León, Guanajuato.- Las buscadoras necesitan el acompañamiento de la sociedad, no solo moral sino también práctico por parte de funcionarios públicos, estudiantes y profesionistas en Psicología, Derecho y Antropología, para resolver los muchos obstáculos que se les presentan a diario.
No solo en sus búsquedas, sino también en la resolución de asuntos burocráticos que surgen con la desaparición de una persona, dieron a conocer la buscadora Carmen Sánchez y la antropóloga Liz Navarro, esta última acompañante de colectivos de familiares con personas desaparecidas.
El pasado sábado, el colectivo Buscadoras Guanajuato inauguró en el jardín San Francisco del barrio del Coecillo la exposición “La Ausencia y la Presencia”, un proyecto de memoria con las historias de vida de personas desaparecidas.
Una de las participantes fue Carmen Sánchez, madre de Óscar Benjamín Pérez Sánchez, desaparecido en mayo de 2018, quien dijo que para ella es muy importante que este memorial se haya inaugurado en este lugar, a unos pasos de donde ella se crió, el barrio de San Juan, aunque visitaba seguido el jardín de San Francisco por su mercado.
“Es la colonia donde vieron nacer y crecer a mis dos hijos, -en el kiosko- están cuatro historias nada más y ninguna tiene foto -de la persona desaparecida-. Yo les sugería a las compañeras que estuviera cada historia con su foto de ellos, por si es posible que estén con vida”.
Hubo una compañera a la que le aseguran que su hijo anda en situación de calle, -en mi caso- ya vamos para seis años y ni en polvo, ni ceniza ni en líquido he vuelto a ver a mi hijo”.
A ello se suma un problema grave: “Mi casa, la casa de mi hijo, está intestada, porque no hay un acta de defunción de él. El trámite -para el reconocimiento de su estatus- es engorroso y costoso. Ya vi tres notarios públicos y me cobran de 27 mil a 47 mil pesos. La Secretaría de Gobierno me ofreció hacerlo gratis, les digo que mi capacidad es de cinco mil pesos, ¿más, de dónde? Si me quedé con cuatro nietos. Él era el proveedor”.
El problema se replica en la afore de Óscar, irrecuperable hasta que su esposa presente la carta de desaparición y ausencia, algo que un funcionario de la Comisión Estatal de Atención a Víctimas (CEAV) -del que Carmen no recordó el nombre-, prometió solucionar en breve, aunque ya pasó más de un año, sin resultados.
Por su parte, la antropóloga Liz Navarro apoyó en la planeación y elaboración del proyecto del memorial “La Ausencia y la Presencia” de los colectivos Buscadoras Guanajuato y Buscando a Pablitos, así como en la búsqueda de financiamiento, que otorgó la Fundación Heinrich-Böll-Stiftung para México y Latinoamérica, y la Unión Europea.
Dijo que con ello buscan darles a las familias afectadas la oportunidad de dignificar y hacer memoria sobre la vida de sus seres queridos desaparecidos y como forma de denuncia de que la violencia le puede tocar a cualquiera.
Además de que la sociedad deje de revictimizar y criminalizar a las familias y genere acción colectiva, como es el acompañamiento de estudiantes de Derecho o Psicología, con el simple hecho de apoyar redactando un documento para ellas o brindándoles atención psicosocial, pues instituciones como la CEAV están desbordadas.
La exposición “La Ausencia y la Presencia” permanecerá al menos seis meses en el jardín San Francisco y pronto se sumarán algunas estaciones del transporte público –San Juan Bosco, Delta y San Jerónimo-, donde también se exhibirán otras seis historias.
LALC