Guanajuato.- Las grandes figuras trascienden con el tiempo y José Alfredo Jiménez es prueba de que su obra y arte se perpetúa en las próximas generaciones.
José Alfredo murió cuando apenas contaba con 47 años, dejando un legado de 280 canciones registradas que con el tiempo se han convertido en grandes clásicos, además de varias decenas de obras inéditas.
Sus composiciones constituyen una parte fundamental del repertorio de los mariachis y de cantantes de música vernácula, pero también son adaptadas e interpretadas por cantantes y grupos contemporáneos de otros géneros. Son obras inmortales que forman parte de la memoria musical de México y del mundo de habla hispana.
Su hogar, ubicado en calle Guanajuato 13, en el centro de Dolores Hidalgo, ahora es en museo; ahí pasó su niñez y a partir del 2008 fue declarada como un sitio donde se albergan sus recuerdos, videografía, trajes, discos. Sus recuerdos se dividen en 9 salas:
Ese pueblo de Dolores –recuerdos de su infancia, antes de su traslado a la muerte de su padre-; Cuatro Caminos, sus primeros trabajos e inicios de la carrera artística; Qué suerte la mía, presentaciones en la radio; Paloma Querida –el romance con Paloma Gálvez, su musa; El Rey, sus décadas de triunfos-; Estoy en el rincón de una cantina -sus excesos-; la vida no vale nada -la prematura muerte a causa de la bebida-; Olvídate de todos menos de mí –sus canciones, la permanencia-; sala de usos múltiples, aquí se encuentra un óleo creado por el artista Octavio Campo.
También se encuentra una cafetería, una tienda, visitas guiadas y renta de espacios.
José Alfredo vivió un tiempo en esa casa antes de irse a Ciudad de México, donde probó suerte hasta como zapatero, hasta convertirse en una celebridad. Conserva el mismo estilo arquitectónico, algunos detalles de cantera, el trabajo minucioso de artesanos.
Cada que podía, José Alfredo se daba una escapada a sus orígenes para recordar sus orígenes, reencontrarse con amigos y refrendar su amor por Guanajuato.