León, Guanajuato.- Ver sanar a sus pacientes sin voz y que puedan regresar a casa tras una situación complicada de salud es la mayor satisfacción para Ana Cristina Araiza Martínez, quien desde hace 17 años es veterinaria.

En entrevista con AM, la profesionista egresada de la Universidad de La Salle Bajío compartió que a los seis años descubrió que quería ser veterinaria por el gran gusto y amor que sentía hacia sus mascotas. Además de perros, siempre tuvo ratones, cuyos y conejos, lo que le dio la oportunidad de aprender que todos tienen necesidades diferentes.

“El hecho de ver enfermo a tu perrito y pensar cómo lo puedo curar fue una motivación para estudiar Medicina Veterinaria. Siempre le decía a mi papá que quería ser veterinaria. Tuve una perrita que se llamaba Reca, era una schnauzer. Mi familia era de tener a los animales afuera de la casa, pero ella hizo que eso cambiara”.

“Mi papá decidió adoptar a otra schnauzer que se llamaba Blacky y ella fue mi primera paciente. Tuvo pulgas y me la llevé a la universidad. Le dio piometra, una enfermedad infecciosa del útero. Fue mi primera cirugía, pude salvarla. La operación fue en la universidad porque todavía estaba estudiando”, contó.

Ana consideró que actualmente los retos de los veterinarios son la actualización constante, debido a que hay cirugías que son menos invasivas y equipamientos y software que hacen la diferencia en la atención. 

Si no vamos con la tecnología, nos quedamos atrás, y también por la misma tecnología la gente ya viene muy informada porque se informan en Google y vienen ya hasta con un diagnóstico, entre comillas”, mencionó.

Los problemas endocrinos, cardiacos, cirugías, mordeduras, fracturas, piquetes de alacrán y parvovirus son los principales motivos de consulta en la clínica veterinaria que Ana abrió hace casi cinco años. 

Al terminar los tratamientos, volvemos a concientizar a la gente sobre la tenencia responsable y eso incluye la vacunación para prevenir enfermedades. Por ejemplo, ahorita hay mucho parvovirus y moquillo”, indicó.

Enfatizó que el incremento de los casos de parvovirus se debe a la temporada de calor y a la falta de vacunación, porque algunas personas siguen sin completar cuadros de vacunación de sus perros al creer que la vacuna contra la rabia es la única que los canes requieren. 

“Creo que valdría la pena que el acceso a plazas comerciales o zonas pet friendly esté restringida con carnet de vacunación. Si el perrito tiene el cuadro completo de vacunación, que se le permita entrar, que sea más controlado como una forma de prevención”, opinó.

La veterinaria, también mamá de Fer y Esme, explicó que la carrera de Medicina Veterinaria es muy amplia, ya que se puede elegir entre la parte alimentaria, que comprende el ganado y otras especies, así como trabajar en la prevención de enfermedades y en la investigación. 

Así como la medicina de pequeñas especies o fauna silvestre. En su caso, confesó que su gusto y amor por los perros la motivaron para dedicarse a las pequeñas especies.

“Son más nobles y gestuales. Los ves tristes, contentos. Por ejemplo, otros animales como los cuyos no lo son, pero eso también es muy interesante porque, además de que no hablan, hay que saber cómo identificar el dolor. Los perros y los gatos son un poco más expresivos, yo elegí pequeñas especies por eso”, compartió.

Ana también se desempeña como docente en la Universidad de Guanajuato (UG), donde enseña destrezas quirúrgicas básicas y es responsable del bioterio de la División de Ciencias de la Salud, espacio dedicado a la investigación.

La veterinaria Ana con Mika, una perrita pastor alemán que atendió desde cachorra hasta sus 16 años, cuando falleció. Foto: José Antonio Castro Murillo.

