El circo presenta fallas. La imagen se pixelea en una pantalla gigantesca que cumple su tercer aniversario. A la izquierda, dentro de una cabina, hay desesperación y frustración por lo que sucede. La presión aumenta porque no existe espacio para el error: se debe comenzar puntual. 

Se comunican por radio, pero de poco sirve. Cinco minutos después, el audio también falla y, de plano, la pantalla ya se arruinó. “Ya ni modo”, se escucha entre las butacas que, como en cada inicio de año, se ocupan en su totalidad. 

A pesar de todo y como siempre sucede en el mundo artístico, el show debe continuar, y mientras a la derecha el espacio de prensa presenta su único lleno de la temporada, un grupo de jugadores y cuerpo técnico es anunciado frente a toda la fanaticada. 

Austin Drury, Lázaro Blanco, Wendolyn Bautista, Samuel Adames, Aneury Tavárez, Alejandro Mejía, Keven Lamas y Micker Adolfo, son algunos de los nombres que se roban los reflectores y se llenan de aplausos. Sin embargo, el resonar aumenta cuando se escucha en las bocinas el nombre de Rafael Rijo, quien es el capitán de un barco que está a punto de zarpar sin opción alguna de retorno. 

“Si tú llegas a tener miedo en este juego, es mejor que ni siquiera te presentes”, mencionó una semana antes sobre una pequeña sombra que sirvió para apaciguar el agobio incesante de unos duros rayos de sol que se hicieron presentes en el diamante del Domingo Santana, que ya estaba listo para recibir al beisbol, después de la dura temporada de las Bravas de León en su debut en la Liga Mexicana de Sóftbol (LMS). 

Con el aliciente de comerse al mundo y olvidar el trago amargo de cuatro temporadas consecutivas sin vivir a flor de piel un ambiente de postemporada, Rijo, de humor caribeño, afabilidad dominicana y un espíritu combativo impregnado por el color azulado de las letras que engalanan el nombre de Dodgers, comenzó el 2024 dirigiendo, desde el dugout, a los Bravos de León. 

Quizás, por primera vez desde hace mucho tiempo, recibió semejante vitoreo de una afición que arropa, pero también exige. ¿Por qué? Porque la frustración aumenta, la impotencia agobia y la victoria no acompaña. Tal vez por eso, aquella noche del viernes 12 de abril del 2024, la derrota de 7 a 1 frente a los Leones de Yucatán, que vino acompañada de una desastrosa carta de presentación de Austin Drury, quien recibió ocho hits y tres carreras en solo 2.0 innings, estuvo falta de esperanza y repleta de resignación. 

El espectáculo de El Gran Show presentó fallas en su concepción. Como entretenimiento falló en la ejecución, pero pudo ser el preámbulo de una temporada que fue de más a menos, donde la irregularidad volvió a ser el sello de regularidad en los leoneses. 

El primer gran avance

A pesar del primer descalabro de la campaña, los Bravos comenzaron a recuperarse. En sus primeras aperturas, Wendolyn Bautista y Lázaro Blanco, comenzaron a ratificarse como las dos grandes figuras de una rotación de cinco lanzadores que se vio opacada por el mal arranque de Drury, Hazahel Quijada, Fernando Lozano y Arturo Reyes, siendo este último alguien de poca fe por su labor -no labor- de opener. 

En esas primeras semanas, fue en la segunda donde se registró la primera semana de .500 con tres victorias y misma cantidad de derrotas, y sin duda, las que dolieron más, fueron las dos que registraron en casa de los Pericos de Puebla en la serie del 26 al 28 de abril. 

En la primera, Drury lanzó una joya de 6.0 IP, 5H, 1 R, 1 BB y 5 SO, pero el relevo de Adam Hofacket comenzó a romperse con su primera oportunidad de salvamento desperdiciada del año. 

En la segunda, un joven Lozano, que estaba a préstamo desde Toros de Tijuana, falló con su segundo descalabro del año, donde permitió cinco hits, cuatro carreras y tres bases por bola. 

Sin embargo, el equipo comenzó a demostrar destreza en los momentos más apremiantes. En su siguiente serie, barrieron en casa a los Piratas de Campeche, y aunque solo rescataron uno en su siguiente serie ante Olmecas de Tabasco, demostraron que la brecha con los peores estaba quedando atrás. 

