Reloj no marques las horas porque voy a enloquecer”.

Roberto Cantoral

 

Tristemente, el protagonista del primer debate presidencial fue el reloj. A Jorge Álvarez Máynez se le apagó el reloj mientras hablaba. Claudia Sheinbaum afirmó: “Hasta en la bolsa del tiempo la candidata del PRIAN se la quiere robar”. La moderadora Denise Maerker tuvo que señalar que la producción compensaría los tiempos en caso de que, efectivamente, se hubiera perjudicado a alguno de los candidatos por las fallas del reloj.

El debate fue dinámico, aunque demasiado apresurado. El diseño llevó a la fragmentación. Se trataron numerosos temas con respuestas de 40 segundos o menos. Quizá esto genere buena televisión, pero obliga a la presentación de propuestas simplistas. El debate se sintió caótico y desenfocado.

Xóchitl Gálvez empezó golpeando a Sheinbaum y mantuvo sus ataques de manera constante. La culpó de las muertes del Colegio Rébsamen y de la Línea 12 del Metro. Sheinbaum respondió, refiriéndose siempre a Xóchitl como la candidata del PRIAN, con cuestionamientos a los gobiernos del período neoliberal y acusándola de no haber donado un apartamento al Colegio Salesiano como había prometido, sino de haberlo vendido “a la sobrina de Felipe Calderón en millones de pesos”. Gálvez respondió que Sheinbaum es “más falsa que tu acento tabasqueño: subiré a redes sociales la prueba del Colegio Salesiano”. Álvarez Máynez, que trató de ofrecer siempre una sonrisa que se veía forzada, repartió críticas a las dos.

Sheinbaum defendió al presidente López Obrador: “Hoy tenemos -dijo- un presidente honesto. Nunca podrán decir lo mismo de los presidentes del PRIAN que representa la candidata” Gálvez. Esta, en cambio, cuestionó la corrupción de este gobierno y en particular la que atribuyó a los hijos del presidente. “Hay 240 mil millones de pesos en salud que el gobierno desvío a obras faraónicas -afirmó-. He presentado 33 denuncias, incluso a integrantes del PAN”. En cambio, cuestionó al gobierno por no investigar “las casas de [Manuel] Bartlett” y de Rocío Nahle o las grabaciones de los proveedores del Tren Maya que proveían balasto de mala calidad para que ya se preocuparan otros “si se descarrila el tren”. Sheinbaum acusó a “la candidata del PRIAN” de decir “muchas mentiras, eso genera enorme corrupción”.

Sheinbaum ofreció continuidad. Gálvez enfatizó que ella nunca ha “militado en ningún partido político”, a pesar de que Sheinbaum insistió en identificarla como candidata del PRIAN. Reiteró, además, que va a recuperar el Seguro Popular. Sheinbaum presentó un gráfico con una encuesta que mostraba que el 57.9 % de la gente estaba satisfecha en 2023 con el sistema de salud contra 47 % en 2015 con el Seguro Popular.

Gálvez insistió una y otra vez que Sheinbaum es una mujer “fría” y “sin corazón”. Sheinbaum respondió que “lo que es deleznable es lucrar con el dolor de las personas”. Esta afirmó que en su gobierno en la CDMX se establecieron centros de salud y se promovió la formación de médicos y enfermeras. Gálvez afirmó que la capital fue un fracaso en el manejo de la pandemia: “No te atreviste a aplicar la ciencia. La Ciudad de México perdió nueve años de esperanza de vida”. En el país, “240 mil personas murieron que no debieron morirse”.

¿Ganadores? Parte de la estrategia de los debates es declararse ganador. La experiencia nos dice, empero, que el candidato en primer lugar debe evitar errores que le hagan perder esa ventaja. Sheinbaum lo hizo. Gálvez tenía que atacar y lo hizo, pero no noqueó a su rival. De Álvarez Máynez me quedo con la sonrisa artificial.

El debate no cambiará el rumbo de la elección. Se recordará por las fallas del reloj, y por la fragmentación y el apresuramiento de una mala producción.

 

No suficiente

 

En 2018 entre 10 y 12 millones de personas vieron cada uno de los debates presidenciales. Es un público importante, pero poco para un padrón de 100 millones. La verdadera ganadora de ayer se definirá en las encuestas de los próximos días, pero lo más probable es que no cambie nada. 

 

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