“Para proporcionar un falso sentimiento de seguridad, los gobiernos han hecho el comercio, la migración y la construcción más difíciles, asegurando un menor crecimiento y dañando a la misma gente que los políticos dicen estar protegiendo”.
Johan Norberg, The Capitalist Manifesto
Donald Trump de Estados Unidos dijo este sábado 20 de julio en Michigan que “la inmigración salvó mi vida”. Se refería al gráfico sobre migración que estaba mostrando en el mitin de Butler, Pennsylvania, cuando una bala rozó su oreja. El candidato ya lo había dicho en su discurso de aceptación de la candidatura republicana el 18 de julio: “Ese fue el gráfico que me salvó la vida”. Según su versión, el hecho de que volvió ligeramente la cabeza para comentar el gráfico impidió que el disparo se incrustara en su cabeza.
Independientemente de si realmente Trump salvó la vida por el gráfico, o si fue una intervención de Dios, como también ha afirmado, lo que sí es claro es que ha recurrido nuevamente a la migración y al proteccionismo comercial para construir su campaña política de 2024. El gráfico que mostraba pretende comprobar que durante su mandato se redujo la inmigración ilegal, y que esta se ha disparado durante el gobierno de Joe Biden, pero la realidad tiene otros datos.
El punto de baja migración al que Trump apuntaba en el gráfico es marzo de 2020. Es verdad que el número de “encuentros” -detenciones, expulsiones-bajó mucho, pero por la pandemia de covid y no por sus políticas. Es cierto también que al comienzo del gobierno de Biden hubo un incremento, pero se ha moderado en los últimos meses.
Muchos de los argumentos de Trump contra la migración, por otra parte, son falsos. Dos de las razones de la prosperidad histórica de la Unión Americana han sido, precisamente, su apertura comercial y migratoria. Él afirma que los inmigrantes cometen más crímenes que los nacionales, pero es falso: los nativos cometen muchos más que los inmigrantes. Dice que los inmigrantes quitan empleos a los locales, pero en realidad toman los trabajos que los nacionales rechazan. Argumenta que los inmigrantes usan programas sociales, pero en realidad aportan más que los beneficios que reciben.
Los países prósperos suelen tener altos niveles de inmigrantes. Los Emiratos Árabes Unidos registran la mayor proporción, 88.13 por ciento; le siguen Arabia Saudita con 38.65, Australia con 30.14, Canadá con 21.33, Alemania con 18.81 y Estados Unidos con 15.28 (World Population Review). En cambio, los países pobres como la India, México, El Salvador, Honduras, Haití, Cuba o Venezuela son los que exportan más población.
Italia, el país en que me encuentro, es ejemplo de las dificultades para detener la migración. Giorgia Meloni fue electa primera ministra en 2022 con la promesa de reducirla. En diciembre de 2023, sin embargo, reconoció que la migración “es el fenómeno más complejo con el que he tenido que lidiar”. El número de inmigrantes acusados de entrar ilegalmente a Italia pasó de 138,420 en 2022 a 194,750 en 2023 (en 2020 era de 22,785) (Statista), pero las empresas italianas están teniendo enormes dificultades para encontrar trabajadores, lo cual ha frenado la economía. Por eso, sin abandonar la retórica antiinmigrante que la llevó al poder, Meloni ha decidido elevar las cuotas de visas de trabajo para no residentes de la Unión Europea de 136 mil en 2023 a 165 mil en 2025 (integrazionemigranti.gov.it).
La mayoría de los pueblos rechaza al extranjero porque es diferente. La apertura migratoria, sin embargo, es tan importante como la libertad comercial para crear economías prósperas. Lo demuestra la historia, lo niegan los populistas.
Renuncia
Era, quizá, inevitable, pero por fin ayer el presidente Joe Biden decidió retirar su candidatura a la presidencia de Estados Unidos. Ha decidido respaldar a Kamala Harris, pero la decisión la tomarán los líderes de la Convención Demócrata, y no está claro que respalden a la actual vicepresidenta. Lo importante será escoger a un candidato que unifique a los demócratas y no que los divida.
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