El Domingo de Ramos es una tradición religiosa que cada año tiene lugar el último domingo del periodo de cuaresma, representa la entrada de Jesús a Jerusalén, y es la festividad que marca el comienzo de la Semana Santa. 

Fue así que la mañana de este domingo, cientos de feligreses acudieron a la misa oficiada por el arzobispo de León, Alfonso Cortés Contreras, en la Catedral Basílica Metropolitana de la Madre Santísima de la Luz.

Afuera del recinto religioso se podían encontrar varios puestos en donde artesanos y vendedores ambulantes ofrecían ramos y palmas con diferentes figuras y en una variedad de tamaños. Es importante recordar que año con año, estos ramilletes, ya secos, son incinerados para obtener las cenizas que se colocan a los feligreses durante el Miércoles de Ceniza del año siguiente.

La Catedral lució llena de feligreses que acudieron a la celebración eucarística./ Foto: Fernanda Noriega.

Durante la celebración del Domingo de Ramos, la entrada a la Catedral fue decorada para la ocasión, luciendo grandes palmas que formaban un camino hacia el altar; además, tanto el Arzobispo como los monaguillos y otros sacerdotes que concelebraron la misa, portaron sotanas en color rojo, propio de este periodo eclesiástico que recuerda la Pasión de Cristo.

La celebración eucarística resultó muy especial, pues al ser aquella que da inicio a los días Santos, la palabra evangélica fue el capítulo de ‘La Pasión’, el cual solo es leído durante esta semana del año. Para escucharla, los asistentes permanecieron de pie, mostrando su atención y devoción.

Posteriormente, durante la homilía, el Arzobispo aprovechó para exhortar a la población a continuar fieles a sus valores espirituales, ya que mencionó que el cristianismo poco a poco va perdiendo presencia en muchas de las instancias públicas.

El pasillo hacia el altar fue decorado con grandes palmas./ Foto: Fernanda Noriega.

Asimismo expresó que más allá de ser considerada como días de descanso, la Semana Santa debe llevarse a cabo como un periodo de reflexión, redención y perdón. 

Al finalizar la misa, que tuvo una duración de poco más de una hora, el Arzobispo de León se despidió dando la bendición a todos los asistentes y bendijo en especial las palmas que los feligreses llevaron.

El pasillo hacia el altar fue decorado con grandes palmas./ Foto: Fernanda Noriega.

MGL

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