León, Guanajuato.- Javier Ávila Aguirre, sacerdote jesuita de origen leonés que radica en Cerocahui, Chihuahua, exhortó a todos los gobernantes a trabajar desde sus trincheras y poner verdadero compromiso que ofrezca a la ciudadanía resultados reales en temas de paz.

 

Javier Ávila Aguirre, sacerdote jesuita de origen leonés que radica en Cerocahui, Chihuahua. Foto: Francisca Zaragoza

 

A nivel nacional, todos los funcionarios públicos, los que se comprometieron cuando eran candidatos y candidatas, los que ya estaban, lo único que tienen que hacer es cumplir con su responsabilidad de mantener un país en paz, en calma, con verdad, con justicia”.

Sin embargo, el llamado también es para la ciudadanía: a no tener miedo y a realizar acciones que fomenten la paz en cada uno de los entornos.

En el marco del segundo aniversario luctuoso de los “Mártires de Cerocahui”, los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, y de otras dos personas en la sierra Tarahumara de Chihuahua, la comunidad religiosa, académica y civil de León se reunió para recordar el legado de ambos religiosos.

“(En acciones de paz) no le dejemos tanto la responsabilidad a los gobiernos, porque vean que mal nos va. O asumamos más nuestra responsabilidad nosotros, es bronca nuestra, el país es nuestro, no es de las autoridades, hagamos lo que nos corresponde y no tengamos miedo”, exhortó Javier Ávila.

El religioso acudió a León a una mesa de diálogo organizada por la Universidad Iberoamericana León y el Instituto Lux, llevada a cabo en este último, donde también hubo una celebración eucarística, para homenajear a los “Mártires de Cerocahui”.

El 20 de junio de 2022, el padre “Gallo” Javier Campos Morales y el padre Joaquín César Mora Salazar, ambos muy queridos por la comunidad rarámuri, fueron asesinados dentro de la parroquia de San Francisco Javier, en Cerocahui, Chihuahua, luego de intentar defender al guía de turistas Pedro Palma Gutiérrez, quien era perseguido por una persona armada y buscó refugio en el templo. Dos días antes, el beisbolista Paul Osvaldo Berrelleza Rábago fue asesinado, tras ganarle su equipo a otro, patrocinado por un líder criminal.

Fomento al diálogo

Además del sacerdote Javier Ávila, en el encuentro participaron Adrián Frausto Martín del Campo, investigador de la Universidad Iberoamericana León; Nelson Manuel García González, del Centro de Investigación y Acción Social por la Paz (CIAS por la Paz), y Laura Villanueva Franco, de la organización No +Pobreza Guanajuato.

Ahí, los ponentes reconocieron el trabajo y dedicación de los dos sacerdotes jesuitas, quienes dedicaron su vida a servir a la comunidad indígena de la Sierra Tarahumara.

Yo creo que estamos en crisis en todos los sectores, pero esa crisis está haciendo que las personas despertemos”, expresó Nelson Manuel García del CIAS por la Paz.

Por su parte Adrián Martín del Campo, de la Ibero León, resaltó que tanto “Joaquín como Javier fueron fieles a una promesa, a la entrega de su vida a las y los demás, y esta entrega diaria cotidiana de muchos años los llevó a ser un testimonio en vida, que cuando sucede este evento trágico, lo que sale, sí, es la barbarie, pero también salen estos signos acumulados de toda la vida que dieron y que recibieron como parte de su misión”, es decir, solidaridad, resistencia y bondad.

El sacerdote Javier Ávila afirmó que lo ocurrido en la Sierra Tarahumara “tocó la conciencia nacional con los homicidios de nuestros hermanos y dos laicos, Pedro y Paul. Se nos olvida Paul, él fue el primero qué cayó”.

“A mí me parece que la vida de Pedro y Joaquín fueron de constantemente actos de búsqueda de Justicia, servicio, solidaridad y amor, actos que cumplieron en su vida y ahora son invitaciones para quienes estamos aquí, quienes después de su muerte nos sentimos conmovidos” agregó Laura Villanueva, de No +Pobreza.

Balazos sin abrazos

El padre Javier “El Pato” Ávila mencionó que la Iglesia católica desde siempre ha protestado, reclamado y ofrecido el diálogo para sumar en la construcción de la paz en todo el país, no solo en la Sierra Tarahumara, pues como pastores acompañan el dolor de la gente, la tristeza de la muerte y la angustia por las miles de persona desaparecidas o desplazadas.

Los abrazos forman parte de las fantasías e imaginario del palacio, los balazos son la realidad con la que vivimos cada días, los abrazos ya no nos alcanzan para detener los balazos”, advirtió.

El religioso refirió que solamente las comunidades de la Sierra Tarahumara con presencia de la Guardia Nacional, como Cerocahui, viven en tranquilidad, en el resto de la Sierra la situación sigue igual, pues además de generar violencia, los grupos criminales de la zona también causan deforestación y desplazamiento de las familias.

El sacerdote informó que recientemente se capturó a un presunto responsable del asesinato de Paul, quien tenía 24 años.

Sin dar más detalles de la captura, se mostró comprometido a dar seguimiento al caso: “Vamos a estar muy al pendiente de que ese proceso se lleve conforme a derecho”.

JRL

 

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