El jueves pasado, horas antes de anunciarse la decisión de política monetaria, se publicó la inflación de julio. El dato no fue bueno. El aumento en precios durante el mes fue 5.57% en su comparación anual y 1.05% frente a junio. Con ese dato, la inflación ligó cuatro meses consecutivos al alza. La meta de 3% que tiene Banco de México se ve aún lejana.

La inflación subyacente –aquella que contiene los precios de los bienes que responden más a condiciones de mercado– fue 4.05% anual y 0.24% mensual. Dentro de este conjunto, los servicios fueron los que más aumentaron de precio, 5.22%. La no subyacente –que incluye bienes con un comportamiento estacional y tarifas controladas por el gobierno– creció 10.36% anual y 0.81% en la comparación mensual. Dentro de este conjunto, los productos agropecuarios se encarecieron 13.72% liderados por el comportamiento de los precios de las frutas y verduras que tuvieron un crecimiento de 23.55%.

El día previo a la publicación de ese dato, muchos analistas anticipaban un recorte a la tasa de interés. La tasa de interés de fondeo interbancario estaba, hasta el miércoles, en 11%. La tasa de interés real, que grosso modo se calcula restando la inflación a la tasa nominal, se encuentra en niveles altos tanto para la economía mexicana como en su comparación internacional.

Un par de semanas antes la Reserva Federal había anunciado su decisión de mantener sin cambios la tasa de referencia en Estados Unidos en línea con las expectativas, pero abriendo la puerta a un recorte en septiembre. Si bien por momentos se ha contemplado la posibilidad de una recesión en la economía norteamericana, la mayoría de los indicadores económicos de ese país muestran que ha sido posible ir frenando la inflación sin una contracción mayor en la actividad económica.

En México, la desaceleración es evidente. El crecimiento del segundo trimestre del año fue 1.1%, decepcionante para una economía como la mexicana y que se encuentra, en teoría, aprovechando el momentum que la relocalización de empresas le ha brindado. La creación de empleos de julio alcanzó únicamente 12,344 plazas en el mes y un poco más de 307 mil en lo que va del año, claramente por debajo del millón de empleos que se tendrían que crear anualmente.

El mal dato de inflación de julio llevó a pensar que quizás Banco de México mantendría las tasas de interés en el nivel en el que estaban, pero más tarde anunció un recorte de 25 puntos base, lo que la llevaría a 10.75%, en una decisión dividida en la que tres miembros de la Junta votaron por la disminución y dos en contra de la misma. El comunicado de la reunión, además, cambiaba las expectativas que el propio banco central tiene sobre el comportamiento de la inflación lo que resta del año, incrementando la inflación al cierre de 2024 de 4% a 4.40%.

Banco de México puede incidir en el comportamiento de la inflación subyacente –más que el de la inflación en general– y ésta ha mostrado evidencia de ralentización. La gobernadora señaló que el banco no únicamente considera los datos de inflación observada –que siempre hacen referencia al pasado– sino a las trayectorias esperadas y que, como parte de este ejercicio de visión prospectiva, se consideran más variables.

No debería de sorprender el disenso entre miembros de la Junta de Gobierno. En una época de ajustes debería de sorprendernos incluso menos. Ahora toca esperar a la Fed.

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