El Partido Verde Ecologista Mexicano, no es partido ni es verde ni ecologista: es una asociación de carácter lucrativo constituida y dirigida, sálvese quien pueda, por mercenarios políticos dispuestos a vender sus principios al mejor postor, a cambio de cargos públicos y de tener acceso a los recursos del erario. Se ha beneficiado, sexenio tras sexenio, con miles y miles de millones de pesos del ahorro propiedad de todos los mexicanos sin que se conozca el destino de dichos recursos públicos. Han buscado el poder para llevar a cabo generosos negocios inconfesables. No, no es “verde” al no haberse opuesto a salvajes atentados en contra del medio ambiente, al no haber tomado medidas enérgicas para enfrentar el cambio climático, ni haber luchado para imponer las energías renovables ni defendido el derecho humano al agua, entre otros cargos innumerables más. 

El PVEM ha sido desconocido por asociaciones ambientalistas nacionales e internacionales como Greenpeace-México. Según 287 académicos, 35 asociaciones civiles el PVEM “no representa una visión ambiental y que por el contrario es cómplice de profundos daños ecológicos, sociales, éticos, electorales y económicos que la nación mexicana no se merece”. El PVEM es un engendro, una vergüenza, dentro de la embrionaria democracia mexicana y, sin embargo, cuenta con el apoyo electoral indigerible e inentendible de una parte de la sociedad que, en cierta proporción, aun cuando parezca increíble, desconoce sus vínculos con Morena y todavía cree candorosamente en esa alternativa. ¿Cómo aceptar que el PV constituye la cuarta fuerza política del país cuando cambia de bandera política, según el partido que se encuentre en el poder?

La Señora Verde, Claudia Sheinbaum, maestra y doctora en cambio climático, propuso un sistema de “Revegetación”, de reforestación, porque “son importantes los árboles y los jardines polinizadores para que regrese la biodiversidad”, pero no denuncia que durante la construcción del Tren Maya, la destructiva 4T ha arrasado, a pesar de múltiples amparos interpuestos, con unos 10 millones de árboles, un “ecocidio” en la selva húmeda, según cálculos de activistas medioambientales, además de haber contaminado y acribillado el acuífero de Quintana Roo, después de introducir 17,000 enormes pilotes a profundidad para sostener las obras del tren. La señora Verde propone la reforestación, pero se abstiene de protestar cuando “Sembrando Vida” el programa emblemático de AMLO, ha desforestado en parte del sureste del país, en lugar de reforestarlo. El PV pudo frenar el proyecto de Dos Bocas de gran impacto en el ecosistema de la región, sin embargo, todavía apoyó la campaña de Rocío Nahle al gobierno de Veracruz, cuando ella, como secretaria de Energía, había liderado el proyecto de dicha refinería. Inadmisible. Imposible olvidar cuando el PV votó, en su mayoría, a favor de la reforma eléctrica de AMLO, la que respalda las plantas venenosas de la CFE, accionadas con combustóleo prohibido en el mundo.

Durante la gestión de la Señora Verde como jefa de gobierno, no trató siquiera de evitar las fugas del 40% del agua potable del drenaje público, un desperdicio criminal. Canceló “el Sarape” la planta de termovalorización que transformaría la basura de la capital en energía eléctrica ni construyó las suficientes plantas de tratamiento de agua para evitar la crisis hídrica ya presente. La calidad del aire sigue siendo una amenaza para la salud de los capitalinos severamente dañada por el humo tóxico y mortal despedido por las chimeneas de la refinería de Tula, en tanto se siguen perdiendo superficies boscosas, no se detuvieron las invasiones en el Ajusco, la gran oportunidad perdida para recargar el acuífero que se explota irresponsablemente, en tanto la ciudad se hunde día con día. No se logró contar con mayor energía para surtir a los autos electrificados ni se pudo explicar la muerte sospechosa de los animales del zoológico.

La Señora Verde, defensora del continuismo suicida, la que también insiste en la “transformación” como un proceso de destrucción, critica a la candidata del PRIAN con sus evidentes debilidades y fortalezas, como si el PVEM fuera invulnerable ética y legalmente y no constituyera una amenaza para la salud y para la evolución democrática de la nación.

Los otros verdes, lo de color olivo, ¿también apoyarían a la Señora Verde?

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *