EN LA CONFIGURACIÓN del nuevo Senado de la República habrá una variada y colorida selección de personajes políticos que llegarán por méritos propios, por disciplina, por parentesco, por casualidad o como premio de consolación.
LA 66 LEGISLATURA marcará el regreso del mismísimo Manlio Fabio Beltrones, quien llega sin el gran aparato de lo que fuera el PRI, sino como primera minoría en Sonora. Es decir, tras haber perdido ante Morena. También volverá el coahuilense Luis Fernando Salazar, pero ya no como panista, sino como neomorenista.
OTRO QUE quisiera reaparecer aunque sea como reintegro es Dante Delgado que perdió su elección en Veracruz y su única esperanza es que alcance a entrar Luis Donaldo Colosio… ¡y que pida licencia! El problema es que el regiomontano está agarrado con las uñas del escaño, pues la elección está cerradísima.
EN TANTO, en San Luis Potosí quedó fuera la morenista Rita Ozalia Rodríguez. La hermana de la titular de Seguridad federal, Rosa Icela Rodríguez, perdió contra sus “aliados” del Partido Verde que postularon ¡a la esposa del gobernador!
EN Jalisco, remontó el ex gobernador Francisco Ramírez Acuña y dejó fuera a Movimiento Ciudadano. En este estado, por fin se le hizo a Carlos Lomelí ganar una elección. Y en Querétaro, el morenista Santiago Nieto queda fuera del Senado, gracias a que PVEM y PT le jugaron las contras y postularon a sus propios candidatos.
QUIENES no llegarán y seguramente nadie va a extrañar son Jaime Bonilla que fue el último lugar en Baja California; la neoemecista Sandra Cuevas y el emblema del mirreynato, Roberto Palazuelos.
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ALGUNA VEZ le preguntaron a Felipe González cómo fue que socialistas, conservadores, monárquicos y sindicalistas lograron ponerse de acuerdo para alcanzar el Pacto de la Moncloa, aquel que le dio viabilidad a España hasta convertirla en una potencia económica mundial.
EL EX PRESIDENTE izquierdista respondió: “Cualquier padre de familia sabe que con las cosas de comer, no se juega”. Es decir, explicó, que el acuerdo primordial fue mantener cada uno sus diferencias y competir en todo, pero estando de acuerdo en lo que era importante para su país y cuidar aquello de lo que dependía la vida de los españoles. Crear y fortalecer instituciones, no dinamitarlas. Mejorar lo que existe, no empezar todo de cero.
ESTO viene a cuento porque hay quienes se preguntan qué clase de gobierno de izquierda es el que propone Claudia Sheinbaum. Puede ser una izquierda como la de Felipe González que le dé prioridad a lo social, sin descuidar lo económico. O puede ser una izquierda como la que hay en varios países de Latinoamérica que no cuidan la economía, ni la calidad, ni el equilibrio de poderes y terminan por perder “lo que es de comer”.