Vamos muy bien en nuestra estrategia porque se están atendiendo las causas que originaron la violencia, vamos muy bien”.

Andrés Manuel López Obrador, 18.10.19

 

Era el último día de campaña. Alfredo Cabrera, candidato de la oposición a la alcaldía de Coyuca de Benítez, Guerrero, se dirigía apenas a la tribuna desde la que dirigiría un mensaje a sus simpatizantes. Antes de llegar, una mano se alargó con una escuadra desde la multitud y con dos disparos puso fin a su vida. Cabrera tenía protección de la Guardia Nacional, pero de nada sirvió. 

La violencia política no ha perdonado a ningún partido. Si el opositor Cabrera fue asesinado en su último día de campaña, la morenista Gisela Gaytán, candidata a la alcaldía de Celaya, Guanajuato, lo fue en el primero, el 1 de abril de este 2024. 

El presidente López Obrador, sin embargo, vive en una burbuja de irrealidad. Piensa que si la violencia no ha alcanzado su palaciega mansión es que no existe. Apenas este 28 de mayo declaró: “Consideramos que van a ser unas elecciones limpias, libres y, sobre todo, pacíficas, ese es mi pronóstico, eso es lo que yo sostengo”. Parece una burla en medio del proceso electoral más violento de la historia. 

Ese mismo martes la secretaria de seguridad ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, reconoció el asesinato de 22 candidatos o aspirantes a candidaturas. Pero no solo los candidatos están siendo atacados. Muchos otros participantes en el proceso político lo han sido. Integralia reportaba hasta el 28 de mayo 749 casos de violencia política con 239 asesinatos. más los que se acumulen. 

La violencia política es, por supuesto, un simple reflejo de la que afecta a la sociedad. Estamos concluyendo el sexenio más violento de la historia, con el mayor número de homicidios dolosos y desapariciones. Quizá no todo es culpa de López Obrador. Si bien ha usado el lema de “Abrazos y no balazos”, ni la Guardia Nacional ni el Ejército, hoy convertido en simple policía, han dejado de hacer esfuerzos para hacer cumplir la ley. Se mantiene, sin embargo, una impunidad casi total en los crímenes que se cometen en nuestro país. El dogma de que los programas sociales, y en especial las becas a los jóvenes, eliminarían las causas de la violencia ha caído por tierra. El presidente, sin embargo, prefiere negar la realidad. El 6 de mayo declaró: “No hay más violencia, hay más homicidios”. 

Al comenzar su mandato López Obrador prometió combatir la impunidad y garantizar la seguridad de los mexicanos. Hoy afirma que ha cumplido su promesa porque participa todas las mañanas a las 6:00 en las juntas del gabinete de seguridad, como si asistir a reuniones fuera la manera de proteger a los gobernados. Además, se dice humanista, pero se ha negado a recibir a los familiares de las víctimas de los crímenes más atroces, como la familia LeBarón o las madres buscadoras. 

El presidente, por supuesto, nunca acepta una responsabilidad. Este 29 de mayo afirmó: “Lo que estamos padeciendo en el caso de la violencia política electoral tiene que ver con eso de que se establecieron vínculos entre autoridades y la delincuencia. Eso lo establecieron como práctica estos hipócritas y corruptos del período neoliberal. Bueno, al grado de que el brazo derecho de Calderón era García Luna, pero son tan perversos, hipócritas, que como los denunciamos, y eso se ventila como nunca, se avientan una campaña en contra mía de narcopresidente AMLO”. El presidente es siempre la víctima. No dudo que Genaro García Luna haya cometido faltas enormes, pero lo perverso es decir que, 12 años después de dejar el cargo de secretario de seguridad, sigue siendo el responsable de todos los crímenes en nuestro país. 

 

Ley seca

 

En 2021 se registraron 6,605 incidentes en casillas instaladas, pero solo 0.56 por ciento relacionados con el alcohol. De estos 37, el 10 por ciento fueron en distritos con ley seca. La prohibición de vender bebidas alcohólicas es una medida autoritaria que en nada beneficia a la sociedad. De hecho, promueve el consumo de bebidas ilegales y lastima a miles de comercios. 

 

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