Empiezan las campañas para las Alcaldías, ya empezaron las de la Presidencia de la República, para el Senado y para las Diputaciones Federales, ya solo falta que comiencen las de Diputaciones Locales para que estemos en plena etapa electoral en todos los niveles y para todos los puestos que se habrán de elegir el próximo domingo 2 de junio.
En Guanajuato el principal reto será ver si se mantiene la hegemonía de un solo partido que nos gobierna desde hace más de 30 años, o la posibilidad de un cambio. Desde un análisis básico, podríamos concluir que la permanencia tanto tiempo de un solo partido genera vicios e incompetencias que se evitarían si hubiera alternancia en el ejercicio del poder, pero está claro que si un partido logra mantenerse tantos años en el poder es, o porque la ciudadanía está conforme con lo que se ha hecho, o porque la oposición no ha sabido ganarse la confianza del electorado a través de sus candidatas o candidatos y sus propuestas.
En mi opinión veo sano que exista alternancia en el gobierno, me queda claro que solo de esa forma se pueden romper malas prácticas que se van enquistando en la toma de decisiones de nuestras autoridades. La protección de la corrupción, el intercambio de favores, el comercio de la nómina gubernamental y la separación entre el poder económico y el poder político, son solo algunos ejemplos de lo que podría evitarse si hubiera alternancia.
Sin embargo, para que haya alternancia, debe haber en la oposición, no solo buenas candidatas y buenos candidatos, sino que debe existir además congruencia entre lo que proponen y la plataforma ideológica que los postula.
Por ejemplo, respecto a las candidatas de Morena para la Gubernatura y la Presidencia Municipal, en ambos casos se trata de dos mujeres con aceptables credenciales en su paso por la política, una como legisladora y otra como regidora, además de un desempeño como servidoras públicas sin ningún tipo de señalamiento o irregularidad, y siendo reconocidas ambas como destacadas profesionistas, por cierto, las dos contadoras públicas.
Es decir que si lo vemos desde el punto de vista de la formación, capacidad y experiencia, su perfil las ubica como candidatas competitivas, pero cuando lo analizamos en su conjunto con la plataforma política que las postula, la percepción cambia, y no me refiero de ninguna manera a la visión que ese partido tiene en el combate a la pobreza y atención a los desfavorecidos, misma que es necesaria y piedra angular de su ideología, me refiero a que representar a Morena, es también estar de acuerdo con la regresión del país que está haciendo el Presidente López Obrador.
El ataque y desmantelamiento de las instituciones como el INE, la Suprema Corte, el sistema de salud o los organismos autónomos, representan un intento de destruir el país, y no debe tener cabida en la cabeza de ningún candidato o candidata, y la corrupción del gobierno de AMLO y de su familia tiene que ser señalada por todos los actores electorales sin excepción, incluyendo los de Morena. Deben entender que tratar de justificar las atrocidades del Presidente, solo las alejan de los votantes.
Sería muy prometedor que las candidatas y candidatos de Morena se deslindaran de todo lo anterior y aplicaran un ejercicio de autocrítica hacia lo que está mal en el ejercicio del poder presidencial, pues estoy seguro que eso abriría las puertas a una posibilidad de los electores para votar por ellos, pero mientras esto no se dé, entonces seguiremos viviendo la tragedia de Guanajuato, en donde muchos sabemos que debemos abrirle paso a la alternancia, pero al ver lo que puede llegar, mejor preferimos quedarnos como estamos.
RAA