Rafael Rijo demostró inteligencia a la hora de mover sus piezas. Además de ganar la serie en Oaxaca ante los Guerreros y en Quintana Roo ante los Tigres, demostró categoría ante rivales directos, tales como El Águila de Veracruz, a quienes vapulearon en el último juego 4-12 para quedarse con la serie. 

Aunque antes de mostrar categoría ante los jarochos se mostraron equívocos en su visita a Querétaro contra los Conspiradores, rescatar el último en Huimilpan fue buen aliciente para comenzar a ajustar, dando de baja a Austin Drury después de su desastrosa actuación en 2.0 innings, donde permitió cinco hits y admitió siete carreras.

Hasta ese momento, Jimmy Kerrigan, Aneury Tavárez, Keven Lamas y Marco Chicuate, se mostraron potentes. Incluso, el receptor titular de Los Mochis llegó a tener una semana redituable en la del 14 al 20 de mayo, donde enfrentó a Conspiradores y El Águila para crecerse en el diamante con un average de .437 que logró al irse de 19-9 con cuatro impulsadas, tres anotadas y dos bases por bola. 

Rijo iba bien y la directiva respondió con la adición de Emmanuel Ávila, quien llegó al equipo el sábado 11 de mayo en la visita de Bravos a Quintana Roo, donde se quedaron con la serie y lograron, por primera vez desde el 2018, un récord ganador (14-12). 

Quizá lo único malo en el trabajo de Rijo -que a la larga le costó su trabajo- fue el manejo que tuvo con Alejandro Mejía en el Lineup, pues lo subió como tercero y cuarto, cuando el funciona más como quinto o sexto.

Su paisano comenzó a meterse en un slump que provocó un rompimiento con la afición, llegando a tener una semana para el olvido (14 al 20 de mayo) con .125 de promedio de bateo que se consumó al irse de 24-3 con tres producidas, cuatro anotadas, tres bases por bola y nueve chocolates. 

El inicio del rompimiento psicológico

En la sexta semana de temporada, antes del parón del Juego de Estrellas, los Bravos de León vivieron el inicio del final. 

En casa, con un repleto Domingo Santana en los tres juegos de la serie, recibieron a los Diablos Rojos del México. Si bien en la primera vez que los enfrentaron les rompieron su racha de siete juegos invictos, perdieron la serie con un último juego donde fueron dominados ampliamente por Trevor Bauer, quien les recetó 14 ponches, siendo nueve de ellos de manera consecutiva. 

Justamente, en el primero de esta última serie de la primera mitad de temporada, lanzó el mismo Bauer, quien ganó el Cy Young de la Liga Nacional en 2020 y lanzó con Los Ángeles Dodgers en 2021, antes de su escándalo por violencia sexual. 

Mientras Diablos llegó con récord de 26-7, Bravos lo hizo con récord de 17-16. 

Al inicio del juego, Bravos aguantó con tres argollas de manera consecutiva, pero en la presentación de Felipe González, todo se fue a la borda en la cuarta entrada, donde un nervioso Ítalo Motta, no pudo sacar el último out y condenó la primera carrera del rival con un error -horror- en un elevado al cuadro de rutina. 

A pesar de que le pegaron siete hits a Bauer, la carrera jamás llegó, y mientras Diablos aumentó la ventaja con una carrera en la sexta y séptima, sentenció el juego con un rally de tres que provocó una pizarra -quizás injusta- de 6 a 0 frente a Bravos. 

Presa de sus propios errores con cinco en toda la serie -cuatro en el primer juego-, la novena leonesa fue barrida con contundencia. 7 a 3 en el segundo y 11 a 7 en el tercero, condenaron las esperanzas de poderle hacer juego a los líderes escarlatas, quienes vinieron de paseo a León. 

El descanso que vino del 24 al 27 de mayo por el Juego de Estrellas, a donde acudieron Wendolyn Bautista y Yorman Rodríguez como representantes de los Bravos, no pudo ayudar en lo absoluto. A pesar de que estuvieron abajo por dos juegos para llegar a la marca de .500 (17-19), en sus siguientes series, ya no se mostraron con la misma inteligencia y paciencia. 