 

“No creo que exista mejor profesión”

 

Hasta ahora, Ana es la única veterinaria en su familia, pero su hija menor ha expresado su deseo de seguir sus pasos en esta profesión, la cual destaca por exigir vocación, preparación y tiempo.

“Son desveladas, sufres con los animalitos, a veces te frustras porque no logras salvarlos y está fuera de tus manos. Creo que todos los que estudiamos Medicina Veterinaria es por vocación y amor por los animales, respeto por la vida y por las ganas de hacer un cambio en cómo tratar a los animales,” comentó Ana.

La alegría de ver a los perritos recuperarse del parvovirus y regresar a casa es una gran satisfacción para Ana

Aquí hemos sacado a muchos perritos del parvovirus y la alegría de verlos regresar a casa es una gran satisfacción. Se te olvidan los desvelos y el estrés,” dijo conmovida.

Entre los miembros de su familia, Ana cuenta con El Negro, Chiquis, Alfalfa, Comaye, Kika y Pita, esta última ya fallecida. Algunos de estos perritos fueron abandonados en la veterinaria y Ana decidió adoptarlos, así como a Tonatiuh, un gato.

Finalmente, Ana mencionó que en León hay dos colegios de médicos veterinarios a los que está asociada y destacó la importancia de la colaboración dentro del gremio. 

“Sigamos colaborando entre nosotros. Aquí tenemos muchas colaboraciones con veterinarios que hacen cirugía; esto nos hace más grandes como gremio. No creo que exista mejor profesión que ser Médico-Veterinario,” expresó.

 

“No me veo sin ser veterinario” 

 

Inicialmente, Óscar Alfonso Frausto soñaba con ser Médico Cirujano, pero un problema de salud lo llevó a conocer la carrera de Medicina Veterinaria en la Universidad de La Salle Bajío.

“A raíz de que no entré a Medicina humana, tuve una cirugía previa a los exámenes de admisión. Me desilusioné del sistema. Mi tío es veterinario y me invitó a conocer la carrera, que me gustó. Iba enfocado hacia ganado y terminé dedicándome a pequeñas especies”, platicó.

Óscar ha ejercido la veterinaria durante nueve años, especializándose en los últimos cinco en la realización de estudios de laboratorio para lograr diagnósticos oportunos y brindar tratamientos certeros a sus pacientes.

Recordó que su primer paciente fue Oso, un perro de 16 años con diabetes y enfermedad renal, que pertenecía a su abuelo.

Fue antes de terminar la carrera. Conocí a Oso desde que tenía dos meses y mi abuelo falleció a inicios de año. Esos son los recuerdos que tengo de mi primer paciente”, compartió.

Para Óscar, los retos de la medicina veterinaria son similares a los de la medicina humana; es esencial estar a la vanguardia debido a las constantes investigaciones, protocolos de tratamiento, nuevas pruebas y enfermedades emergentes.

Añadió que el médico veterinario puede trabajar en diversas áreas como la salud pública, patología, laboratorio clínico y producción, que incluye la reproducción de animales de abasto como vacas y bovinos.

“Ser veterinario es una forma de vida y no lo cambiaría por nada. No me veo sin ser veterinario; estar con nuestros pacientes, conviviendo en medicina y hospitalización es muy apasionante. Es poder dar la mejor atención a aquellos inocentes que no tienen forma de expresar lo que sienten”, expresó.

Óscar Alfonso Frausto confesó que no se imagina sin ser veterinario, una profesión que ejerce desde hace nueve años. Foto: José Antonio Castro Murillo.

 

Para anotar:

Desde hace 171 años, el 17 de agosto se celebra en México el Día del Médico Veterinario Zootecnista, conmemorando la fundación de la primera escuela de veterinaria del país en 1853. Con 655 alumnos inscritos en los diferentes semestres de la licenciatura en Medicina Veterinaria y Zootecnia, esta carrera es la de mayor demanda en el Campus Irapuato-Salamanca de la Universidad de Guanajuato (UG).

LALC

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *