garantizar el suministro a los niños cubanos, informó el portal estatal de internet Cuba Debate, confirmando un informe de prensa anterior de la agencia de noticias española EFE. 

En breve llegará a Cuba un barco con 375 toneladas de leche en polvo procedentes de Brasil enviadas por el PMA, añadió Cuba Debate.

La noticia llegó en medio de informes de una creciente escasez de pan, frijoles y otros alimentos esenciales, así como de escasez de combustible y cortes de electricidad. 

El régimen cubano anunció el 1 de marzo un aumento del 400 por ciento en los precios de la gasolina

El dictador cubano Miguel Díaz-Canel despidió el 2 de febrero a su ministro de Economía y ex amigo cercano, Alejandro Gil, quien había estado a cargo de la economía cubana desde 2018 y ahora está siendo acusado de corrupción. 

Muchos observadores independientes creen que el régimen ha convertido a Gil en un chivo expiatorio para tratar de justificar la desesperada situación económica de la isla. 

Emilio Morales, un exfuncionario económico cubano que ahora dirige la firma asesora Havana Consulting Group, con sede en Miami, me dijo que esta es la peor crisis económica de Cuba desde el “período especial” de 1990-1993 después del colapso de la Unión Soviética.

Cuba solía ser un importante exportador mundial de azúcar, cigarros y otros productos agrícolas, pero su sector privado ha sido destruido desde la revolución. 

Hoy en día, los agricultores se niegan a vender leche, carne u otros productos al monopolio estatal de alimentos porque prefieren venderlos en el mercado negro a precios mucho más altos. 

“Los productores agrícolas cubanos están de huelga de brazos caídos”, me dijo Morales. “Los productores de leche, por ejemplo, ganan cinco veces más en el mercado negro. No quieren perder tiempo ni dinero vendiéndole al Estado”.

Cuba hoy en día depende de las importaciones para casi el 80 por ciento de su consumo alimenticio, según datos de las Naciones Unidas, pero carece de divisas para importar alimentos. 

Las donaciones de México, Venezuela, Brasil, Colombia y otros gobiernos amigos ayudan en cierta medida, pero no lo suficiente, dicen los economistas. 

Es muy revelador que el régimen cubano haya admitido que ha solicitado ayuda alimentaria del PMA, después de cacarear durante décadas que la revolución cubana había mejorado los estándares nutricionales del pueblo. 

¿Cómo explicar que el régimen haya admitido públicamente este pedido de ayuda alimentaria? Quizás sea porque ya había salido a la luz, y los cubanos se iban a enterar de todas formas cuando llegaran los cartones con etiquetas del PMA. O quizás sea que el régimen teme una nueva ola de protestas callejeras como las que sacudieron la isla en 2021, y ha buscado una forma de calmar a la población con la promesa de inminentes envíos de leche.

Como es habitual, los medios estatales cubanos -los únicos permitidos en la isla- culpan de la crisis al embargo comercial de Estados Unidos. 

Pero pocos en Cuba creen ya en ese relato, entre otras cosas porque el embargo estadounidense excluye los productos agrícolas. 

De hecho, Cuba anunció este mes que también importará 500 toneladas de leche de Estados Unidos. La conclusión es que en esta nueva crisis económica, con Fidel Castro muerto, su hermano Raúl Castro con 92 años a cuestas, y un soporífero burócrata como Díaz-Canel al frente del país, el futuro de Cuba parece cada vez más turbulento.

A menos que el régimen permita una apertura económica mayúscula, a riesgo de perder su poder político absoluto, no sería raro que pronto veamos una nueva ola de protestas masivas.

 

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