Al regreso, los Bravos, que se marcharon como el cuarto mejor bateo de toda la LMB  con .302 de average, pero como el treceavo lugar en el pitcheo con una efectividad de 6.09 y 234 carreras recibidas, visitaron dos plazas complicadísimas en series interliga: Monterrey y Monclova.

En otras temporadas, esa semana era de 0-6, pero los Bravos, al menos, tuvieron dos victorias. Frente a Sultanes, rescataron el segundo 6 a 4, y contra Acereros, se llevaron el primero de la serie 6 a 1, perdiendo el segundo con un walk off de 4 a 5 y el último 3 a 6. 

Después de estos resultados, el aura parecía seguir, pero era necesario apuntalar el bullpen, cosa que no se hizo, sino todo lo contrario: Aneury Tavárez abandonó al equipo después de ganar la serie (4 al 6 de junio) ante Charros de Jalisco y de disputar el primero de la serie frente a los Acereros de Monclova. 

A partir de allí, vino la auténtica debacle. 

El rompimiento total

Bravos era octavo de la zona sur, pero se mantenía en la pelea con récord de 22-26. Mejía, quien no había bajado del tercer y cuarto lugar del Lineup, estaba en un prolongado slump al batear .181 con cuatro hits, tres impulsadas y cinco ponches en la semana del 4 al 9 de junio. 

Así pues, llegaron los Leones de Yucatán. Allá, en Kanasín, iniciaron perdiendo 2 a 10 y perdieron la serie 1 a 5, y aunque rescataron el último con una gran actuación de Faustino Carrera, quien colaboró con el 1 a 0 final, las cosas se agudizaron esa misma semana. 

Antes de arrancar la serie contra Precios de Puebla, Keven Lamas y Alejandro Mejía fueron cambiados a los Saraperos de Saltillo en un canje donde León recibió a Henry Urrutia y Rainel Rosario. 

Claro está, la problemática real no se estaba reforzando. El pitcheo fue ninguneado, y después de ser barridos en casa por los actuales campeones, Rafael Rijo fue cesado tras una marca de 45-57 en 102 juegos dirigidos. 

¿Se pudo caer más bajo? Me parece que no. A partir de esta decisión, León comenzó a caerse dramáticamente al oscurantismo del perdedor abismo. Si bien Matías Carrillo e Isidro Márquez llegaron a mostrar una cara diferente desde el lunes 17 de junio, los problemas solo se heredaron. 

‘Coyote’ y ‘Chilo’ necesitaban el tiempo de una pretemporada, por lo que, sobre la marcha, se encontraron con un rompimiento psicológico total. 

Bravos perdió dos juegos en un mismo día contra el segundo PEOR equipo de toda la zona sur: Piratas de Campeche. Después, aunque pudo rescatar uno en su visita a Tabasco contra Olmecas, distintas pifias en sus siguientes dos juegos, los hicieron perder la serie. 

Aunque se ganó la serie contra Guerreros de Oaxaca y se niveló la de Tigres de Quintana Roo en casa, durante la semana del 25 al 30 de junio, los Bravos no pudieron sostener su buen momento y vivieron un presente de terror del 2 al 7 de julio. 

En casa, los Conspiradores de Querétaro los maniataron con una dolorosísima barrida que, solamente, evidenció un rompimiento total con la afición y su labor dentro del diamante. Además, en carretera, viajaron a Veracruz para enfrentar a El Águila. Si bien el primero se perdió con un déficit de dos carreras y el último se rescató 5 a 1, el segundo fue un desastre: 0 a 11, donde se arrastró el prestigio de la institución. 

En total, recibieron 54 carreras, pero eso solo fue un aviso de lo que estaba por venir en su visita a los Diablos Rojos del México. 

El primero de la serie, se perdió 2 a 12. El segundo, fue una humillación de 1 a 18 y el último, que se disputó el jueves 11 de julio, se peleó, pero simplemente no alcanzó por la deficiencia del bullpen y terminaron cayendo barridos con una pizarra de 6 a 7. 

Contra Yucatán se volvió a perder la serie, pero se cobraron la barrida de Pericos, regresándoles el favor del martes 16 al jueves 18 de julio, donde se llevaron los tres juegos con pizarras de 8 a 4, 6 a 5 y 8 a 4. 

