México va digiriendo la reciente victoria de Morena. Más allá de un proceso manchado por actos anticipados de campaña ilegales, por flagrante uso de cuantiosos recursos públicos y por prácticas comunes en los años del PRI hegemónico, el abrumador resultado tiene repercusiones en sí mismo. Pero, además, nos falta transitar meses donde se definirá nuestro futuro, antes de que la Presidenta tome posesión en octubre.
La 4T aprovecha el desconcierto postelectoral para imponer condiciones que van más allá de las secuelas netamente electorales y, en medio de ello, muchos en la comentocracia confunden la resignación con la complicidad. Mientras manejamos nuestra estupefacción ante la amenaza de una reforma judicial que cancelaría el futuro de generaciones de mexicanos, como bien dijo Héctor Aguilar Camín en Milenio: no ponemos suficiente empeño para evitar la grotesca sobrerrepresentación que el oficialismo quiere imponer, y de la cual requiere para lograr las mayorías que le permitirían pasar esta brutal reforma.
En nada ayudan el silencio y la cómplice aquiescencia de una comentocracia que se acomoda en forma conveniente y cobarde, e incluso de empresarios que perdieron todo asomo de dignidad para mostrar su dócil sometimiento al nuevo, y potencialmente perenne, régimen. Dejemos clara la diferencia entre pragmatismo y sumisión. Un empresario importante me explicaba que era necesario apoyar al gobierno entrante para evitar una confrontación prematura que desembocaría en políticas públicas nocivas para la actividad empresarial y el desarrollo de México. Esa postura es razonable y comprensible. Arrodillarse no lo es.
En pleno verano, cuando muchos están distraídos, Morena intenta arrebatar las pocas elecciones que perdieron. Presionan a las cada día más endebles autoridades electorales para exigir un recuento en la alcaldía Cuauhtémoc, donde Alessandra Rojo de la Vega ganó por 3.38%, o en la capital de Zacatecas donde se anuló la elección. Mientras tantos se postran ansiosos ante el ganador, tampoco levantan la voz para protestar con vehemencia por la pavorosa persecución de quienes tuvieron la osadía de investigar la corrupción que impera en el círculo del Presidente, empezando por su familia.
Carlos Loret, Víctor Trujillo y María Amparo Casar sufren persecución que va desde lo fiscal hasta lo penal por el “imperdonable crimen” de hacer su trabajo. Hoy son ellos, mañana podemos ser cualquiera, y los “nuevos siervos”, a los que se hizo elocuente referencia en estas páginas, se desviven por encontrar acomodo y justificación a acciones del gobierno que están lejos de tenerla. Quienes critican sin misericordia a los partidos de oposición, por ejemplo, pero no tocan a Morena ni con el pétalo de una rosa.
Sufrimos las consecuencias del narcisismo de un Presidente que nos impone la demolición del Poder Judicial quizá por el más infantil de los motivos: para vengarse de jueces que, haciendo su trabajo nuevamente, les pusieron límites a sus arbitrariedades y ocurrencias. En ese país estamos.
Desde 2018, nuestro crecimiento trimestral anualizado ha sido de 0.9% en promedio. El de EU, de cuya economía dependemos, ha sido 2.1%. La brecha entre los niveles de vida en ambos países sigue creciendo. En buena medida, nuestro estancamiento se explica porque cayó la inversión industrial y en construcción por la arbitraria cancelación del NAIM (que era crucial para atraer cadenas de suministro globales), antes de que AMLO llegara al poder, y por la decisión de revertir la reforma energética. La historia se repite, corregida y aumentada, si avanza la “reforma judicial”, nuevamente, antes de que el nuevo gobierno siquiera entre en funciones.
Mientras los medios les dan espacio a “nuevos siervos” en aras de una diversidad de opiniones que éstos no merecen, por su evidente superficialidad y conflictos de interés; mientras tantos justifican lo injustificable y condonan la arbitrariedad e ineptitud de un gobierno que amenaza con cancelar nuestro mañana, México se hunde en la violencia, en la mediocridad y en la ilegalidad. ¡Abramos los ojos!
@jorgesuarezv