Casi todo requiere de experiencia. Entre más repetimos una actividad, más la vamos dominando y más avanzamos.

Uno no puede fabricar una mesa con maderas preciosas si recién está aprendiendo a usar el martillo y el serrucho. Uno no puede construir un edificio imponente si apenas se ha titulado de arquitectura, pero nunca ha puesto un pie en una obra. Uno no puede operar a corazón abierto si apenas sabe de primeros auxilios.

Justamente por eso es que la experiencia es valiosa, porque no se puede comprar, porque no adquiere de forma pasiva mediante el conocimiento sino de su aplicación en el perfeccionamiento de la técnica a través del tiempo.

El presidente López Obrador quiere jueces sin experiencia, aunque es claro que desconoce totalmente la función de un juez, para él México es una aldea y sus conflictos pueden dirimirse casi a mano alzada.

López Obrador fue un pésimo estudiante. Siempre bueno para la grilla, pero malo para el análisis profundo, ensalzando la víscera sobre la razón. Es un hombre ideológicamente parido desde la improvisación, un político de estilo rupestre y bravucón, producto de los resquemores originados por la marginación sufrida ante su falta de méritos.

Hay ventajas en su estilo, máxime en un país que se siente victimizado desde su propio origen y que con ahínco busca enemigos por doquier para cobrar fracasos del presente, hurgando en el pasado.

Los populistas llegan a funcionar muy bien como catarsis. Sin embargo, el problema es cuando el desahogo se convierte en un cáncer que termina jodiendo el sistema hasta dejarlo inoperante.

Creo que AMLO fue eso, una buena catarsis, se irá en un par de meses dejando tras de sí el saldo de una bilis derramada que podrá superarse muy pronto si se va por la vía adecuada.

A diferencia del presidente, la presidenta electa no es un producto de la improvisación sino del esfuerzo: si López Obrador mandó al diablo las instituciones, creo ella será edificará nuevas sobre las ruinas que dejó.

La ciencia no puede tener como eje ni la bilis ni la catarsis. El gobierno de una científica tampoco.

 

De Colofón

 

Luisa María Alcalde para presidenta de Morena y Jesús Ramírez Cuevas como Secretario General. ¿Caben los moderados en esa fórmula?

Y todavía faltan 81 días para que termine AMLO.

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