El buen momento fue indudable y la mejoría llegó, pero ya era demasiado tarde. Ganaron la serie ante Piratas de Campeche, y después, con una sólida actuación de Daniel Cruz en la novena entrada, se hicieron del primero de la serie ante los Diablos Rojos.

Sin embargo, perdieron el segundo contra los pingos, y con la cancelación del tercer juego, consumaron un nuevo fracaso, que los eliminó de la contienda por los playoffs y los hizo sumar cinco años sin postemporada. 

¿Hubo mejoría?

La respuesta a la pregunta es que fue mínima. Los Bravos terminaron perdiendo sus últimas dos series en Oaxaca ante Guerreros y en Quintana Roo contra los Tigres, y eso, solamente, los hizo agudizar sus estadísticas en contra, con una foja final de 37 victorias y 53 derrotas. 

Más allá de los hits y las carreras admitidas, la efectividad al frente mejoró en algunas semanas con Carrillo, pero siguieron desperdiciando demasiados corredores en Posición de Anotar (PA):

  • Primera mitad: de 411-119 (28.95%). 
  • Segunda mitad: de 491-133 (27.08%). 
  • Total: de 902-252 (27.93%). 

Y es que los Bravos habrán podido tener bateadores determinantes como Jimmy Kerrigan, Henry Urrutia, Emmanuel Ávila y Rainel Rosario, pero de nada sirven si sus compañeros, no pueden impulsarlos hasta el plato. 

Ahora, en relación con las estadísticas del 2023, esta es la comparativa, la cual demuestra que, hasta en algunas, se retrocedió por completo. 

Bateo 

  • 2023: 10mo en average (.275), 7mo en jonrones (79), 8vo en impulsadas (426), 8vo en anotadas (463), 7mo en hits (856), 11vo en bases por bola (311), 1ero en ponches (720). 
  • 2024: 10mo en average (.283), 11vo en jonrones (89), 13vo en impulsadas (448), 13vo en anotadas (487), 10mo en hits (876), 16vo en bases por bola (306), 3ero en ponches (728). 

Pitcheo 

  • 2023: 15vo en ERA (5.54), 2do en perdidos (56), 1 juego completo, 7mo en blanqueadas (5), 16vo en salvados (15), 4to en oportunidades de SV desperdiciadas (39), 3ero en jonrones (91), 5to en bateadores golpeados (52), 1ero en bases por bola (404).  
  • 2024: 17mo en ERA (6.25), 6to en perdidos (53), 0 juegos completos, 16mo en blanqueadas (2), 7mo en salvados (13), 9no en oportunidades de SV desperdiciadas (37), 10mo en jonrones (93), 4to en golpeados (52), 2do en bases por bola (418). 

Como se puede ver, en bateo se mantuvo cierta consistencia, pero en el pitcheo se empeoró en efectividad y se mantuvo la tónica de ser un malísimo bullpen, pues se otorgaron más bases por bola que en el 2023. Además, el WHIP también empeoró: en el 2023 fue de 1.65 y en el 2024 subió a 1.70. 

Sorpresivamente, la defensiva fue la posición que menos se reforzó, dejando ir a tipos como Yeury Gervacio, pero también a dos de tus mejores abridores: Wendolyn Bautista y Lázaro Blanco.

Además, se le dio una tardía oportunidad al talento mexicano, tal como sucedió con Daniel Cruz, quien va que vuela para ser el nuevo cerrador para el 2025, al cerrar el año con cinco salvamentos y un WHIP que rozó la perfección. 

El MVP: Jimmy Kerrigan 

Sin lugar a dudas, el apodado ‘Sargento’, es el MVP del 2024. En pizarras abultadas, fue el único que demostró vergüenza deportiva y un ejemplo de ello lo encontramos el sábado 6 de julio. 

En esa estrepitosa y vergonzosa derrota de 0 a 11 frente a El Águila, Kerrigan siguió embasándose y tuvo una noche muy productiva al irse de 4-3. 

Quizás lo único malo del estadounidense en el año fue que se haya ponchado tanto (4to en LMB con 98), pero es indudable que sus batazos fueron oportunos y sirvieron como un aliciente dentro del dugout. 

