Después de la contienda electoral del domingo pasado y de sus resultados, a muchos nos queda claro que hay otro México que no conocíamos, porque tal vez vivimos en una burbuja que se nutre artificialmente de redes sociales programadas y de círculos sociales cerrados, que nos hacen creer que todo el país es como lo vemos nosotros, y por ello ante el golpe claro de los electores, algunos nos sentimos vapuleados y desorientados.

Los resultados en las urnas a nivel nacional nos deben llevar a una reflexión profunda para encontrar las causas del revés electoral, pues quedó claro que la oposición política en estos años ha sido un rotundo fracaso, que lejos de convencer a la sociedad, la ha dividido más. Si tuvieran vergüenza, los tres principales líderes de los partidos políticos de la alianza deberían presentar su renuncia de inmediato.

Una interpretación simplona de lo que pasó, sería señalar que los programas sociales hicieron su trabajo y mantuvieron comiendo de su mano a millones de mexicanos, quienes en apariencia se preocuparon y dieron más importancia a sus apoyos mensuales, que el acceso a la salud digna, que el temor a la inseguridad, que erradicar la corrupción del gobierno de AMLO, ya no digamos a la independencia de la Suprema Corte, del INE, o de los organismos autónomos. Todos esos problemas nacionales, para millones, no fueron la prioridad número uno.

La marea rosa salió a las calles y llenó las plazas, haciéndonos creer que el cambio llegaría y que podíamos desterrar a la peste de Morena; nosotros nos encargamos de exhibir los errores, los abusos y la corrupción de AMLO y de Morena, pensando que con eso era suficiente para que “todos” los demás abrieran los ojos y les dieran la espalda en las elecciones. Pensamos que con marchar estábamos cumpliendo con nuestro deber cívico. Evidentemente fue algo positivo, pero no suficiente.

Pero, más allá de eso, ¿qué hicimos? creímos que estábamos despertando y alertando a todo México, pero verdaderamente ¿de qué nos desprendimos o qué fue lo que sacrificamos para convencer a quien estaba cautivo ante las dádivas? ¿En nuestras empresas mandamos señales incrementando los salarios o mejorando las prestaciones? ¿reinvertimos las utilidades? bueno, al menos ¿registramos a nuestros trabajadores con su salario real ante el IMSS?

Ahora el diagnóstico está claro, por un lado tenemos a un presidente que ante la enorme desigualdad que padecemos, se sabe ganar a los más débiles aprovechándose de su necesidad, y se encarga de alimentar la idea de que todo es culpa de sus “adversarios” es decir, los ricos, generando con ello encono y resentimiento, pero por el otro lado, nosotros no hemos sabido contrarrestar con éxito esa estrategia, pues no supimos o no quisimos mandar el mensaje contundente de que la desigualdad se combate cuando los de abajo suben su nivel gracias a que los de arriba ceden una parte de lo que ganan. Salvo honrosas excepciones, nos limitamos a exhibir y culpar al gobierno, sin que nosotros hiciéramos un verdadero compromiso con los más pobres.

Pero no todo son malas noticias, pues si analizamos lo que hicimos como sociedad para evitar la llegada de Morena, podemos decir que a nivel nacional fracasamos; a nivel estatal fue regular, pues a pesar de los problemas de inseguridad y la falta de agua que el gobierno del estado fue incapaz de resolver, se evitó el arribo del partido guinda al poder ejecutivo; y a nivel municipal fue exitoso, pues se mantuvo a raya a Morena, dejándolo sin crecimiento y con solo 3 regidores en el Ayuntamiento. El PAN debe entender que mucho de su triunfo se debe a un voto en contra de Morena y no a favor del partido azul.

LALC 

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