Gente querida, me refiero respetuosamente a ustedes para analizar lo que le pasa a este vaso de agua que conocemos como El Palote y que fue parte de una hacienda productiva allá por el siglo XIX, pero que, con el paso de las inundaciones, nos obligó a inundarla y a construir los leoneses una presa para contener las enormes avenidas de los junios desde la Sierra de Lobos, nuestro tinaco natural.
Es “El Palote” el nombre que le dimos, sin tener yo referencias históricas sobre el origen del nombre, pero lo real es que se construyó la cortina por parte de la administración municipal para contener el agua pluvial que pasaría después por el estrecho Río de los Gomez.
Son muchos quienes aportaron trabajo y recursos para hacer realidad el vaso y la cortina, pero lo que es real es que El Palote es una medida de nuestra sequía, pues refleja que la sierra tiene poca lluvia en la misma medida que hay poca nubosidad y ésta en correlación con la deforestación. Por eso está seco hoy nuestro Palote. Es cierto que también las numerosas construcciones por fraccionamientos en el norte del vaso contribuyen a que haya poco escurrimiento. Pero la realidad es que la presa es más bien reflejo de los periodos de retorno de las lluvias que pueden ser entre 12 y 20 años. Así, que, aunque no hubiera fraccionamientos, en periodo “seco” de lluvias, esto es, sequía, la presa se vaciará.
Recordemos que el vaso regulador, tiene 10 millones de metros cúbicos de capacidad. Para darnos idea, la Presa Solís tiene 800 millones, así que nada que ver con la capacidad. Lo que sí, creó un ecosistema hermoso para que lo disfrute la población, pues refresca el ambiente, atrae fauna y facilita la flora. Los deportes acuáticos se dan naturalmente y miles de personas caminamos o rodamos (bicicleta) por allí. Solo que el panorama es ahora desolador, pues ver o no la ex hacienda es una medida de la profundidad de la presa. Así que desde el año pasado que estuvo al 5% de su capacidad, nos alertó sobre la probabilidad de que en el 2024 tuviéramos una sequía.
Considero que es pedagógico, educativo, que la presa esté vacía, pues nos obliga a tomar conciencia sobre la realidad de la escasez del agua en la cuenca. Nos hará mirar junto con los incendios forestales a todo lo que hemos dejado de hacer para que el vaso esté vacío. Entonces, no es posible dragar para sacar la tierra porque aumentar la capacidad incrementaría el empuje hidrostático sobre la cortina, que es de enrocamiento y provocaría fallas estructurales en ella. Podremos, eso sí, reforestar la sierra y aumentar la infiltración para que el tiempo promedio entre que el agua de lluvia cae en la sierra y llena El Palote, sea mayor, pues en pocos minutos por el efecto de la erosión, el agua escurre de la sierra.
Es cierto que las aves migratorias peligran por la falta de agua y que los pocos peces que todavía vivían en el caso, han muerto. Podemos ahora caminar por toda la presa, como lo hacen tantos mexicanos en estas épocas de sequía extrema.
El calentamiento global es una realidad y nos provoca sequias prolongadas y además del uso de la tecnología, será con cultura y cuidado del agua como podremos paliar un poco la sequía. La optimización del uso agrícola e industrial deberá ser un complemento para lo que hagamos como ciudadanía para paliar nuestra sed, toda vez que el presidente AMLO nos regaló un castigo para estos leoneses que aquí le rechazamos. Así que será con corazón y energía como podremos sortear la crisis hídrica.
Por otro lado, nos toca tomar conciencia y acciones para cuidar la poca agua que nos queda a la ciudad. Estamos todavía a 2 o 3 meses de que llueva, con la alta probabilidad de que sea un año seco el 2024 y con ello la presa de El Palote no se llene. Nos toca por ello captar agua de lluvia en las casas, separar el agua gris de la negra y de la de lluvia, reciclar la mayor cantidad que podamos, instalar sistemas ahorradores en llaves y evitar las fugas. Por todo ello, la presa vacía es un recordatorio, una alerta de la inminencia del día cero cuando el agua en León realmente se acabe.