Sin embargo, no todo fueron los números, pues también creó una gran conexión con la afición que ya lo empieza a ver como todo un ídolo y emblema de la organización. 

Resiliencia, vergüenza deportiva, calidad, talento y utilidad. Kerrigan, quien solo se perdió un juego de los 90 que disputaron los Bravos en el año, es un jugador cinco estrellas para la LMB y es un lujo tenerlo en León. 

Sus números

  • 89 G | .295 AVG | 106 H |  27 2B | 3 3B | 62 R | 16 HR | 61 RBI | 27 BB | 15 SB | 4 SF | .875 OPS. 

La contratación: Henry Urrutia

El cubano llegó en un momento muy apremiante, pero a pesar de todo, se concentró al máximo en sacar lo mejor de sí dentro del diamante. Rentable con el guante y también con el bate, tuvo un repunte extraordinario a diferencia de su inicio con los Saraperos de Saltillo, donde a pesar de promediar arriba de .300, se vio orillado a terminar un satisfactorio ciclo. 

Urrutia demostró profesionalismo y una responsabilidad enorme con la camisola de los Bravos de León. Resta decir que, junto a Kerrigan, deben de ser las puntas de lanza para el 2025. 

Sus números

  • 37 G | .390 AVG | 55 H | 9 2B | 25 R | 4 HR | 22 RBI | 16 BB | 21 SO | 2 SF | 4 IBB | .986 OPS. 

El líder: Emmanuel Ávila 

Cuando se anunció su contratación, la sorpresa fue generalizada. ‘Ironman’, un viejo lobo de mar, arribó a León cuando todavía se estaba peleando airosamente por un lugar en los playoffs. 

A la defensiva, su calidad en la tercera base es indiscutible y se demostró más que nunca. 

A la ofensiva, su experiencia es sinónimo de paciencia y rentabilidad para el equipo, pues es un jugador que es capaz de alargar los turnos y sacarle pitcheos al rival en los momentos más apremiantes. 

Con 35 años de edad, el oriundo de Los Mochis, fue el líder de una cueva que lo necesitaba en demasía. Sin lugar a dudas, un ejemplo a seguir para tipos como Alan García, Ítalo Motta y Felipe Guerrero. 

Sus números

  • 63 G | .293 AVG | 67 H | 10 2B | 27 R | 5 HR | 27 RBI | 1 SB | 14 BB | 32 SO | 1 SF | 1 IBB | .742 OPS.

El consistente: Marco Chicuate

El Androide vivió la mejor temporada de su carrera. Aunque llegó a equivocarse en algunos mascoteos detrás del plato, es indudable la confianza que impregna detrás del plato. Sin embargo, es a la hora de batear, donde su valía como pelotero mexicano, incrementa a pasos agigantados. 

Llegando a ser líder de bateo en toda la LMB en la primera parte de la temporada, Chicuate, quien es el único sobreviviente de la mudanza de los Broncos de Reynosa a León, fue el más consistente del 2024. 

Con 32 años de edad, el de Los Mochis comenzará a ser un ejemplo a seguir dentro del clubhouse, sobre todo, para su paisano Felipe Guerrero, quien mostró muy buenas cosas con Carrillo a final de la campaña. 

Sus números

  • 66 G | .320 | 71 H | 13 2B | 30 R | 3 HR | 31 RBI | 19 BB | 46 SO | 1 HBP | 1 IBB | .795 OPS. 

El abridor: Faustino Carrera

Quizás llegó tarde en la campaña y falló en algunas aperturas, pero el de Ciudad Obregón se mostró demasiado dominante en la última parte de la campaña, tan es así que terminó como el ‘as’ del equipo. 

Bromista en el dugout y certero a la hora de lanzar, Carrera es vital en el proyecto de los Bravos, quienes ya se hicieron de sus servicios de manera definitiva, tras estar a préstamo desde los Toros de Tijuana. 

Sin duda alguna, su valía será necesaria para el proyecto en el 2025, donde se puede erigir como uno de los mejores de todo el circuito. 

Sus números 

  • 9 G | 3-1 | 4.40 ERA | 47.0 IP | 48 H | 26 R (23 CL) | 6 HR | 15 BB | 39 SO | 2 HBP | 1 BK | 201 BF | 1.340 WHIP. 

