Cayetana Álvarez de Toledo es una periodista, política e intelectual iberoamericana. Ha recibido los premios: Lady Allen, Scholarship (1997), Micrófono de Plata (2006), Young Global Leader (2008) y Sociedad Civil (2017). Y vino a dar un discurso a los jóvenes de una universidad de Puebla. Para ella, los enemigos de la democracia liberal son el populismo, nacionalismo, separatismo y políticas identitarias. Y me pareció tan interesante su discurso y me ayudó tanto a aclarar algunos puntos, que quiero compartirlos con ustedes. Y comienza así:
“Dicen que los jóvenes no les interesa la política, dicen que no les preocupa la democracia, dicen que no son conscientes de lo muchísimo que costó sacar a México del laberinto autoritario; que no harán nada para acabar con el populismo, la corrupción y el crimen organizado… ¿es verdad?
“Vengo a emplazar [convocar, llamar, citar, concertar] que se movilicen, se comprometan, que pasen a la acción. La política importa, la democracia es imprescindible, y que su futuro, el de México y, por ende, el de toda América Latina, está en riesgo y depende de ustedes.
“Los políticos tenemos la mala costumbre de tratar a los ciudadanos como si fueran menores de edad, a los que no hay que contarles la verdad porque posiblemente no la entiendan; o peor aún, que sí la entiendan y entonces, no nos voten. Esa mala costumbre se multiplica cuando se trata de los jóvenes, porque entonces se convierte en el ‘hada madrina’ de las fantasías infantiles: todo halagos, mimos y promesas de imposible cumplimiento… y nos convertimos en populistas.
“¿Qué es el populismo? Es el impúdico culto al pueblo con espurios fines antidemocráticos. El populista es el presunto político que niega a los ciudadanos su condición de adultos para asumir él/ella el papel de padre perpetuo … mejor de padrino, a lo Vito Corleone. El populismo es corrosivo para la democracia, pero sobre todo es corrosivo para los jóvenes. Se aprovecha del narcisismo propio de cualquier adolescente, alienta su victimismo; los mantiene flotando en una suerte de líquido amniótico del que acaban saliendo, sí, pero a golpes, a golpes contra la dura realidad. Solo hay una cosa más perjudicial para el pleno desarrollo del ser humano que el Papá Estado, y es el Estado Mami; el estado de los cuidados paliativos, que prometen los populistas como si el dinero público cayera del cielo o manara de un volcán, cenizas del Popocatépetl.
*A los jóvenes hay que dirigirse como a los adultos, con respeto a su inteligencia, diciéndoles la verdad; y la primera, la más difícil y conmovedora de las verdades, es que el destino está en vuestras manos.
“Sean optimistas racionales. Primer emplazamiento. No está de moda… nunca lo ha estado. Los pesimistas gozan de un gran prestigio, son los enterados, acumulan malas noticias y los medios de comunicación les dan cancha. Las malas noticias venden más que las buenas, pero inflan el pesimismo, y así que han degradado la verdad. Hay motivos para la inquietud: la peor pandemia en un siglo, la amenaza de una guerra nuclear, el cambio climático, el resurgir del autoritarismo. El pesimismo es la coartada de los cobardes, la excusa para no hacer nada, y algo peor, es el mejor aliado del populismo. El apocalipsis es otra forma de utopía que los populistas aprovechan para justificar la llegada de un mesías, un caudillo, un salvador… ¡ellos mismos, claro! El optimismo racional es combativo y constructivo; el optimista se levanta del sofá y hace lo que tiene que hacer cualquiera con un mínimo conocimiento de la historia y del impresionante progreso que la humanidad ha experimentado en los últimos tres siglos; trabajar para que ese progreso continúe; asumir tu responsabilidad, bajar a la arena, defender el legado de luces de la Ilustración; luchar para mejorar tu vida y la de tus vecinos. Intentar que cuando llegue la muerte, que llegará, el optimismo tiene un límite, alguien escriba en tu lápida con mano agradecida: “Hizo todo lo que pudo, por él o por ella, no quedó”. ¡Qué por ustedes no quede!
“Cultiven el mérito, el esfuerzo, la excelencia. Segundo emplazamiento. Las empresas compiten hoy salvajemente para captar talento, pero para captarlo, tiene que haberlo… y a este ritmo, cada vez habrá menos. Uno de los fenómenos más nocivos de la última década, es la destrucción de la figura del experto, derribado de su pedestal como las estatuas de Colón, de Washington o de Hume. El periodista degradado a la condición de twittero, el parlamentario a palmero, el científico al curandero; y en cambio, el influencer convertido en preceptor, el tik toker ensalzado como un oráculo [Tiktopedia le dice mi sobrino] y cualquiera elegido presidente del gobierno. Estamos en la era de la mediocridad. El conocimiento, la experiencia y el mérito, los hechos, la ley y el esfuerzo, los pilares del progreso, han sido arrumbados como si conformaran un canon caduco… el reaccionario mundo de ayer. Lo que importa ahora son mis opiniones y, sobre todo, mis sentimientos [me recordó a AMLO]… el “Yo”. Nunca se había politizado la ignorancia como ahora. Nunca las universidades se había alejado tanto de su razón de ser que es cultivar el espíritu crítico, el conocimiento objetivo y el derecho a discrepar”.
?¡Qué interesante! ¿Verdad? Continuará.
LALC