A María Amparo, 

con admiración y afecto.

La transformación de células normales en cancerosas hasta la formación de un cáncer o tumor depende habitualmente de factores bioquímicos, entre ellos, el exceso de moléculas tóxicas.  El cáncer es una enfermedad que se presenta cuando las células se multiplican sin control y se diseminan a los tejidos que las rodean. Las células cancerosas engañan al sistema inmunitario para seguir vivas y multiplicarse, incluso logran proteger el tumor en vez de atacarlo. De no prevenirse a tiempo puede producir la muerte del organismo enfermo.

La Cuarta Transformación ha venido transformando células sanas y eficientes hasta crear un inmenso y peligroso tumor, cuya extirpación, cuando llegue Xóchitl al poder, requerirá de una cirugía mayor de consecuencias imprevisibles. La amenazadora presencia de 3 malignas moléculas tóxicas, ya instaladas en nuestro máximo tribunal, la siniestra destrucción de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, CNDH, ¿cuáles derechos humanos ante casi 180 mil homicidios dolosos, 50 mil desaparecidos, 12 mujeres asesinadas al día y 300 mil fallecidos por la pandemia que jamás deberían haber perdido la vida de haber contado con la debida atención médica? Dichas regresiones y tragedias sociales, ¿no constituyen pruebas de un atraso inadmisible? 

¿Y el INAI? ¿Y la COFECE? ¿El IFT? ¿La CRE? ¿El INE? ¿El INEGI? ¿LA CNH? y el TEPJF, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, nuestros organismos autónomos, garantes de nuestra supervivencia cívica, se están “transformando” de células normales en cancerosas, hasta adquirir la presencia de tumores que amenazan la existencia de nuestras instituciones democráticas. La probabilidad de una feroz metástasis morenista de “continuar” por 6 años más la contaminación de todos los tejidos debe ser una señal de alarma para los ciudadanos conscientes del peligro que corremos 130 millones de mexicanos que haremos uso de la palabra el 2 de junio para fortalecer nuestro sistema inmunitario libre de agentes patógenos, virus y destructivas bacterias inoculadas por los peores enemigos de México desde la aparición de Acamapichtli, el primer tlatoani, en los escenarios históricos de México a principios del siglo XIV.

El cáncer morenista, la depredadora 4T, mina nuestras instituciones embrionarias, las deteriora, las intoxica gradualmente hasta dejar inerme a la sociedad y frenar el proceso de evolución política que conduce al bienestar de la colectividad. Erosiona la separación de poderes, atenta en contra del estado de derecho, se opone a la expansión del libre mercado y sus incuantificables ventajas, cancela nuestras garantías individuales, infecta nuestras entidades al introducir agentes extraños para dejarlas inoperantes, además de inyectar gérmenes que dividen y dañan al organismo nacional. Desde Cárdenas, el inequívoco fundador de la “Dictadura Perfecta”, los mexicanos no habíamos padecido una desafiante urgencia sanitaria en el orden político y social, una preocupante agresión antidemocrática, como la que padecemos en la actualidad.

Ahí está el constante ataque a los medios, a los conductores y a los columnistas y periodistas críticos de esta transformación virulenta e involutiva que politiza la justicia, protege al narco, erosiona nuestras escalas éticas y morales, emponzoña a la sociedad, contamina a las fuerzas armadas para controlarlas buscando un provecho político inconfesable, al tiempo que ideologiza la educación para orientar al desastre a las futuras generaciones al insistir en la resignación y en las ventajas de la pobreza. Horror de horrores: hoy en día, los colgados de los puentes son parte del costumbrismo nacional que aterroriza a nuestros turistas.

La Cuarta Transformación ha enfermado el tejido social, nos ha arrancado las costras históricas. En lugar de hermanarnos, nos ha dividido cuando el objetivo hubiera sido ayudarnos a tomarnos de la mano para construir unidos un futuro provechoso y digno. López Obrador está logrando transformar, con notable éxito, tal vez el único de su catastrófica gestión, las células normales en cancerosas. Cuando en octubre, por las buenas o por las malas, se desprenda de la banda tricolor, nos habrá heredado tumores, moléculas tóxicas, bubones, nódulos y excrecencias, además de un hedor mefítico pocas veces padecido en el interior de Palacio Nacional.

 

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