Dicen (y bien) que la peor manera de resolver los problemas en México, es crear “comisiones”. Los mexicanos somos muy dados a “patear el bote” y dejar la bronca a otros y al tiempo, el cual pasa inexorablemente junto a nosotros. Este maravilloso país tiene enorme potencial e historia, pero al mismo tiempo, desafíos estructurales como la inseguridad, la pobreza y la falta de agua. Sabemos que ya la humanidad provoca guerras por este insumo vital que es más escaso, no solo por el crecimiento demográfico mismo, sino por la creciente urbanización y la industria que consume agua (como la refresquera y cervecera). Ya sea subterránea o superficial, el agua escasea en México y en el Bajío y el “día cero” ya lo conocimos en estos dos años de emergencia hídrica.  

Así como el origen se debe a todos, la solución, también está en todos. No solo del gobierno, sino de empresas y sociedad. Considero que hay dos enfoques en cuanto al diseño organizacional en los gobiernos. Por un lado, está la estrategia de atender los problemas rediseñando procesos enfocados al ciudadano y por otro, en crear estructuras nuevas para resolver. Digo que esta segunda es muy “a la mexicana”. Así que, si hay problemáticas con migrantes, se crean “Secretarías” para atenderlo. Si el medio ambiente es importante, se crean Secretarías. Se encargan, como se hace en México, a políticos del partido en el poder y allí se encauzan las inquietudes y necesidades de la ciudadanía. 

El problema es que está probado que mientras más recursos públicos se inyectan a los entes públicos, no solo se incrementa el gasto corriente (las tres cuartas partes se van siempre al capítulo y servicios profesionales, es decir, a personal) y poco a la verdadera inversión que llega a la gente y como en el caso del agua, a las cuencas, a los incentivos fiscales al ahorro y a las plantas de tratamiento. Tendremos pronto un gobierno estatal que traerá nuevas ideas; el Congreso, ahora con mayor pluralidad política, deberá acordar proyectos y presupuesto, para que haya agua para las siguientes generaciones, toda vez que el escenario con el gobierno federal, no cambiará; es decir, que no habrá recursos extraordinarios de gran calado para asegurar el suministro a León ni al corredor industrial.

Es un enorme desafío el que tendrá Libia para conducir el proceso del agua, pues en mi opinión, tendrá que pasar, por concentrar la estrategia en las cuencas como Sierra de Lobos y Santa Rosa y en la capacidad de reciclamiento del agua en el corredor industrial. No será con más estructura gubernamental, sino con la democratización de las decisiones, como se resolverá. Los proyectos indispensables, deberán ser, entre otros, el trabajo por cuencas hidrológicas; mayor inversión en rehabilitación de plantas de tratamiento; incremento del mercado de agua tratada; incentivos fiscales para ahorradores; atracción del programa federal “sembrando vida”; grandes pozos de absorción; nuevas reglas para la construcción “verde”; redes financieras para los reforestadores en cuencas; incentivos fiscales a desarrolladores de tecnología de reciclamiento en incubadoras universitarias. 

Considero que la creación de más Secretarías no es necesariamente la solución. Pasar de tener un Instituto de Ecología a crear una Secretaría de Medio Ambiente, no se tradujo en mejora de las condiciones climáticas del ecosistema del Bajío; crear la Secretaría del Migrante tampoco lo hizo. Es la participación social la que lograría una consulta amplia entre la ciudadanía sobre la inversión estatal, la que permitiría involucrar a la comunidad en la solución de mediano plazo sobre el agua. Hay poco tiempo. En tres años cambiarán los equilibrios en el Congreso local, pues es altamente probable que el PAN pierda posiciones y sea más difícil hacer acuerdos con su oposición. Son 30 años de estar en esta trinchera, ya en la UTL, en el CIATEC, en las ANP y en Agua y Bosque AC. Estoy seguro que la estrategia es hacer alianzas, pero con la sociedad, al democratizar el agua, con los liderazgos reales que tiene la comunidad, pues aquí, en las cuencas, como la de Sierra de Lobos, es donde realmente se libra la batalla para captar, infiltrar, sembrar, reciclar, producir, conducir el agua que, como el tiempo, se nos escapa de las manos.

 

RAA

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