El catolicismo en el mundo sigue decreciendo. Este fenómeno que inició en Europa hace casi 30 años, ahora se da en América Latina. La iglesia católica, por siglos dominada por los europeos, debió abrirse a la realidad de que sus fieles solo crecen y son mayoritarios en Asia y en África. A mayor avance de la ciencia y la tecnología en el mundo, hay menor apego a la religión. A mayor globalización y penetración de las redes de información, menor interés por los aspectos de la trascendencia. Además, con las transiciones generacionales, donde los baby boomers estamos por desaparecer, nuestros hijos, los millennials, tienen poco o nada de interés por la cultura que les heredamos, entre ello, la religión.
¿Qué tanto ha disminuido el catolicismo? Cuando se dieron a conocer los resultados del Censo de Población y Vivienda en el 2020, algunas cifras que más llamaron la atención fueron las comparaciones entre 2010 y 2020, pues hay un menor porcentaje de fieles de la iglesia católica (de 82.7% pasó a 77.7%), un mayor porcentaje de fieles de las iglesias protestantes y evangélicas (de 7.5% pasó a 11.2%) y, sobre todo, un mayor porcentaje de personas sin religión (de 4.7% a 8.1%, con un 2.5 adicional de personas sin adscripción religiosa). Las cifras que se den a conocer en el conteo 2025, seguramente incrementarán el porcentaje de población que se mantiene lejos de la religión.
Pero ojo: digo todo esto desde la región más católica de México. El Bajío no refleja a México; en esta región también en el 2020, en Guanajuato el 90.8% de la población era católica, 4.1% protestante cristiano evangélico y en tercer lugar se ubicaban las personas sin religión con 3.4%.
Esta realidad cultural tiene un efecto desde luego en los sistemas de trabajo, en los modelos de familia, en las ideologías. El Bajío se caracteriza por tener un ambiente de trabajo y de paz social. La dinámica de guerra entre cárteles del narcotráfico es importada del exterior y solo dio origen a grupos locales que en la zona Laja-Bajío, emergieron para disputarse los mercados de la droga. Al mismo tiempo, esta cultura de estudio y de trabajo no ha sido suficiente para el ascenso social, pues el tipo de industria artesanal poco intensiva en tecnología, nos dio sueldos bajos.
Y aunque el catolicismo se mantiene como la religión de mayor presencia en nuestro País, el progresivo tránsito hacia el cristianismo y al ateísmo se deben, en mi opinión, no solo a la falta de buenos testimonios de los católicos o a que las iglesias “protestantes” y cristianas tienen una propuesta más interesante que las católicas (vida comunitaria, equidad hombre-mujer, liturgias vivas), considero que se debe más al incremento de la ciencia y de la tecnología, que nos hace incrédulos a la existencia de mitos y creencias así como a las normas rígidas de las instituciones.
Los millennials son una generación que tiene fundamentos de equidad y la iglesia está dominada por los varones; las iglesias cristianas tienen formas de participación horizontales y el catolicismo es vertical; los jóvenes ahora buscan nuevos modelos de pareja y el catolicismo tiene un concepto estricto de familia; en el mundo de los jóvenes la diversidad sexual es algo comúnmente aceptado y la iglesia no lo entiende así. Por eso, la iglesia católica en México tiene un desafío enorme para sobrevivir y tener una propuesta atractiva para la sociedad mexicana, pues los jóvenes tienen cada vez menos contacto con la religión. A los templos acuden más adultos y adultos mayores. Es el mundo de los jóvenes el que debe ser atendido con liturgias llenas de alegría y contenidos, con grupos juveniles que encuentren en la religión un sentido, con apertura a que sean los laicos los actores principales en los sacramentos, a que las mujeres participen en la vida litúrgica.
Ya hoy las escuelas y obras católicas son dirigidas cada vez más por laicos y por mujeres ante la falta de sacerdotes. Francisco, el Papa jesuita, trajo nuevas ideas, pero la vida se le escapa; deberá ser el nuevo Papa un salesiano latino que entienda a esta mayoría católica que somos Latinoamérica y que dé más pasos hacia la modernidad en un mundo que está ya dominado por el ateísmo.