Como se conduce cual emperador, Lopezuma vive en un Palacio y este Palacio fue atacado este lunes por la indignación de estudiantes que exigían, sin obtener respuesta, una audiencia con Hacienda, esto a cuatro días de la liberación de ocho ex integrantes de los Batallones 27 y 41 de Infantería en Guerrero sujetos a proceso por la desaparición/asesinato de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Como ustedes recordarán, amables lectores, AMLO Holmes se nombró a sí mismo “investigador” del caso Ayotzinapa con la resultante de que en lugar de aclararlo lo ha enredado más.
Manifestantes bastante molestos lanzaron petardos y cohetones contra la Puerta Mariana del Palacio/domicilio del Investigador en Jefe.
Con su habitual desfachatez y capacidad de engañar, el Tlatoani se ha echado encima a los padres de los normalistas asesinados y a los mismos estudiantes, quienes ya no saben qué hacer ni con quién hablar para que se haga justicia.
Cabe hacer notar que la liberación de los ocho militares que quedaban sujetos a proceso -y que originalmente eran 16- se dio en lo oscurito, y fue ordenada por una juez de Toluca, pese a que se le advirtió que existe un “alto riesgo de fuga” (hacia un campo militar del que nadie los podrá ni encontrar ni sacar).
Salta a la vista que, como investigador, el Machuchón Macuspano ha creado un velo de confusión en torno a un caso de por sí confuso del que se tiene abundante información, reunida tanto por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes como por cuando menos dos Fiscales Especiales asignados.
De particular relevancia es el dato de que el asesinato y posterior desaparición de los cuerpos de los normalistas incluyó la participación de un conglomerado de narcocriminales asistidos por autoridades municipales, así como por militares, a quienes el grupo criminal sobornaba.
Igualmente, marinos adscritos a la zona “manosearon” el supuesto sitio o crematorio (hubo video) en donde se decía que habían sido quemados los cuerpos, esto antes de que forenses pudieran accesar la zona y “recolectar evidencia”, misma que desde el momento en que se insertaron en el lugar los militares ésta había quedado comprometida.
Seguramente los deudos de los asesinados y los normalistas que siguen en pos de justicia consideran que el “investigador mayor” busca proteger a los militares y esclarecer el crimen es lo que menos le interesa.
Por ello ya declaró que aunque él se vaya el caso no prescribirá.
¡Qué gran consuelo para ellos saberlo, cuando ya un buen número de probables cómplices de este crimen han sido absueltos!
Viene a cuento todo esto para explicar gran parte del enojo de los presuntos normalistas que, al ser ignorados en sus peticiones, lanzaron petardos el lunes a las bien resguardadas puertas del Palacio donde habita quien les prometió justicia.
De ninguna manera pretendemos justificar la violencia, pero sí comunicarles, amables lectores, el porqué de estos actos de desesperación, que denotan un hartazgo de ser madreados repetidamente, engañados y finalmente ninguneados por el “Investigador en Jefe”, quien se autonombró como tal no para hacer justicia, sino para acomodar las cosas como políticamente más les conviene a él y a sus aliados militares, apoderados como están ya por voluntad inconstitucional expresa del inquilino palaciego, de cielo, mar y tierra en México.
Y no para mejorar las cosas, todo lo contrario: los militares están fuera de su elemento y tan corrompibles como el priista promedio de la era jurásica.
¿Acaso han mejorado la seguridad o han acabado con la violencia? Escuelas tuvieron que cerrar en Morelos ayer por la violencia y el antes pacífico Nuevo León por novena ocasión en este año es No. 1 en el País en homicidios dolosos.
Cabe mencionar que MC, el partido aliado y palero de Morena, gobierna Nuevo León y en la misma CDMX las 10 colonias con mayores índices de inseguridad están en Alcaldías que gobierna Morena.
Las aduanas están en manos del Ejército, ¿acaso ha mejorado su operación y desterrada la corrupción? ¡Para nada: las quejas aumentan, la corrupción campea y su eficiencia es nula!
La conclusión es que el Emperador no gobierna para los mexicanos, sino para su conveniencia, para él y los suyos, de manera que nos parece justicia poética que los jóvenes molestos con sus embustes y engaños le reclamen de manera tan airada que le haga mella en su dura testa.