La revelación: Daniel Cruz

El de Saltillo se sobrepuso a su tema de lesiones y brilló, auténticamente, sobre la lomita de los Bravos. 

Al inicio, con Rafael Rijo, fue un esporádico preparador, pero en la última parte de la campaña, con Matías Carrillo, se convirtió en un auténtico cerrador con actuaciones superlativas. 

El gran ejemplo de ello fue el martes 23 de julio, cuando aseguró el triunfo de los Bravos en el primer juego de la serie frente a los Diablos Rojos del México. De esos tres outs, dos fueron ponches y uno de ellos se lo recetó a nada más y nada menos que a Robinson Canó. 

La solución a los problemas de un cerrador confiable siempre estuvo en casa. Ojalá que, en el 2025, se tome la decisión de que Cruz, con todo el ímpetu y las ganas de trascender, sea el cerrador oficial. 

Sus números

  • 34 G | 1-1 | 2.97 ERA | 5 SV | 36.1 IP | 24 H | 13 R | 1 HR | 12 BB | 22 SO | 3 HBP | 1 BK | 147 BF | 0.991 WHIP. 

Los tres peores jugadores del año 

  1. Ademar Rifaela: Sobra decir el por qué forma parte de esta lista. Se anunció con bombo y platillo, pero en 26 juegos, decepcionó por completo con solo 22 hits y 34 ponches, además de ocho impulsadas. 
  2. Austin Drury: Su rendimiento refleja que le quedó grande la etiqueta de abridor estelar. En seis juegos, tuvo récord de 1-1, donde recopiló una altísima efectividad de 11.07, gracias a los 34 hits y las 26 carreras que permitió. 
  3. Adam Hofacket: Después de un 2023 de 15 salvamentos, decepcionó con un 2024 de solo dos. Culpable de una de las temporadas más dolorosas del equipo desde su regreso en 2017, forma parte de esta lista, al registrar una efectividad de 8.53 y un WHIP por los cielos de 2.274. 

La asistencia al Domingo Santana

A lo largo de los años, yo siempre he sido fiel creyente de que, cuando peor anda un equipo, es cuando más se tiene que hacer presente la fanaticada para exigir y decir “aquí estoy”. 

Sin embargo, aunque no comparto la acción de dejar ir al estadio en señal de protesta, la entiendo y la respeto. A final de cuentas, muchas son las maneras de manifestarse, y el no ir, es también una que duele. 

Esto sucedió este año. Conforme avanzaron las series y la temporada se fue escabullendo, la fiel afición de los Bravos de León dejó de asistir al Domingo Santana. Si bien en la última serie frente a los Diablos Rojos del México mejoró considerablemente, fue por lo mismo: por los Diablos Rojos del México. 

A continuación, la asistencia, serie por serie, en la apodada La Fortaleza. 

  • Serie 1 Vs Leones de Yucatán: de viernes a domingo; 16 mil 032 asistentes. 
  • Serie 2 Vs Conspiradores de Querétaro: de martes a jueves; 12 mil 348. 
  • Serie 3 Vs Piratas de Campeche; de martes a jueves; 16 mil 129. 
  • Serie 4 Vs Olmecas de Tabasco: de viernes a domingo; 13 mil 893. 
  • Serie 5 Vs El Águila de Veracruz: de viernes a domingo; 14 mil 442. 
  • Serie 6 Vs Diablos Rojos del México: de martes a jueves; 18 mil 218. 
  • Serie 7 Vs Charros de Jalisco: de martes a jueves; 12 mil 218. 
  • Serie 8 Vs Acereros de Monclova: de viernes a domingo; 12 mil 183. 
  • Serie 9 Vs Pericos de Puebla: de viernes a domingo; 13 mil 830. 
  • Serie 10 Vs Guerreros de Oaxaca: de martes a jueves; 5 mil 927. 
  • Serie 11 Vs Tigres de Quintana Roo: viernes y sábado; 5 mil 213. 
  • Serie 12 Vs Conspiradores de Querétaro: de martes a jueves; 5 mil 932. 
  • Serie 13 Vs Leones de Yucatán: de viernes a domingo; 7 mil 832. 
  • Serie 14 Vs Piratas de Campeche: sábado y domingo; 5 mil 010. 
  • Serie 15 Vs Diablos Rojos del México: martes y miércoles; 9 mil 143. 

