León.- A pesar de no tener interés ni experiencia en la fabricación de calzado, el empresario Salvador Suárez, fundador de la empresa Paruno, instaló una planta a los 27 años.
La marca fabrica para Palacio de Hierro, Liverpool y cuenta con la licencia para Levi’s y Dockers.
Reconoció que los zapatos nunca le han apasionado a diferencia de la música, pero ha aprendido a amar lo que hace. El empresario compartió su historia al participar como ponente dentro de la tercera edición de la Expo PyMe, en Poliforum León.
Con una mezcla de charla y canciones que lo inspiran, se desarrolló la ponencia, “El valor de cuestionar”. Ahí recordó que su inicio en el calzado fue fortuito, ya que empezó trabajando en una tenería hasta alcanzar la dirección comercial.
De un inicio fortuito a saber generar riqueza y compartirla
Tras una visita a Ciudad de México para presentar su tesis, uno de sus tíos le propuso instalar una fábrica de calzado en sociedad con su primo.
En ese momento, con un matrimonio joven y una hija pequeña, se animó a aventurarse, sin experiencia alguna en la fabricación de zapatos y sin dinero.
Detalló que en ese entonces su papá le aconsejó no poner la fábrica, al igual que su entonces suegro.
Sin embargo él creyó en que podía hacerlo y tomó el riesgo, en esa primera etapa le permitieron continuar trabajando en la tenería y empezar con la fabricación de calzado.
La primera sociedad que hizo con su primo duró apenas un año y medio, posteriormente, en una nueva sociedad sumó a su hermano Manolo y a dos socios capitalistas con los que lleva 35 años de sociedad.
Comparó las sociedades con el matrimonio, los socios deben partir de la honestidad y lealtad. Además de sumar a quien agregue valor al proyecto.
Refirió que cuando comenzaron a producir empezaron con 30 pares diarios, al entrar con Palacio de Hierro, fue lo que les dio impulso para sumar 300 colaboradores.
A pesar de que en un principio le vendían a Palacio de Hierro, entrar a Liverpool les tomó cinco años.
Explicó que cada seis meses pedía una cita, lo hacían esperar dos horas para ser “bateado”, siempre con la misma respuesta: no vamos a comprar.
Cuando logró venderles fue con la condición de que fuera con la marca propia del almacén. Fueron ellos quienes los recomendaron cuando se liberó la licencia de Dockers en León.
No fue circunstancial, habíamos construido una buena marca, las oportunidades y la suerte se construyen”.
Llega la pandemia y cambia todo el panorama, en León, México y el mundo
La llegada de la pandemia supuso uno de los momentos más duros empresarialmente para Salvador Suárez, quien dijo tuvo que ponerse de frente a la congruencia.
En ese momento tenían mil empleados, buscando el mal menor, las finanzas de la empresa eran sanas, además de que tenían un fondo para eventualidades que les permitió sostener la situación algunos meses.
Sin embargo, para julio del 2020 tuvieron que despedir a 400 colaboradores; esa piedra quizá no se quite nunca. Para el siguiente año lograron rescatar al 80 % de sus trabajadores, ya que creen en las relaciones recíprocas.
En la última década sumaron de forma paralela un proyecto de música, academia y foro con el que buscan reconstruir tejido social con la música.
Aunque reconoció que “un día sí y el otro también metían la pata”, eso los llevó al desarrollo del ecommerce para la tienda de instrumentos y comenzaron a conectar con la comunidad músical.
Para cerrar, el empresario comentó que el mundo que tenemos lo hemos construido todos.
“Esta desigualdad e injusticia que hay, pareciera que se la queremos adjudicar a alguien más, al gobierno. Casi nunca volteamos la mirada hacia nosotros”, reflexionó.
En particular dijo, “los empresarios tenemos grandes asignaturas pendientes, tenemos que poner a la persona en el centro del negocio, debemos aprender a generar riqueza y compartirla. A favor y no a costa de los colaboradores”.
HEP