Como se imaginarán, estimados lectores, el tema en el ambiente sigue siendo el intento de asesinato a Donald Trump.

Aunque no se tiene aún confirmado el muy importante motivo que impulsó a Thomas Matthew Crooks a dispararle a Trump, matando e hiriendo a inocentes en el proceso, sí han surgido detalles que muestran lo increíble de este incidente y cómo se le peló al Servicio Secreto que cuida a Trump la presencia de un tirador en un techo a sólo 137 metros de distancia de él.

Varias personas del público lo vieron ascender al techo contiguo (fuera del perímetro del evento) y tomar posición, algunos incluso afirman haber alertado al Servicio Secreto, mientras que otros aseguran que Crooks se le “coló” a un policía del condado.

Otra increíble parte de este rompecabezas, aún irresuelto, lo aporta un miembro del Navy Seal Team, muy familiar con el rifle AR-15 empleado por Crooks.

Éste en su versión civil dispara un cartucho conocido como .223 Remington, que a su vez lanza un proyectil relativamente ligero, de unos 55 gramos, pero a muy alta velocidad (cerca de 3 mil pies por segundo).

Estima este miembro del Navy Seal Team que el francotirador, a la hora de dispararle a Trump, no tomó en cuenta (es decir, no compensó) el componente de un viento cruzado de 5 mph, que contribuyó a desviar la bala un mínimo de 2 pulgadas, finalmente la diferencia entre un tiro mortal y lo que acabó siendo un “rozón” leve.

Interesantes han sido, igualmente, las reacciones de la opinión pública norteamericana tras el atentado.

Sus seguidores considerando como valiente y hasta “heroica” la reacción de Trump tras el rozón: levantar su puño y gritar “¡luchen, luchen!” (fight, fight!).

Claro, sobran los llamados a frenar la violencia, a recalcar que ésta no tiene lugar en una democracia y si bien en el fondo les asiste la razón, queda claro que la sociedad norteamericana está ya muy polarizada.

Antes del incidente, Trump aventajaba a Biden en los sondeos con un margen de unos tres puntos.

Tras el atentado, sondeos preliminares señalan que éste afectó la percepción en el sector de los indecisos, con indicios de que ahora se inclinan por Trump.

Al día siguiente, el domingo, Biden hizo dos intentos por insertarse en la narrativa realizando dos conferencias de prensa difundidas en televisión nacional desde la Oficina Oval, intentado demostrar que estaba al tanto de la situación y ordenando al aparato de Gobierno (FBI, Homeland Security) investigar e incrementar la seguridad en torno a Trump.

Dudan mucho los analistas que este acto haya tenido alguna influencia positiva en la opinión pública nacional, o que haya borrado de un golpe la percepción que se tiene de Biden de estar en un proceso acelerado de senilidad, con problemas de confusión, y mentales y motrices.

Esto frente a un Trump que a la hora de los catorrazos se mostró valiente, fuerte y con entereza.

O por lo menos así lo interpreta un gran sector de la opinión pública norteamericana.

Ante los hechos se corre el riesgo de minimizar el incidente recurriendo a la muy trillada reducción “se trata de un loco” ¡y ya!

Sin embargo, pudiera ésta ser una interpretación equivocada.

Lo que el FBI y medios independientes han encontrado es que el joven de 20 años, quien era asistente nutricional en una casa de ancianos, era un chico callado y solitario, sin inclinación hacia la violencia y jamás arrestado.

Hasta ayer aún no se descubría el móvil del crimen, por lo que debemos buscar las causas en el entorno, el clima social que se vive en ese y muchos otros países.

Este fenómeno descrito cobra importancia por lo que viene: los Juegos Olímpicos en París.

El potencial de actos terroristas en la Olimpiada es alto, y creemos que se ha incrementado con el intento de asesinato de Mr. Trump.

Francia también está dividida, polarizada -política y socialmente- existiendo entre su población un enorme número de musulmanes inmigrantes que se sienten discriminados y excluidos.

Pero no sólo eso, sino que Francia ha sido aliado de Israel en su defensa del ataque terrorista contra su población, perpetrado por Hamás, de manera que debe existir una tentación enorme por parte de los terroristas de realizar un acto extremista fuera de su país en represalia por lo que hoy acontece en Gaza.

Y qué mejor que un evento que acapara la atención global, lanzando un mensaje a los amigos de Israel para forzar un fin a la guerra en Palestina que golpea fuertemente a su población.

Se corren, pues, riesgos globales -y fuertes- mientras prevalezca el odio y la división en el mundo.

 

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