Total de asistentes: 152 mil 318 (54.49%).

  • Mejor serie: la número 6 Vs Diablos Rojos del México con 18 mil 218 asistentes (93.42%). 
  • Peor serie: la número 10 Vs Guerreros de Oaxaca con 5 mil 927 asistentes (30.39%). 

Mejor juego: 23/05/24 en el último de la serie Vs Diablos Rojos del México con 6 mil 088 fanáticos. 

Peor juego: 25/06/24 en el primero de la serie Vs Guerreros de Oaxaca con 1 mil 499 fanáticos. 

Ustedes pueden ver, estimados amigos, que después de la serie contra Diablos Rojos del México, la tendencia todavía se mantuvo entre los 12 y 13 mil aficionados. Sin embargo, todo cambió después de la barrida ante Pericos de Puebla, pues comenzó a percibirse un promedio de 6 mil 509 aficionados por serie en el Domingo Santana, lo cual representa el 33.37%.

Además, nos podemos dar cuenta de la magnitud de los pingos en la LMB, pues más allá de que se canceló el último juego de la última serie entre ambas escuadras, se registró una mejor asistencia en dos juegos que en tres de la serie que tuvieron contra Conspiradores de Querétaro y Leones de Yucatán. 

Una última reflexión

Los Bravos de León volvieron a sufrir. Se inició bien, con un aura y una conexión con la afición que volvía a incrementarse, pero el impacto psicológico afectó en demasía. 

Querer creer que se podía vencer a los Diablos Rojos del México en los tres juegos que se disputaron en el Domingo Santana antes del Juego de Estrellas, destrozó todo. El manejo de esta serie marcó mucho la pauta de lo que después fue otra temporada desastrosa. 

Se volvieron a cometer los mismos errores de canjear y no mantener una base estable en el LineUp. Están los ejemplos de Lamas y Mejía que sí, rindieron en Saltillo, y Urrutia y Rosario tampoco desentonaron, pero se dejaron ir a dos grandes referentes del equipo, con una conexión invaluable en la afición. 

El error también estuvo en la salida de Rijo, pues los problemas solo se heredaron. 

Eso sí: si ya se ratificó a Matías Carrillo para el 2025, hay que dejarlo TODO el año, pase lo que pase. Si se quiere un futuro a largo plazo, se debe de tener seriedad desde el manejador en turno. Si estamos ávidos de un ejemplo, solo veamos lo que sucede en Puebla y Laguna. 

Ojalá que por fin la dirigencia, de verdad, haya aprendido de sus errores. Ya son cinco años en los que se cae en lo mismo y, simplemente, no se avanza. Se tiene que cambiar todo de fondo y debemos empezar desde el bendito -con ‘m’- reciclaje de extranjeros. 

No puede ser posible que siendo un equipo de Guanajuato, los Bravos no tengan a NADIE de la entidad dentro de su roster. Allí está la Academia de Guanajuato con un programa estable que comienza a dar frutos. Bryan Lara y Antuan Franco son dos de sus mejores prospectos y ojalá los podamos ver incluidos en el 2025. 

Por último, existía un enorme encanto y una enorme ilusión de poder dar a conocer la historia de la resiliencia de Emmanuel Ávila; la de la redención de Jonathan Vargas; la de la fiereza de Faustino Carrera; la del ímpetu de Israel Camacho y la de la adaptación de Matías Carrillo, pero faltó mucha apertura, dejar de lado los ‘hubieras’ y expandir el conocimiento más allá del dugout. 

Como si fuera un disco rayado, pero ojalá en el 2025, las cosas cambien para bien y no sigan empeorando. Un proyecto donde se priorice el talento local y el desarrollo de peloteros en academias, será primordial para trascender. Todo se cimienta desde lo más recóndito de una organización. Si desde allí abajo no se está bien, todo termina por tronar en la actuación del primer equipo. 

Por lo pronto..

GRACIAS por acompañarnos en esta aventura. 

GRACIAS por su estoicismo y protagonismo. 

Esto apenas comienza. 

Nos vemos en el 2025… pero ahora, desde el inicio, con las Bravas de León. 

PD: Ojo en la LMP con los Tomateros…

-El Dugout del Gabo. 

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