“Yo creo que el crimen sí paga. Los horarios son buenos, conoces a mucha gente interesante y viajas mucho”.
Woody Allen
El que en una sola ciudad, Culiacán, y sus alrededores un grupo de criminales haya podido secuestrar a 66 personas, miembros de familias enteras, incluyendo a muchos menores de edad, parecería imposible en un país normal. Así como no se han explicado los secuestros, tampoco ha quedado claro porque han sido “liberados” 58 hasta el momento. Hay que agradecerlo, por supuesto, pero también hay que aclararlo.
Las autoridades no han dado ninguna explicación, a menos que pensemos que lo sea lo que dijo el gobernador Rubén Rocha: “Son cosas que ocurren”. El presidente López Obrador ha usado, a su vez, la misma justificación que se ha vuelto común desde los tiempos de Felipe Calderón: “Es una confrontación de bandas”. No parece, sin embargo, que los secuestrados, especialmente los menores de edad, hayan sido integrantes de ninguna banda.
El secretario de seguridad de Sinaloa, Gerardo Mérida Sánchez, no ha aclarado cómo fueron liberados los secuestrados; ha señalado, sin embargo, que “ninguno ha querido denunciar”. No sorprende. Ante la falta de seguridad en Sinaloa, una denuncia pondría en riesgo la vida de los liberados y de sus familias. Estos quieren, en todo caso, esconderse.
Los temas de seguridad no se deben politizar, como ha dicho Omar García Harfuch, el exsecretario de seguridad de la ciudad de México. Al final toda la sociedad, y todos los partidos, deberían apoyar las iniciativas sensatas para acabar con una violencia que mata a por lo menos 30 mil mexicanos cada año. Pero quizá el que un acto tan preocupante como este secuestro masivo haya ocurrido n medio de una campaña hace inevitable la politización.
Xóchitl Gálvez, candidata presidencial de la oposición, ha afirmado: “Me preocupa porque siguen niños y mujeres desaparecidos, y lo más preocupante es la normalidad con la que el gobernador dice ‘Son cosas que pasan’. No creo que sean cosas que pasen. Ellos tratan de que se normalice la violencia, que veamos normal que se levante a siete familias”.
A su vez, Claudia Sheinbaum, candidata del gobierno, ha declarado: “Son casos que evidentemente lamentamos. No estoy muy de acuerdo de que cada vez hay más casos de estos o había más en el 2018, habría que medirlos… Ustedes saben que todos los índices delictivos a nivel nacional están bajando. Eso no significa que no siga habiendo inseguridad a nivel nacional”.
La batalla de los números se ha dirimido ya en múltiples ocasiones. Las cifras de homicidios acumulados muestran que el sexenio de López Obrador es el más violento de la historia, con 182,444 hasta el 24 de marzo contra 156,066 en el de Enrique Peña Nieto y 120,463 en el de Felipe Calderón. A esto hay que añadir 129,626 desaparecidos con AMLO, 99,754 con EPN y 40,485 con FCH (Edu Rivera, @edusax79, con datos oficiales). La secretaria de seguridad, Rosa Icela Rodríguez, en cambio, afirmó el 16 de enero que el promedio diario de víctimas de homicidio bajó 10 por ciento en 2023 con respecto a 2022, 17 por ciento en relación con 2021, 19 por ciento frente a 2020, también 19 por ciento ante 2019 y 20 por ciento en comparación con 2019.
Las dos estadísticas son, hasta donde sabemos, correctas. Sí ha habido una disminución gradual, pero los acumulados son los mayores de la historia. Echarse la culpa mutuamente no tiene sentido. Lo que hoy debemos hacer es discutir las estrategias. Hay lugares en el país donde ha descendido la violencia, como en la Ciudad de México y Coahuila, gobernadas por partidos políticos distintos. Lo importante es que sí hay formas de combatir la violencia, y no es precisamente repartir abrazos. Fuera del lema político, esto no lo ha hecho el gobierno federal.
Cese al fuego
Por fin el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha exigido un “cese al fuego inmediato” en Gaza. Deben castigarse los abominables crímenes de Hamás contra ciudadanos israelíes del 7 de octubre de 2023, pero esto no justifica el genocidio del pueblo gazatí.
www.sergiosarmiento.com