La principal aportación que deben hacer los municipios para contribuir a la seguridad es mantener corporaciones policiacas honestas, bien pagadas, entrenadas y equipadas. Para ello hay que aplicar una depuración constante; tan solo en nuestra ciudad, desde el inicio de esta administración, se han separado a más de 870 elementos por despido, renuncias, jubilaciones, etc., es decir, 290 al año en promedio.
Evidentemente hay que sustituir a los elementos dados de baja por nuevos policías que garanticen mantener unos cuerpos de seguridad con las características arriba mencionadas, y para ello hay que formarlos desde la academia. El problema es que la academia solo gradúa de 120 a 160 elementos al año; la ecuación es sencilla y preocupante, si no hacemos algo, seguiremos disminuyendo el número de policías para cuidar una ciudad como León.
Formar un policía no es tarea sencilla, pues para poder ingresar a la academia, los jóvenes deben cumplir varios requisitos sin los cuales es imposible admitirlos, pues por la naturaleza de su cargo, deben de ser personas que sean íntegras en la mayor expresión de su persona y comportamiento.
En una primera etapa tienen que someterse a exámenes toxicológicos, médicos, documentales, de entorno (vínculos familiares y detenciones) y físicos; si pasan estas pruebas, después deben aprobar otros exámenes toxicológicos más profundos, polígrafo y psicológicos.
Ingresar a la academia de policía es más difícil que inscribirse en cualquier otra universidad de educación profesional tradicional.
Bajo la dinámica actual, nuestra academia nunca va a poder sustituir a los policías que son dados de baja, y eso lo sabe muy bien su director, el Lic. Héctor Quilantán, quien, con su visión y experiencia, está redirigiendo la población objetivo para reclutar jóvenes, enfocándose en las preparatorias.
La pregunta es, ¿por qué no se hacía así antes? La respuesta es sencilla, porque antes la academia no tenía nada que ofrecer a los jóvenes, pero ahora, al haber logrado el nivel de universidad, con ya cinco carreras certificadas, el interés de los bachilleres para ser policías y profesionistas a la vez se ha convertido en una opción real.
El sueldo no es motivación suficiente para que un joven quiera ser policía, pero sí lo es el hecho que al graduarse como agente del orden, lo haga también como profesionista, y que además para hacerlo, desde su ingreso a la academia como cadete y estudiante, cuente con una beca en efectivo de 10 mil 300 pesos, solo pague el 10% del costo de la universidad, y al llegar a ser policía obtenga un salario competitivo, más prestaciones muy superiores a las de cualquier otro servidor público, como es el fondo de becas para sus hijos en caso de fallecimiento, el uso gratuito de las instalaciones y talleres deportivos para él y sus familias, la atención psicológica obligatoria, etc.
El gran reto que se tiene en la academia es que los jóvenes sientan la opción de ser policías no como un oficio para subsistir, sino como un verdadero proyecto de vida, y en ese sentido el maestro Quilantán lo tiene muy claro y lo está transmitiendo a los aspirantes y a sus familias.
Pero nada de lo anterior tendrá los resultados esperados si nosotros como sociedad no respetamos e incluimos a los policías como parte activa e importante de nuestra sociedad, integrándolos a nuestros círculos sociales, académicos e incluso empresariales. En los países desarrollados, los policías son considerados como los líderes y el ejemplo de la comunidad.
El gobierno está poniendo su parte construyendo una academia de excelencia, los jóvenes están poniendo su parte preparándose y esforzándose para protegernos y cuidarnos de manera honesta y profesional, y nosotros como sociedad, ¿qué estamos haciendo?
LALC